Vivir en la zona fronteriza de México y Estados Unidos tiene muchas ventajas y algunas desventajas.
Una de las principales ventajas es comprar productos al mejor precio en ambos lados de acuerdo a las promociones y la paridad del peso-dólar.
Otra más es aprovechar los beneficios de Estados Unidos como las escuelas públicas que son totalmente gratuitas y de un alto nivel académico. A la región del Sur de California acuden miles de mexicanos a estudiar en primarias y preparatorias en donde no se requiere ser emigrado ni ciudadano.
Basta tener un familiar con casa propia o de renta en el lado americano para tener acceso a las escuelas que son cien por ciento gratuitas.
En ellas no se cubren cuotas para las asociaciones de padres de familia ni tampoco para el cumpleaños del director o para los uniformes deportivos.
Otra ventaja importante es poder prestar servicios y vender productos en ambos lados de la frontera sin demasiadas complicaciones.
En los últimos años infinidad de empresas mexicanas están logrando exportar artículos y servicios a Estados Unidos sin necesidad de cambiar su residencia, abrir una oficina ni contratar personal en el extranjero.
Un ejemplo son los vendedores e instaladores de pisos, ventanas, puertas, alfombras, muebles y cortinas que cruzan día a día de un lado a otro de la frontera. Son una especie de exportadores “hormiga” que generan una importante derrama de divisas.
En sentido contrario existen casos sorprendentes. Las empresas de seguridad norteamericanas han crecido sin control en México. En Tijuana prácticamente todas las maquiladoras cuentan con sofisticados sistemas de seguridad que en su mayoría son instalados y supervisados por personal norteamericano.
Incluso empresarios locales y extranjeros contratan a compañías que coordinan la seguridad de un directivo y su familia radicados en México, desde los Estados Unidos.
Otra ventaja son los servicios bancarios. Hoy en día con una paridad más estable entre el peso y dólar se pueden aprovechar los mejores rendimientos de los bancos de ambos países sin necesidad de viajar grandes distancias.
Sin duda la gran desventaja de vivir en la frontera es la violencia que se vive a lo largo de la línea divisoria ante la embestida del Gobierno y el Ejército contra el narcotráfico.
Pero en las últimas semanas acaba de surgir otra desventaja que antes era ventaja y que lleva el nombre gasolina y el apellido diesel.
El disparo de los precios de los combustibles a niveles nunca antes visto en Estados Unidos generó una feroz demanda en las fronteras mexicanas. Hoy en día las gasolinas y el diesel cuestan en México menos de la mitad que en Norteamérica de ahí que los consumidores se van como manadas a cargar gasolina al lado mexicano.
Es tanta la diferencia que los automovilistas y camioneros se ahorran 20, 30 ó más dólares al llenar un tanque de gasolina o diesel.
Pero lamentablemente comenzó la escasez, primero del diesel y luego de las gasolinas, ante la apabullante demanda y Pemex tomó la decisión de racionar el surtido de combustibles a las estaciones de gasolinas al menos en Baja California.
Al no poder abastecer la demanda, Pemex optó por la salida fácil de racionalizar el producto. Obviamente será difícil evitar la escasez ante el diferencial de precios cuando en California un galón de gasolina cuesta en promedio 4.60 dólares.
Dicen los expertos que no hay producto más caro que el que no hay, por ello la empresa mexicana tiene que mejorar el abasto o subir precios para nivelar la demanda.
Lo peor será paralizar la economía de la frontera mexicana por un problema de precios que no es nada nuevo y que finalmente tiene una mejor solución.
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