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Hacinamiento y violencia marcan cárceles venezolanas

La sobrepoblación carcelaria ha excedido entre un 30 y un 40 por ciento la capacidad de los centros penitenciarios en los últimos diez años en Venezuela. (Archivo)

La sobrepoblación carcelaria ha excedido entre un 30 y un 40 por ciento la capacidad de los centros penitenciarios en los últimos diez años en Venezuela. (Archivo)

AP

En el año 2007 la violencia carcelaria arrojó 498 muertos y más de mil heridos en una población de poco más de 20 mil reclusos.

El olor a pólvora, humo y gases llenan el pasillo que conduce al comedor de la cárcel. Octavio García no distingue muy bien lo que tiene a poco más de dos metros de distancia, pero se lanza a gatas en medio de la confusión. Resbala en un charco de sangre hasta que da con alguien herido y lo arrastra por los brazos, poniéndolo fuera del alcance de las balas.

“En esos momentos uno no piensa en el peligro, no hay miedo”, dijo García. “Sólo quieres sacar (rescatar) al que esté vivo”.

Así recuerda este ex presidiario de 41 años uno de los tantos motines o enfrentamientos entre bandas rivales en una prisión venezolana. En el año 2007 la violencia carcelaria arrojó 498 muertos y más de mil heridos en una población de poco más de 20 mil reclusos, según el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), Organización No Gubernamental que vela por los derechos humanos en las cárceles.

El informe del primer semestre de 2008 emitido por el Ministerio del Interior y Justicia arroja patrones similares.

“Uno de los principales problemas del sistema penitenciario venezolano es el hacinamiento. La infraestructura es para 15 mil reclusos y casi todos los recintos están abarrotados, no tienen condiciones mínimas decentes”, dijo Humberto Prado, director del OVP. “(Los reclusos) Sólo sobreviven”.

Al cierre del mes de agosto de 2008, las estadísticas del OVP y del Gobierno coinciden en más de 260 muertes y más de 400 heridos por violencia, a pesar de los intentos que hace el Gobierno venezolano por humanizar las cárceles.

Según la Dirección General de Rehabilitación y Custodia del Recluso, la sobrepoblación carcelaria ha excedido entre un 30 y un 40 por ciento la capacidad de los centros penitenciarios en los últimos diez años.

Haciéndose eco de esta situación de sobrepoblación carcelaria, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha exhortado al Gobierno venezolano a adecuar las condiciones de vida en los penales a los estándares internacionales y a resolver el problema del hacinamiento. “Uno ahí dentro (en la cárcel) tiene que luchar por todo, hasta por un metro (cuadrado) de piso para descansar”, dijo José Sánchez, un ex presidiario de 35 años que lidera a ‘Liberados en marcha’, una fundación cristiana para ayudar a ex reclusos.

Ysmel Serrano, director de Rehabilitación y Custodia, declaró que en agosto de 2008 los recintos penitenciarios albergaban a más de 23 mil 400 reclusos.

El presidente Hugo Chávez decretó emergencia penitenciaria en 2004 y activó un Plan de Humanización, concebido de 2006 a 2013. Pero desde entonces se ha incrementado el número de muertes violentas en las cárceles.

Según datos de la OVP confirmados por el ministerio del Interior y Justicia, mil 570 personas han muerto en hechos violentos dentro de las cárceles en los últimos tres años y medio, luego de activado el plan de humanización.

Serrano reconoce las fallas del sistema y las atribuye en buena medida a “la falta de continuidad administrativa, (pues) no se siguen los planes”. Este funcionario, que asumió el cargo en marzo, es el 16 director de prisiones en los nueve años de Gobierno de Chávez. En ese lapso también ha habido once ministros del Interior y Justicia.

PROBLEMA ‘HEREDADO’

Serrano sostiene que la crisis carcelaria es un problema “heredado” de administraciones y Gobiernos anteriores, y que hay un problema de fondo, “estructural, de cultura, de pensamiento”. “Es un ‘submundo’, con el respeto que merecen los seres humanos que ahí habitan”, señala el funcionario.

