“Cuídate de la bebida: puede hacerte dispararle al cobrador de impuestos… y fallar”.
Robert A. Heinlein
Este lunes 25 de febrero la secretaria de Educación Josefina Vázquez Mota afirmó que por primera vez se introducirá en las escuelas primarias del país la asignatura de economía y finanzas con el propósito de promover una cultura del ahorro: “Queremos que [los niños] aprendan a prevenir, a gastar mejor, a invertir mejor y a alejarse de esta cultura de consumir sin entender antes que hay que producir y que no se puede gastar más de aquello que uno es capaz de generar”.
Es positivo que la secretaria Vázquez Mota busque promover la cultura del ahorro, pero quizá sería importante que el primer alumno de los nuevos cursos fuera su colega Agustín Carstens. Las acciones de la Secretaría de Hacienda, después de todo, son en buena medida responsables de que los mexicanos no ahorren.
Acabo de recibir un comprobante de retención de impuestos de una cuenta de cheques de un banco que me comprueba la actitud de Hacienda ante el ahorro. El documento señala que la cuenta generó un interés nominal de 1,582 pesos en 2007, año en que registra un ajuste por inflación de 11,780 pesos. Ésta es la cantidad que la cuenta debió haber pagado para no perder dinero en términos reales. El interés real devengado por la cuenta es, pues, negativo en 10,197 pesos.
Pero el asunto no termina en la pérdida por inflación. El banco ha retenido además un impuesto de 1,030 pesos de esta cuenta.
No es inusitado que uno ahorre para perder. Esto ocurre con frecuencia con las cuentas corrientes que tienen un rendimiento muy bajo a cambio de la disponibilidad de efectivo. Lo que no se entiende es que además le carguen a uno un Impuesto Sobre la Renta. Al parecer, los cobradores de impuestos no se han percatado de que los 1,582 pesos de interés de esa cuenta no son un ingreso sino una simple pérdida por inflación.
En el caso en particular que menciono, el impuesto de 1,030 pesos representa el 65 por ciento del interés nominal. Aun si el rendimiento fuera real y no ilusorio, estaríamos hablando de una tasa confiscatoria, producto de que Hacienda cobra el impuesto no sobre el interés sino sobre el capital.
Pagar impuesto sobre el rendimiento del ahorro es cuestionable. Cuando una persona obtiene un excedente para ahorrar debe haber pagado ya el Impuesto Sobre la Renta del ingreso que permitió ese ahorro. Si el contribuyente no ha pagado el gravamen, Hacienda debe cobrárselo. No es aceptable que, ante su incapacidad para recolectar ese impuesto, le cargue un gravamen adicional a quien sí ha cumplido con sus obligaciones fiscales.
Si Hacienda va a cobrar un impuesto por el rendimiento del ahorro, lo menos que puede hacer es otorgar una deducción cuando éste resulta en una pérdida. Pero no. Hacienda cobra el impuesto aun cuando haya una pérdida. Esta carga fiscal deja de ser así simplemente confiscatoria y se convierte en un robo en despoblado.
El comprobante de retención que tengo en mis manos corresponde a 2007 cuando se cobraba, me dicen, un impuesto de 0.50 por ciento sobre lo ahorrado. A partir de este 2008 el monto se elevará a 0.75 por ciento. Éste es uno de los aspectos menos conocidos -y más irritantes- del aumento de impuestos impulsado por el Gobierno de Felipe Calderón y el Congreso para este año.
La Secretaría de Hacienda está aprovechando que los ahorradores bancarios son contribuyentes cautivos para lograr su abuso. La mayoría declara sus ingresos y paga impuestos: no lo esconden en la economía del efectivo. Por otra parte, quienes ahorran en los bancos son en buena medida contribuyentes pequeños, que no pueden llevar su dinero a otros países para escapar de la carga fiscal mexicana.
El trato a los ahorradores bancarios contrasta dramáticamente con el que reciben los inversionistas en bolsa. Ellos sí cuentan con una exención total en sus ganancias de capital. No es que ganen menos o que sean más pobres: su ingreso es muy superior al de quienes colocan sus ahorros en los bancos. Pero pueden defenderse de Hacienda en caso de abuso llevándose su dinero a otros países. Por eso se les da un trato preferencial.
De nada sirve que la Secretaría de Educación Pública pretenda establecer clases de economía y finanzas para promover la cultura del ahorro. Ésta no podrá surgir mientras los rendimientos de los ahorradores pequeños sean negativos y la Secretaría de Hacienda cobre Impuesto Sobre la Renta por las pérdidas y no sólo por las ganancias del capital. El único consejo honesto que podríamos dar a los niños que tomaran el nuevo curso sería: gasten todo el dinero que tienen… y si no tienen, endéudense para gastar lo que no tienen.
RECUPERACIÓN
El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores ha recuperado, casi sin que se note, todo el terreno perdido en 2008. Ayer cerró en 30,228.08 unidades, 2.3 por ciento arriba de los 29,536.83 puntos del 31 de diciembre de 2007. Desde su punto más bajo del año, los 25,284.88 del 21 de enero, la Bolsa Mexicana ha recuperado un sorprendente 16 por ciento. El impulso ha provenido principalmente de los mercados de Estados Unidos, pero no deja de ser impresionante el avance de estas últimas cinco semanas. ¿Han cambiado acaso las circunstancias macroeconómicas? No. Se sigue esperando una recesión en la Unión Americana. Pero la caída previa de las cotizaciones dejó muchas gangas en el mercado que algunos inversionistas han aprovechado.