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Guerrilleros colombianos enraizados en Ecuador

Puerto Nuevo es un pueblo ecuatoriano de unas mil 700 personas, sin iglesia. Tampoco hay una estación de
Policía, ni puesto de control migratorio. (AP)

Puerto Nuevo es un pueblo ecuatoriano de unas mil 700 personas, sin iglesia. Tampoco hay una estación de Policía, ni puesto de control migratorio. (AP)

Agencias

Rudos jóvenes descamisados atestan la zona. Hombres más viejos llevan en hombros sacos de arroz, tanques de gas propano y otros de gasolina camino abajo al río y los cargan en canoas para su distribución a lo largo de la frontera con Colombia.

Los visitantes despiertan miradas recelosas.

Puerto Nuevo es un pueblo de unas mil 700 personas, sin iglesia. Tampoco hay una estación de Policía, ni puesto de control migratorio. Rodeado por la selva densa en un claro al Sureste del pantanoso río San Miguel, Puerto Nuevo es un caserío de tránsito. Y de las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

A lo largo de las dos últimas décadas, las FARC ha utilizado poblados en el lado ecuatoriano de la frontera para tareas logísticas, paso y descanso, con la tácita aprobación de los gobiernos en Quito.

Ahora, cuando este refugio se ha convertido en una zona más vital que nunca para los acosados guerrilleros, el nuevo Gobierno izquierdista de Ecuador asegura que está decidido a enviarlos de vuelta a su país.

En lo que va de año, las fuerzas de seguridad de Ecuador han destruido 34 campamentos de las FARC y seis laboratorios de drogas, decomisado más de dos docenas de fusiles, 68 kilos de dinamita e incluso una fábrica de morteros.

Sin embargo, en esas operaciones no fue capturado un solo rebelde.

Los funcionarios ecuatorianos afirman que los guerrilleros están tan infiltrados que incluso reciben avisos de antemano sobre cuándo llegarán los militares para una redada. Un comandante medio de las FARC, llamado Olbany, quien recientemente desertó, dice que el Ejército ecuatoriano incluso avisa por radio a los guerrilleros.

El jefe regional de Inteligencia ecuatoriana, coronel Javier Pérez, dijo que un oficial fue procesado y encarcelado en 2001 por pasar tales datos a los rebeldes. Pero, agregó, “desde entonces hemos adoptado mayores medidas de seguridad”.

Pero a pesar de ello, los ojos y oídos de las FARC aún están por todos lados a lo largo de los ríos San Miguel y Putumayo, que marcan la frontera colombiana en la región.

La Bermeja, un racimo de 15 simples viviendas cercanas a la fábrica de morteros, resucita durante los fines de semana.

“El 80% de la gente en ese pueblo es miliciano de las FARC o miembro del partido comunista”, dijo Olbany, un veterano de 23 años dentro de las FARC que desertó el 13 de mayo y pidió ser sólo identificado por su alias porque aún tiene familiares en la zona.

RAMPANTE CORRUPCIÓN

Por toda la zona, reina una corrupción rampante. La red de informantes y de proveedores de las FARC es amplia. De Colombia sale la base de coca, materia prima para fabricar cocaína. A Colombia llegan armas, alimentos, medicinas, ropas y lo que necesiten los rebeldes.

“Si sobrevuelas la frontera y miras al lado de Colombia, no hay nada más que cultivos de coca”, dijo el general Freddy Padilla, comandante de las Fuerzas Armadas colombianas, “mientras al lado ecuatoriano no hay nada sino densa selva con laboratorios de cocaína ocultos”.

Cualquier fin de semana, más del doble de la población de Puerto Nuevo pasa por el pueblo camino hacia y desde Colombia. El puesto militar ecuatoriano más cercano está a 38 kilómetros de distancia. Una base del Ejército de Colombia está mucho más cercana, como a cinco minutos en bote pasando por un caserío llamado Puerto Teteyé.

Los comandantes rebeldes brindan atención médica a sus heridos en Ecuador, ofrecen a sus combatientes retirados un capital inicial para que instalen sus propios negocios, crían ganado y almacenan armas, moviéndose con relativa facilidad ya sea por que mantienen relaciones estrechas con las autoridades locales o por que les pagan, dijo Olbany.

Aseguró que miles de combatientes de las FARC y muchos más colaboradores viven en Ecuador.

Después del ataque del 1 de marzo, aseguró, ayudó a evacuar del campamento bombardeado a 18 heridos hacia Puerto Nuevo, donde médicos les prestaron los primeros auxilios antes de enviarlos a hospitales en ciudades ecuatorianas.

Con la complicidad de las autoridades militares y policiales de Ecuador, dijo Olbany, “Puerto Nuevo es de nosotros”.

Pero si uno le pregunta a la gente sobre las FARC, la respuesta es silencio. El líder comunitario de Puerto Nuevo, José Reyes, niega cualquier presencia de las FARC en el pueblo.

“Por aquí, que de vez en cuando se pasan, pues se pasan, pero no operan en Ecuador”, dijo.

Reyes, quien vive en la casa más grande del pueblo, aseguró que sólo es un agricultor ecuatoriano.

“Es gran mentira”, dijo Olbany. “Es ex guerrillero de las FARC”.

Reyes dijo que le complacería ver puestos policiales ecuatorianos, pero para combatir lo que llamó secuestros y asesinatos de civiles a manos de soldados colombianos, quienes cruzan el río. Y una cosa está clara: como muchos en la zona, Reyes coincide con la causa rebelde.

“Mire, el hambre, el desempleo, el analfabetismo, la desnutrición, esas cosas no tienen frontera y el que lucha por un cambio de sistema, que lucha por las reivindicaciones para el pueblo tampoco debe tener frontera”, dijo.

“Las FARC son símbolo de libertad”, dijo Reyes. “El Che Guevara no tuvo fronteras”, agregó.

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Escrito en: FARC

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