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Hambre

Federico Reyes Heroles

Para Carlos en sus 80, por la amistad más allá de las líneas.

Barack Obama sacudió a una nación y tocó al mundo. Convenció a la mayoría de su país y provocó a sus adversarios. Ciudadanos ausentes de la política ahora salieron a votar creyendo en la magia de esa individualidad que cuenta. Los jóvenes, casi siempre desilusionados de los circos de la política, acompañaron al demócrata con dólares y con votos. Los porcentajes de votación son históricos. La movilización fue apasionante; el uso de los viejos instrumentos, (giras, encuentros con ciudadanos, entrevistas, radio y televisión) combinados con los nuevos, (gingles de rap, YouTube, Internet, etc.) descubrieron al mundo las potencialidades de la nueva política. Hay un antes y un después de 2008.

También habló la Historia. El País lo recuerda: Lincoln y su Ley de Emancipación de 1863 que declaró libres a todos los miembros de la Confederación. La catorceava enmienda de 1868 que convirtió en ciudadanos a todos los afroamericanos. El voto para ellos en 1870; la resistencia ante lo inevitable de la Suprema Corte que defiende la segregación en el Sur en 1896. La eliminación de Truman a la segregación en el Ejército en 1948. El fallo de la Suprema Corte hasta 1954 que declaró inconstitucional la segregación racial en las escuelas. Rosa Parks negándose a ceder el asiento a un blanco en 1955; las movilizaciones de Luther King y su posterior asesinato; la lenta incorporación de los estudiantes afroamericanos a las universidades; el primer ministro de la Corte de esa misma minoría en 1967; el asesinato de Malcolm X y la represión en contra de las exigencias de regulación del voto. La lucha de Jesse Jackson en las primarias de 1984. El primer gobernador afroamericano en 1989; Collin Powell primer secretario de Estado afroamericano. Es una historia larga y reciente que culmina con Obama en 2008.

Pero 2008 también será piedra de toque en la recuperación de la biografía en la política. En los Obama hay biografía. Él, hijo de keniano y blanca de Kansas, crecido en Indonesia y Hawai, opta por el activismo en los barrios pobres de Chicago. Es sin embargo educado en Columbia y Harvard. Mulato, no habla como afroamericano sino miembro de la elite más educada de los EU. No adopta el código del resentimiento sino el de la movilidad y el éxito plausibles. Ella, Michelle, descendiente de esclavos, afroamericana, crecida en las zonas pobres que son muy pobres, también de Chicago, cruza por Harvard con los mejores rendimientos y despliega sus capacidades profesionales como abogada. Los dos son símbolo del éxito a través de la educación y el mérito. Esfuerzo y educación que contrastan con la segunda generación Bush que pisotea al mundo sin siquiera darse cuenta de su ignorancia. Los Obama derrotan a la burocracia partidaria, derrotan al poder económico instalado en la Casa Banca y derrotan a los mitos que castran a la política. Saben leer un país diferente que estaba allí esperando un liderazgo.

Paradójicamente el mundo aplaude el nuevo liderazgo en la por muchos odiada potencia. Hay una contradicción implícita: si tanto es el odio a los EU ¿por qué aplaudir al nuevo líder? La respuesta pareciera nacer del pragmatismo: un imperio, así se encamine como afirman algunos a la decadencia, puede hacer mucho mal. Dos guerras pendientes, la siembra sistemática de fobias y odios, la insensibilidad como sistema, el renacimiento de la guerra fría con Rusia, el alejamiento de América Latina y de buena parte de Europa, la incapacidad para propiciar paz, en resumen la prepotencia y arrogancia de Bush dejan una larga estela en el mundo. Como condimento el desfile de las grandes empresas en la reconstrucción de Irak y la expansión de una nueva era de armamentismo con el cual lucran personajes cercanos a la dinastía. Hay más.

Pero la palabra liderazgo genera suspicacias. De entrada es liderazgo porque frente a las frivolidades de Sarkozy, o frente al nuevo cacicazgo de Putin, o la estolidez de los Kirchner, los Ortega, Morales o Chávez, son pocos los mandatarios que muestran madera de estadistas. Obama brilla en un mundo con pocas mentes claras en el poder y una brutal ausencia de principios. Esa es quizá la esencia del fenómeno Obama: se quiere creer que el próximo presidente de los EU lleva un tejido ético diferente. Es liderazgo porque ese tejido ético en este momento del mundo puede hacer la diferencia, como lo hicieron Roosevelt al poner de pie a su país o Churchill que inyectó esperanza y decisión entre las bombas. Obama hereda un país quebrado, pero de instituciones fuertes que toleraron ocho años de naufragio en la Casa Blanca. Pero también hereda un mundo que no puede prescindir -todavía- de la sensatez en la superpotencia. Las tensiones regionales, en Oriente Medio, en el mundo del Islam, las raciales, religiosas, las provocadas por las migraciones en África. Pero también están Corea del Norte o Cuba, el problema de los misiles en el centro de Europa, la debilidad de la ONU y en general de los foros multilaterales. Qué decir del calentamiento global, problemas que demandan una sensatez que va más allá de las fronteras de los EU. Esa hambre de liderazgo recibe a Obama con los brazos abiertos. Ojalá y esté a la altura.

*****

Lo ocurrido el martes pasado es una tragedia, en lo humano para familiares y amigos de los servidores, incluido Calderón; también para los deudos de los muertos y heridos en la calle; lo es en lo político, es nacional. Fue un avión pequeño aterrizando, imaginemos uno grande despegando, regando toneladas de combustible. ¿Cómo oponerse a un nuevo aeropuerto para la capital? Qué esperamos.

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