EL PRESIDENTE CALDERÓN seguramente después de una muy pensada y meditada decisión, resolvió nombrar al abogado Fernando Francisco Gómez Mont, como nuevo titular de la Secretaría de Gobernación, en sustitución del malogrado Juan Camilo Mouriño accidentado casi sobre la mismísima Fuente de Petróleos en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México.
SIN EMBARGO, a las pocas horas de la designación presidencial, ya empezaron los señalamientos sobre la persona de Gómez Mont y no por otra cosa, sino que su historial como profesionista muy exitoso, conocido, aguerrido, capaz y muy caro abogado ha sido parte en algunos de los juicios y negocios legales más importantes que en los últimos tiempos se han suscitado en este país. Concretando: el señor Gómez Mont es titular de uno de los bufetes de abogados más importantes de México y con ello, se encuentra ligado a un sinnúmero de intereses de tipo económico, de relaciones públicas y de conflicto de intereses que finalmente lo podrían atrapar en el desempeño de sus funciones cuando el interés público o nacional se ponga en una balanza junto al interés puramente privado.
MUY MALAS experiencias tenemos los mexicanos de algunos litigantes, como en su momento lo hizo Diego Fernández de Ceballos, que convirtió su despacho de abogado en un influyente y eficaz instrumento para manejar a su discreción el tráfico de influencias tanto en el área administrativa como en la judicial. (Así quién pierde un pleito)
LOS MEXICANOS pecamos de tener memoria muy flaca, por ello es conveniente recordar algunos de los asuntos gordos que se ventilaron en el bufete jurídico del ahora flamante secretario de Gobernación y cuyos expedientes gozarían de la justicia y gracia de los representantes del poder público en su momento. Gómez Mont fue asesor en la Administración del presidente Ernesto Zedillo; con el procurador general de la República, Antonio Lozano Gracia (precisamente el socio de Fernández de Ceballos en su despacho), en diversos asuntos legales, incluidos los relacionados con los homicidios de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu.
GÓMEZ MONT representó a Rogelio Montemayor, ex director de Pemex, en una investigación que a éste se le hizo en 2006 por el llamado Pemexgate. También participó en los casos de la defensa de Carlos y Raúl Salinas, y del presunto defraudador del IMSS, Tomás Peñaloza Webb.
FUE TAMBIÉN ABOGADO Y CON ÉXITO, en la defensa de CNI-Canal 40. También ganó a la Secretaría de la Reforma Agraria un juicio por la expropiación de un terreno en Santa Úrsula, lo que obligó al erario a pagar una indemnización de mil 200 millones de pesos en beneficio de sus clientes Gómez Mont y Diego Fernández de Ceballos. Participó y tuvo nexos en el asalto al cerro del Chiquihuite y participó también, en aquellas sombrías aportaciones a los Amigos de Fox membrete inventado por el conflictivo Lino Korrodi.
EN FIN, que el señor Gómez Mont ha sido protagonista como parte en algunos procesos judiciales de algunos de los más importantes litigios que los mexicanos hayamos conocido en estos últimos años, y además en algunos importantes asuntos ha sido socio del príncipe del litigio a la sombra del poder y del tráfico de influencia, el inefable Diego Fernández de Ceballos y esto no lo ayuda en nada al flamante secretario.
POR LO PRONTO el recién estrenado secretario de Gobernación deberá tomar distancia del bufete jurídico que tantas satisfacciones le ha dado, para romper cualquier liga que en materia de conflicto de intereses, se le pueda presentar en el desempeño de sus tareas. Deberá además, decir ahora adiós a sus compañeros y socios, pues una buena gestión administrativa, y en su caso tan delicada, reclama que el secretario no únicamente sea honesto, sino que también lo parezca.
NO DUDAMOS QUE para el presidente fue difícil encontrar al sustituto de todas sus confianzas, de todo su cariño toda su estimación; pero en mi muy personal punto de vista, la designación en la persona de Fernando Francisco Gómez Mont no es la mejor ni la más oportuna para el país en estos momentos.
DEBEMOS DARLE sin embargo, el beneficio de la duda y rogamos a Diosito que el barbón del puro, Diego Fernández de Ceballos, no vaya a querérsele subir a las barbas (valga la redundancia) y pretenda manipular por debajo del agua, al flamante litigante don Francisco Fernando Gómez Mont.
PARA LOS OBSERVADORES de la cosa política, la designación viene a beneficiar directamente a Fernández de Ceballos y al viejo foxismo, no a la nación.
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