Como antiguo sinarquista, y si es cierto que “las veredas quitarán, pero la querencia ¿cuándo?”, el gobernador Emilio González Márquez debe estar hoy de fiesta, por lo menos en su fuero interno. El 23 de mayo era la gran celebración de la UNS; de donde derivó el Partido Demócrata Mexicano en que el ahora gobernador militó antes de convertirse al panismo. La grata añoranza de esta fecha (que evoca la fundación del sinarquismo en 1937) aliviará un poco la resaca moral que acaso padezca González Márquez después del recibimiento que en su tierra le asestaron estudiantes de bachillerato de la Universidad de Guadalajara.
La anécdota puede ser considerada menor, dado que se trataba de un grupo pequeño, pero es indicativa del ánimo que ha dejado en sectores de la sociedad jalisciense la incontinencia verbal del llamado gober piadoso respecto de las madres.
El 23 de abril, en unos cuantos minutos mandó a sus críticos a chingar a su madre, pues le vale madre lo que digan algunos periódicos; todo lo cual siguió al guiño de complicidad hecho al cardenal arzobispo Juan Sandoval, respecto del “desmadre que hemos hecho”. Se refería a la aportación de su Gobierno a la construcción del Santuario de los Mártires, que sumará noventa millones de pesos y se agrega a otras donaciones a obras pías con cargo al presupuesto.
González Márquez contestó a la rechifla y a las pancartas de los preparatorianos de Lagos de Moreno (en una de ellas se leía, simplemente “la tuya”) admitiendo que se equivocó y que “se vio corriente”. Más que el ser, lo que importa a González Márquez es la apariencia, cómo se ve. Por eso gasta o invierte tantos recursos en imagen. El dinero público que entrega a la Iglesia Católica y a las televisoras tiene el propósito de constituirse en figura pública más allá de los límites de su estado, a cuyo Gobierno llegó luego de una breve militancia en el PAN, gracias a su pertenencia a la extrema derecha de ese partido.
Parece claro que González Márquez procura ser el capitán nacional de ese extremismo. En función de ese propósito visitó al presidente de Colombia Álvaro Uribe, durante el foro de Davos en Cancún. No quedó claro si lo hizo simultánea o sucesivamente al encuentro que Uribe mantuvo con dos líderes de agrupaciones de ultraderecha, que acusan de terrorismo a quienes presuntamente otorgan apoyo político a las FARC. Pero no hay duda de la identidad de propósitos entre esas agrupaciones y González Márquez.
Esa ubicación del gobernador, y su activismo en pro de su propia figura y la de su facción, genera preocupación creciente en los sectores moderados del panismo jalisciense. Se analiza ya, en Guadalajara y en la Ciudad de México, la pertinencia de forzar un pedido de licencia del gobernador, con miras a la elección legislativa y municipal del año próximo. Quienes examinan el caso recuerdan que el PAN se vio en la necesidad de remover al gobernador de Nuevo León, Fernando Canales, cuando fue claro que su desempeño afectaba las posibilidades de mantener la gubernatura mediante el triunfo de Mauricio Fernández.
Probablemente se reaccionó con demora, porque el PRI recuperó aquella plaza. No siendo inminente y ni siquiera cercana la elección de gobernador en Jalisco no puede establecerse un paralelismo exacto entre las dos situaciones. Pero no se excluye que el desempeño de González Márquez lastime a su partido y, junto a otras expresiones de conflicto panista en la entidad, repercuta en pérdida de votos y de posiciones en julio del año próximo.
En una sociedad devota como es la jalisciense (recuérdese que el primer cardenalato lo entregó el Papa no al arzobispo primado de México sino al de Guadalajara) no es en general mal vista la proximidad del Gobierno y el clero católico. Pero aun fervorosos creyentes esperarían que no se dañe la condición laica del Gobierno mediante la entrega de recursos públicos a la Iglesia, puesto que el presupuesto estatal debe dirigirse a atender los problemas de la población en general sin consideraciones de orden religioso.
Además de los noventa millones al Santuario de los Mártires, treinta de los cuales fueron aportados ya, el Gobierno ha comprometido otros noventa millones a la Ruta del Peregrino, que se entregarán a razón de treinta cada año, hasta 2010. Fueron donados quince millones más al Banco de Alimentos, una obra de caridad (meritoria y necesaria, qué duda cabe) de la arquidiócesis tapatía. Y se contribuyó con un millón de pesos al templo de la Inmaculada Concepción, en Yahualica de González Gallo.
Es claro que uno de los propósitos de esas aportaciones es que el gobernador siente plaza de hombre piadoso, practicante ostensible de su fe. Pero es claro también que busca su proyección política personal, para lo cual además de quedar bien con el cielo pretende lo mismo con los poderes terrenales. El año pasado y en el presente entregó millonadas a Televisa y a TV Azteca, para que esas televisoras a su vez se luzcan como benefactoras. Además ha pagado publicidad a esas empresas a través de telenovelas, con lo cual busca eludir las nuevas disposiciones sobre el gasto público destinado a la propaganda.
Hace un mes, González Márquez no se refirió sólo a las madres. Llamó cabrón y chingado a un colaborador al mismo tiempo que pedía la absolución al cardenal Juan Sandoval que lo escuchaba divertido y solidario. Dios nos libre de la combinación que encarna en González Márquez, un gober piadoso y corriente, que no respeta a sus prójimos