El medio ambiente es el entorno físico, químico y biológico que rodea y hace posible la existencia de los organismos vivos. No es igual en toda la Tierra, pero sí universalmente cambiante debido a causas naturales o antropogénicas. Siendo la biodiversidad la medida de calidad del entorno, encontramos lugares más favorecidos que otros, resaltando que ni aun los desiertos están privados de vida. México es rico todavía en biodiversidad y aun en endemismos, como lo son otras regiones pero, según estudios, ninguna está exenta de la depredación.
Por los años sesenta, leí un libro asombroso: Silent Spring (Primavera Silenciosa) de Rachel Carson, donde la autora evidenciaba a través de sus estudios el daño inmenso contra la Naturaleza que producían ciertas sustancias químicas utilizadas para la desinfección de campos agrícolas y a veces en los humanos (DDT por ejemplo). Se abatía muchas plagas, pero morían también otras especies no nocivas. Recuerdo que por aquel tiempo y por el uso de tales tóxicos, murieron aquí (en Torreón) envenenados algunos peones encargados de fumigar. Después de algunas décadas el uso del DDT fue prohibido, pero no sabemos la cuantía de saturación, sobre todo en suelos, que dejó tan peligrosa sustancia, pues no es degradable.
La publicación del libro trajo consigo tal avalancha de críticas y denuestos a la autora, por parte de los grandes fabricantes (Monsanto entre otros), que tuvo que venderse casi únicamente en Inglaterra. Las aguas bajaron y se vendió universalmente, quedando en evidencia la calidad de los trabajos de R. Carson y, sobre todo, la avidez de ganancias con que trabaja el capital, soslayando perjuicios irremediables para la vida, incluyendo al hombre.
Esta autora llamó la atención y seguramente acentuó el interés de investigadores ya preocupados por los factores que resguardan la vida en el Planeta, al punto de que hoy se encuentran miles de científicos y grupos ciudadanos cada vez más numerosos atentos a la tremenda mengua de la riqueza biológica debida a la contaminación del aire, del agua, de los suelos, la desaparición de especies a nivel mundial y la sobreexplotación de riquezas en general.
A pesar de este interés y de múltiples reuniones mundiales sobre el medio ambiente y su sustentabilidad… “a diez años del Convenio sobre biodiversidad (se refiere a la Cumbre de Río 92): 75% de las aves del mundo está disminuyendo, 25% de los mamíferos está amenazado con la extinción. En Brasil, desde la Cumbre, la deforestación ha aumentado cerca del 40%. Indonesia, un país megadiverso en cuanto a biodiversidad pierde una especie diaria”. (Martí Boada, 2003)
A ello se agrega el crecimiento poblacional (humano), mayor demanda-mayor depredación y polución, y el perverso sistema “neoliberal” que todo lo satura, y defiende a capa y espada su supervivencia, evitando la toma de conciencia propia y ajena del desastre obvio que está impulsando, que acapara y usa los medios masivos de comunicación, de la tecnología y del capital-moneda mismo, de los sistemas de educación, de la reyecía sobre la política y sobre los sistemas de organización social y productivos, si ello no se contrarresta firme y globalmente mediante propuestas más incluyentes y equitativas, podría decirse que la civilización actual “neoliberal” agonizará en breve.
Afamados pensadores tienen propuestas interesantes al respecto, las que, por cierto, toman en cuenta nuestra dependencia de, y pertenencia a un sistema natural con mejores posibilidades, tiempos y espacios correlacionados con el hombre y la sociedad y ambos en el medio ambiente como un todo.
La historia del hombre, de las civilizaciones, está estrechamente vinculada a la historia de su medio ambiente, el cambio de éste y sobre todo su depauperación trae por consecuencia la merma o desaparición de aquéllas. La vida no es privativa del hombre ni se gobierna aisladamente. Nos cuadre o no, somos uno con nuestro entorno; lo que beneficia a uno, beneficia al otro y viceversa.
La tecnología de punta, los descubrimientos, las metodologías acertadas, deben ser utilizadas para el bien común y el enriquecimiento, referido éste no sólo a la disponibilidad de bienes y servicios, sino al desarrollo de la especie y con ello una equilibrada coexistencia, solidaria con y cuidadosa de su entorno. No podrá haber sustentabilidad, mucho menos desarrollo, sin un cambio de mentalidad que oriente a actuar más mesurada y generosamente.
Si es de su interés, busque en Fondo de Cultura Económica la edición del libro El Planeta, Nuestro Cuerpo, de Martí Boada y Víctor M. Toledo, 2003.