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Gasolina mortal

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Un político piensa en la siguiente elección; un estadista, en la próxima generación”.

James Freeman Clarke

Nos estamos acabando el dinero de la bonanza petrolera. Pero ¿en qué, preguntará usted? ¿En educación? ¿En inversión productiva? ¿En infraestructura? ¿En la lucha contra la delincuencia? ¿En el combate a la pobreza? No, en ningún uso que pudiera tener sentido en el largo plazo. Estamos usando el dinero de un recurso natural no renovable para subsidiar un creciente consumo de gasolina.

Si este populismo continúa, las políticas con las que José López Portillo pretendió administrar la abundancia de 1976 a 1982 parecerán prudentes frente a las de Felipe Calderón.

En los Informes sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública del 30 de abril, la Secretaría de Hacienda señalaba que, a pesar de los fuertes aumentos del precio internacional del crudo, en el primer trimestre de este 2008 no se registraron excedentes petroleros. Esto ha hecho que algunos afirmen que Hacienda está ocultando el dinero.

La verdad, sin embargo, es mucho peor. Los resultados que estamos obteniendo son producto de políticas expresamente diseñadas por el Gobierno y el Congreso de la Unión… pero diseñadas para llevar al país a una nueva quiebra.

Para el primer trimestre de 2008 Hacienda previó un ingreso petrolero por 221,438 millones de pesos, con un precio estimado de la mezcla de exportación que el Congreso subió de 46.60 a 49 dólares por barril. El ingreso real fue de 212,944 millones de pesos, pero con un precio de 83.10 dólares. Lejos de tener un excedente, lo que hubo es un faltante de 8,494 millones de pesos.

¿Por qué? En primer lugar por una baja de 12 por ciento en volumen de la exportación de petróleo crudo como consecuencia de la declinación del yacimiento de Cantarell. Esto no es sorpresa: desde hace años se había previsto y sabemos que va a continuar, aun cuando mañana mismo se aprobara la reforma energética y llovieran las inversiones. De nada sirve que haya precios altos cuando tenemos menos producto que vender.

Mucho más inquietante es el subsidio a la gasolina. Estamos comprando gasolina cara fuera del país para venderla barata en México. Esto ha ocasionado que en los tres primeros meses de 2008 el ingreso gubernamental por concepto del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) del petróleo, en lugar de ser positivo en 7,070 millones de pesos, como se esperaba, haya sido negativo. Según el Informe sobre la Situación Económica, en el primer trimestre de 2008 “se generó una tasa de impuesto negativa, lo que implicó un traslado de recursos hacia el consumidor final de 54,827.4 millones de pesos” (p. 58).

En palabras más claras, tan sólo en los tres primeros meses de 2008 utilizamos casi 55 mil millones de pesos para subsidiar el consumo de combustibles, en buena medida gasolina (en la página 34 del Informe se dice que el subsidio por gasolina y diesel fue de 28,272 millones de pesos, pero no explica en qué consistió el resto del “traslado” al consumidor).

El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, ha dicho que el subsidio a la gasolina podría alcanzar los 100 mil millones de pesos en este 2008. Pero si tuvimos un subsidio de 55 mil millones en el primer trimestre, y el precio sigue subiendo, la cifra debería aproximarse más bien a los 300 mil millones de pesos.

¿Cuánto son 300 mil millones de pesos? El gasto programable de la Secretaría de Educación Pública para todo 2008 asciende a 168,921 millones de pesos. El de Desarrollo Social es de 49,993 millones. El dinero que se usa para subsidiar el consumo de combustibles nos permitiría, así, pagar dos veces el gasto de la SEP y seis veces el de la Sedesol. Esto no es un subsidio: es un suicidio.

No sólo nos cuesta a los mexicanos muchísimo dinero esta política, sino que además atenta contra el ambiente. De enero a marzo de 2008 Pemex importó 334,500 barriles de gasolina diarios, 34 por ciento más que en el mismo período de 2007. El consumo de diesel aumentó 68 por ciento para alcanzar los 49 mil barriles diarios.

El presidente Calderón tendría cuando menos que duplicar el precio de la gasolina y el diesel para evitar las pérdidas que estamos registrando. No quiere hacerlo porque sabe que la medida sería impopular. El problema es que así piensan los políticos, siempre preocupados por la próxima elección. Los estadistas, en cambio, saben que tienen responsabilidad ante las futuras generaciones.

A menos de que bajen drásticamente los precios internacionales, el presidente Calderón se verá obligado tarde o temprano a subir fuertemente el precio de la gasolina. Pero si espera hasta después de las elecciones de julio de 2009, será demasiado tarde. Una vez más sufriríamos una crisis económica por el populismo de nuestros gobiernos.

ENCUESTA ERRÓNEA

Recibo una nota del encuestador Ulises Beltrán: “Los datos que reportaste en tu artículo del día de hoy [20 de mayo] son exactamente los que reportamos en nuestra publicación semanal. Sin embargo, son producto de un error imperdonable que cometimos en la oficina… El error… se explica porque al momento de procesar las frecuencias se tomaron equivocadamente las etiquetas de las variables”. Las cifras correctas señalan que quienes tienen “mucha” confianza en el presidente son el 31 por ciento y no el 6 por ciento. El descenso es de apenas cuatro puntos y no de 29. Es, pues, éticamente imperativo hacer la corrección.

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