Después de jugar dos partidos amistosos en los Estados Unidos, los técnicos nacionales tendrán, cada uno por separado, que sacar conclusiones y empezar a planear lo que será el futuro del cuadro tricolor.
Por parte de Jesús Ramírez, si bien es cierto que funge como entrenador interino, por obra y gracia de nuestros genios federativos, también lo es que tiene un compromiso en puerta que debe pasar con solvencia y este es el encuentro ante Belice.
Razones obvias y de peso indican que México no deberá sufrir de más ante los caribeños, aunque la experiencia reciente demuestre lo contrario. No cabe duda que el que con leche se quema, hasta al jocoque le sopla.
El sueco Sven Goran Eriksson ha viajado para observar a sus futuros pupilos y es captado frecuentemente haciendo apuntes en una libretita; bueno sería que aquellos que le ofrecieron el trono, perdón, la silla de entrenador, le fueran comprando un cuaderno más grande, pues tardará en conocer la realidad del futbol mexicano.
Lo cierto es que, quien quiera que concluya lo que pasa en nuestro balompié actualmente deberá guardar la proporción, es decir, ni el cuadro nacional es tan malo como el que se vio ante Argentina ni tan bueno como lució frente a Perú y sólo así avanzaremos en algo.
La realidad es que Jesús Ramírez ha aprovechado su corta estancia en el timón tricolor para promover a sus jugadores favoritos, lo cual no recrimino sino sólo señalo, al ser notorio que si por él fuera, la base del seleccionado seria aquel equipo campeón Sub-17 aunque en realidad todavía están lejos del alto nivel competitivo que se requiere para integrar la selección mayor.
Eriksson, por su parte, bien haría en pedir una especie de “equipo de transición” que le orientara en cuáles son los jugadores realmente con nivel para una convocatoria. Sí, ya sé que usted me dirá que es su obligación ver y probar jugadores pero el tiempo apremia y, si nos vamos a aventar “procesos” de 90 ó 100 convocados como suele ocurrir en nuestro medio, cuando voltee la cara, se puede estar perdiendo el boleto, Dios no lo quiera, para Sudáfrica.
El video del último encuentro jugado por el combinado nacional bajo la batuta de Hugo Sánchez en Londres puede ayudar bastante, puesto que, con la pena, fuera de aquellos jugadores que militan en clubes europeos, aderezados con unos poquitos y emblemáticos elementos del futbol casero, no se tienen, ni en cantidad ni calidad, futbolistas que hagan demasiada diferencia.
La eliminatoria va a resultar tan fácil o sufrida en base a la coherencia en las convocatorias. Si, como se estila, se cambia diametralmente de un juego para el otro la alineación, estaremos en presencia de un torneo para jugarse con el Jesús en la boca y el rosario en la mano.
Pero, insisto, Argentina no es tan superior como se vio en San Diego, ni México tan avasallante como pareció en Chicago. En la medida que esto quede claro, tanto Chucho como Sven quedaran tranquilos esperando cumplir con su misión.
Que así sea, por el bien del futbol mexicano.
