El miedo y la psicosis nuevamente toman forma en La Laguna. Ahora el hecho estuvo de lo más subido de tono. Desde hace ya algunas semanas, se ha vuelto frecuente la noticia de que aparecen cadáveres en el lecho seco del río Nazas, los primeros estaban o eran arrojados en las cercanías de las ciudades, los demás eran ya dejados justo en medio de la mancha urbana de Torreón y Gómez Palacio.
El martes pasado en la madrugada, agentes federales y soldados sostuvieron un enfrentamiento a balazos por más de tres horas continuas con unos ocupantes de una casa ubicada en un sector habitacional, en la calle Cipreses al sur de la ciudad, y el hecho mismo de la violencia, al fragor del intercambio balístico, dejó sin fluido eléctrico a los vecinos que con pánico, pasaron horas durante el enfrentamiento con la angustia de lo que afuera de sus hogares sucedía: “Nomás oímos los disparos y nos echamos al suelo, yo estaba debajo de la cama con mi hija. En el cuarto de mi mamá se metió una bala. Teníamos mucho miedo”, declaró a este medio una señora que le tocó estar cerca del fuego cruzado que sucedía. Para ilustrar más la zozobra que se vivió, una vecina dijo: “Se subieron al techo de mi casa, de ahí disparaban. En ratos se calmaba y luego seguía. Todo estaba a oscuras, se fue la luz, las balas no paraban”.
El saldo fue de dos muertos y dos heridos, más tres personas que junto a los heridos están detenidos del bando de los ocupantes de la casa; por parte de las fuerzas policiales y militares no se reportaron bajas ni heridos. Lo que sí se reportó fue el hecho que acaparó toda la atención local y los ojos de la prensa nacional.
Sin lugar a dudas, éste ha sido desde que el clima de inseguridad se apoderó de la región, el hecho que por la duración del mismo y su naturaleza, ha logrado sembrar el miedo entre la población en general.
Cuando se presentó la ola de violencia a gran escala por allá de mayo pasado, de atentados, ejecuciones y secuestros, para el pleno verano la cosa estaba color hormiga, y los rumores de enfrentamientos y de balaceras surgían por todos lados. Después apareció una tensa calma, parecía que las personas que se involucran en las actividades propias del crimen, habrían llegado a una paz pactada, pero el resurgimiento de los ejecutados echó por tierra la presunción de que el asunto era pasajero, aunque las especulaciones de extorsiones por parte de delincuentes asociados con los grupos de crimen organizado continuaban.
Sin embargo, con lo del martes queda claro que a la estrategia nacional de combate al crimen que el presidente Felipe Calderón ordenó, todavía le quedan muchas páginas por escribirse, y que lo recién ocurrido es sólo una más, que desafortunadamente está teñida, como la mayoría de ellas, de rojo por la muerte violenta de personas.
El drama para los laguneros es que esto seguirá por más tiempo, y apenas ayer un hecho que en otra época hubiera sido de rutina, se convirtió en una gran movilización, cuando 30 policías municipales, estatales y federales, se congregaron frente a un edificio abandonado en la avenida Juárez en el Centro de Torreón, supuestamente por una denuncia de que “olía a muerto”. La calle fue bloqueada por un tiempo y los golpes que se le daban a la vieja y descuidada cortina del edificio dio pie a que se presumiera que nuevamente había una balacera.
En algunos medios se dijo con premura que de tres a cuatro muertos fueron encontrados en el hecho, pero cuando la Policía hizo su reporte confirmó que efectivamente había un cadáver: el de un gato negro.
El miedo vuelve a campear con fuerza, y habrá que estar muy atentos a las nuevas historias ficticias y verdaderas que surgirán en los próximos días, amén de los terribles hechos del martes.