En bicicleta o el kayak, el objetivo es el mismo, promover la cultura física y salvaguardar los recursos naturales. Abraham Levy y Felipe Cervantes protagonizan desde hace unos meses una dupla de exigentes travesías. El primero a bordo de un kayac y el segundo montado en una bicicleta. (El Universal)
Promueven deportistas cultura física y salvaguarda de la naturaleza.
En bicicleta o el kayak, el objetivo es el mismo: promover la cultura física y salvaguardar los recursos naturales.
Abraham Levy y Felipe Cervantes protagonizan desde hace unos meses una dupla de exigentes travesías. El primero a bordo de un kayak y el segundo montado en una bicicleta.
“Es un viaje que ha resultado más duro de lo que me imaginaba. He aprendido mucho de toda la gente y creo que conseguí mi objetivo pues muchas personas a mi paso se acercaron a la actividad física”, dijo Felipe vía telefónica desde Colombia.
El deportista de 22 años se encuentra a un paso de terminar un recorrido de 18 mil 587 kilómetros, desde Argentina a la Ciudad de México, con el único fin de promover la cultura física por todos los lugares en los que pase.
“Las experiencias han variado en todo mi recorrido pero lo que siempre me ocurre es que un ciclista se me une porque se dan cuenta de que vengo de lejos y me alientan con sus palabras. Muchos de ellos comienzan a practicar deporte motivados por mi meta”, comentó el pedalista.
No importa si es sobre una bicicleta, escalando rocas o en un paracaídas, desde los 17 años el objetivo del intrépido deportista es promover los beneficios de la actividad física y la buena alimentación.
“Creo que el deporte es fundamental en nuestra vida. No sólo por apariencia física sino salud. En México se practica muy poco ejercicio desde la infancia y ojalá mi travesía motive a muchos jovenes a iniciarse en el deporte”, dijo.
Abraham Levy recién culminó una expedición en kayak por las costas de México para el que tuvo que trabajar intensamente durante cuatro años. Recorrió más de 11 mil kilómetros de costa navegando por 16 estados de nuestro país durante 13 meses; solo, en medio de la inmensidad del mar, él y su kayak.
“Reflexiono y miro hacia atrás para recordar que comencé mi travesía a los 27 y ahora ya tengo 28. Fue complicado y muy riesgoso pero al fin y al cabo todo valió la pena”.
La mecánica de la expedición fue ingresar al mar y navegar alrededor de 40 kilómetros por día y regresar a tierra, montar campamento, comer y a la mañana siguiente continuar.
Levy vivió momentos de zozobra y peligro pero logró salir adelante con el apoyo de muchas personas que lo apoyaron durante su recorrido.
“Me siento orgulloso de lo que hice y me gustaría mostrarlo a otros por medio de conferencias, donde pueda inspirarlos a no temer a los retos”, finaliza.