Prado, un ex recluso, coincide y dice que la crueldad “parece haberse incrementado”, como lo reflejan los cadáveres cortados en pedazos y colgados de columpios luego de una riña en la cárcel de Anzoátegui en junio de 2007.

Prado considera que “el interno responde al tipo de ambiente que pisa, se fortalece la maldad interna”. Agrega que los reclusos a veces tienen “un armamento que es superior al de las propias autoridades”.

El tráfico de armas, drogas y aparatos electrónicos dentro de las prisiones es uno de los factores que contribuyen a la violencia. “Incluso existen tarifas para cada uno de los servicios”, cuenta Prado.

Las mismas autoridades reconocen que los cuerpos de seguridad tienen parte en este negocio de las prisiones. Serrano dijo que le han “puesto las esposas” a varios de sus funcionarios. En su informe del primer semestre de 2008 las autoridades revelan haber decomisado casi mil 800 armas blancas, 600 armas de fuego, casi 8 mil 800 alijos de droga y casi 12 mil 500 objetos prohibidos que incluyen teléfonos celulares, cargadores y municiones. En los penales más peligrosos la Ley imperante es la de los reclusos, divididos en bandas que gobiernan en ciertos sectores. Los líderes son llamados “pranes” y también tienen poder fuera de los centros penitenciarios, con sistemas de comunicación que van de mensajes con familiares hasta celulares que sobreviven a las requisas.

“Aunque nos duela, las cárceles en Venezuela fueron concebidas como depósitos de seres humanos, reclusos y funcionarios, y ellos desarrollaron sus reglas”, dijo Serrano. “Yo sé lo que es ver un ser humano herido por mí. Yo pasé de matar a rescatar, a tratar de salvar vidas”, dice García, aludiendo a su conversión a la fe cristiana. Marcado con varias cicatrices en el rostro, García estuvo preso desde los 13 hasta los 37 años, varios de ellos en cuatro de las más peligrosas cárceles de Venezuela.

HUMANIZACIÓN DE CENTROS

Para humanizar las 30 centros penitenciarios del país, el Gobierno de Chávez pretende descongestionar los penales. Se anunció la construcción de seis recintos que albergarán 3 mil reos, de los cuales ya se inauguró en junio el de Coro, estado Falcón, a 300 kilómetros al Oeste de Caracas, con capacidad para 850 personas.

Ramón Rodríguez Chacín, ministro del Interior y Justicia hasta principios de septiembre, prometió “verdaderas cárceles socialistas, donde los internos serán rehabilitados y reinsertados” en la sociedad.

Los presos son llamados ahora “privados de libertad” y Serrano explicó que se trata de “integrar a los familiares para bajar el nivel de violencia”, con actividades culturales como teatro y una publicitada Orquesta Sinfónica Penitenciaria.

A finales de agosto esta orquesta, integrada por 194 reclusos, hombres y mujeres de cuatro centros carcelarios, ofreció su segundo concierto en Caracas, en el Teatro Teresa Carreño, el más grande e importante del país. Esta experiencia musical, única en el mundo, pretende “darle herramientas a los privados de libertad para facilitar su reinserción a la sociedad”, explicó Serrano. El funcionario indicó que se tratará de separar a los reclusos de acuerdo a su nivel de peligrosidad, “porque ahora están todos revueltos”.

Otro de los problemas de los penales es la demora en procesar los casos. Tan sólo el 34% de los reclusos ha sido enjuiciado y condenado, en tanto que casi el 60% tiene sus procesos demorados, de acuerdo con OVP y la Organización No Gubernamental venezolana Provea, que vela por los derechos humanos.

Prado afirmó que las cárceles pueden representar “una pena de muerte” y que muchos reclusos mueren en prisión mientras esperan ser enjuiciados. El Gobierno espera combatir los retrasos procesales mediante “tribunales itinerantes”, explica Serrano. Esos tribunales, integrados por jueces, fiscales y abogados defensores, han atendido “más de 4 mil expedientes de privados de libertad en seis meses”, indicó.

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