“La agresión sin resistencia es agresión liberada”.
Fedro
Por supuesto que es incorrecto que un país mande tropas, policías y aviones militares al territorio de otra nación. Esto constituye una violación a la soberanía del segundo país. Pero tampoco es correcto que un Gobierno permita el establecimiento en su territorio de una base guerrillera desde la cual se lanzan ataques y se secuestra a personas del primer país.
Uno puede entender la reacción airada del Gobierno ecuatoriano, encabezado por Rafael Correa, ante la incursión realizada el 1 de marzo en territorio ecuatoriano por un contingente de soldados, aviones y policías colombianos para destruir un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. En esa operación fueron muertos 15 guerrilleros colombianos y quedaron dos mujeres heridas, entre ellas, al parecer, una estudiante mexicana de filosofía de 21 años de edad. Entre los muertos estaba Raúl Reyes, el número dos de la jerarquía de las FARC.
“Es el atentado más grave contra la soberanía ecuatoriana cometido por Colombia al menos en lo que va del siglo”, señaló este pasado fin de semana el ministro de seguridad interna y externa de Ecuador, Gustavo Larrea. Pero es inevitable preguntarse: ¿por qué estaba ese campamento guerrillero en Ecuador?
Una posibilidad es que el Gobierno ecuatoriano, por simple ineficacia, haya ignorando que las FARC estaban operando desde su territorio. Esto no se puede descartar. Pero cuando menos hasta el momento en que escribo esta nota, el Gobierno ecuatoriano no ha negado que tuviera conocimiento de ese campamento.
El Gobierno colombiano, por su parte, ha afirmado que la computadora de Reyes, capturada en el operativo, contenía pruebas de que tanto Ecuador como Venezuela están cooperando con las FARC.
Si bien es lógico que Ecuador haya protestado por una incursión militar de Colombia a su territorio, no se entiende por qué no consideró igualmente violatorio de su soberanía la operación en su territorio de una guerrilla extranjera. Sobre eso el presidente Correa no ha dicho nada. Esto parece ratificar la sospecha de que el Gobierno ecuatoriano estaba consciente de la presencia de las FARC en Ecuador.
La acusación contra el Gobierno de Hugo Chávez en Venezuela es todavía más seria. El general Óscar Naranjo, jefe de la Policía Nacional colombiana, afirmó ayer que en la computadora de Raúl Reyes se encontró información que señala que “hay un pago de 300 millones de dólares gestionado por el Gobierno de Venezuela a las FARC”. Si ésta información es verdadera, no sorprende que el presidente Chávez haya reaccionado a un operativo colombiano en Ecuador con una movilización de tropas a la frontera con Colombia. También el general Naranjo afirmó que hay indicios de un cargamento de droga que las FARC habrían enviado a México, pero no presentó pruebas de su dicho.
Colombia está actuando con precaución. Ayer su Gobierno señaló que no mandaría tropas a las fronteras con Ecuador y Venezuela, a pesar de las movilizaciones de estos dos vecinos que amenazan con abrir dos frentes bélicos en contra de Colombia. La apuesta del presidente colombiano Álvaro Uribe es que ninguno de sus vecinos se atreverá a comenzar una guerra abierta y que, por lo tanto, no es necesario elevar el nivel de confrontación.
El Gobierno colombiano, por su parte, ya ha dado el golpe que buscaba al eliminar un campamento de las FARC, matar al segundo comandante de la guerrilla y evidenciar el respaldo que los gobiernos de Ecuador y Venezuela han aparentemente dado a la organización. Colombia, además, ha recibido el apoyo de Estados Unidos en este conflicto, lo cual obligará tanto a Ecuador como a Venezuela a pensarlo dos veces antes de emprender medidas militares en contra de Colombia.
La muerte de Raúl Reyes es un fuerte golpe psicológico pero no acabará con las FARC. Ésta es una organización que cuenta con alrededor de 10 mil efectivos, muchos de ellos jóvenes reclutados a la fuerza de zonas rurales pero muchos también comprometidos con la causa. Los grandes recursos que tiene la organización, por otra parte, le permiten tener una estructura muy profesional.
Más que agazaparse por la destrucción de su campamento en Ecuador, lo más probable es que las FARC busquen ahora dar un golpe fuerte al Gobierno colombiano. Necesitan contrarrestar el ruido generado por la muerte de Reyes y de sus compañeros. Esto podría ser un ataque contra algún cuartel militar colombiano o la realización de algún secuestro importante.
La familia de Ingrid Betancourt, por lo pronto, ha expresado miedo a que la ex candidata presidencial que las FARC mantienen como rehén sea asesinada en venganza por la muerte de Reyes. Pero matar a una mujer indefensa sería otro golpe enorme a la imagen pública de la guerrilla.
¿QUÉ HAREMOS HOY?
Apenas el pasado 1 de enero entró en vigor el tan discutido Impuesto Empresarial de Tasa Única, el IETU, pero ya el Gobierno del presidente Calderón ha ordenado que se baje su tasa. Al mismo tiempo, el mandatario introdujo ayer un nuevo subsidio a las tarifas eléctricas, lo cual es un golpe adicional a las finanzas de la Comisión Federal de Electricidad, que necesita capitalizarse para invertir y reducir realmente los costos de generación. Parece que no hay rumbo en lo económico. Da la impresión de que el presidente se levanta todas las mañanas y dice: “Y hoy qué vamos a hacer.” No es la mejor manera de administrar un país.