Después de dos intentos fallidos, los Gobiernos de Morelos y México obtuvieron del Gobierno Federal autorización para construir la carretera Lerma-Tres Marías, que ha sido concesionada al Grupo Hermes, a través de su empresa Alcance total, de cuyo consejo de administración es presidente el ingeniero Carlos Hank Rohn. El proyecto ha sido impugnado por las comunidades de la comarca, un grupo notable de investigadores académicos y varias agrupaciones civiles, como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), Acción ecológica, Guardianes de los árboles y Greenpeace, que ayer expidieron un boletín titulado: “Traiciona Semarnat al gran Bosque de agua”.
Aunque no ha publicado la resolución correspondiente en la Gaceta ecológica, que es su órgano oficial de información, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales anunció el lunes que bajo condiciones que juzga excepcionales, la vía puede ser construida (o continuada, pues su tramo inicial mexiquense está ya en obra). De ese modo la Semarnat cedió al fin a la presión de los gobernadores Marco Antonio Adame Castillo y Enrique Peña Nieto para la realización de una carretera que, en primer término, beneficia al concesionario de la ruta, que atraviesa el municipio de Santiago Tianguistenco, donde se halla la que fuera sede emblemática del profesor Carlos Hank González y algunas de sus instalaciones fabriles.
La autorización incluye medidas para mitigar el impacto ecológico de la vasta obra, para evitar por ejemplo que el agua de lluvia se pierda sobre el asfalto, disminuyendo con ello el reaprovisionamiento de los mantos freáticos en una zona que genera la mayor parte del líquido utilizado en la región central del país.
Pero se trata de medidas insuficientes, presentadas como garantía de protección ambiental, admitidas por la empresa concesionaria aunque ello implica un incremento sustancial de sus costos. Ya comienzan a ufanarse las autoridades y el beneficiario de que se trata de la primera carretera ecológica del país.
No es así. Pero si lo fuera, su trazo y su funcionamiento alterarán de todos modos las condiciones de vida de una vasta región, que debieran ser garantizadas en ese ámbito por la autoridad federal. Apenas el 28 de mayo pasado, más de 120 organizaciones ambientalistas de México y otros países, y sesenta investigadores mexicanos solicitaron la cancelación del proyecto. Estos últimos, miembros de institutos y centros de la Universidad Nacional, así como de la UAM y la Universidad de Morelos, se dirigieron al presidente de la república, a los gobernadores mencionados (y al jefe de Gobierno del DF), y a los secretarios del Medio Ambiente y de Comunicaciones, para hacerles saber su preocupación por la inminencia de la obra, ya que “este proyecto compromete el futuro inmediato de la sierra del Ajusco-Chichinautzin-Zempoala y las ciénegas del Lerma, región que abastece de agua a treinta y cinco millones de mexicanos y alberga el dos por ciento de las especies de flora y fauna mundial.
“La información científica proporcionada por investigadores del Centro regional de investigaciones multidisciplinarias de la UNAM, UAM-Xochimilco y la Universidad Autónoma del estado de Morelos muestra, sin lugar a dudas, que de construirse dicho proyecto carretero, éste causaría daños irreversibles a los ecosistemas forestales del Área natural protegida del corredor biológico Chichinautzin y de la serranía ubicada entre el Distrito Federal, Morelos y el Estado de México.
Actualmente, el diez por ciento de la flora y fauna de estos ecosistemas se encuentra en peligro de extinción debido, principalmente, a la pérdida de su hábitat, ocasionada por el avance de la frontera agropecuaria y el desarrollo urbano. La construcción de esta carretera aceleraría el crecimiento urbano de la zona, lo cual afectaría en el mediano plazo la mayor cuenca hidrológica endorreica de la región y comprometería el abasto de agua de la tercera parte de los habitantes del país.
“Tenemos conocimiento de que actualmente existen varias carreteras en operación, y otras proyectadas, que comunican a Cuernavaca con Toluca, por lo que la autopista Lerma-Tres Marías no es vital para el desarrollo de la región. En cambio, la protección y restauración de estos ecosistemas boscosos es estratégica y determinante para garantizar el abastecimiento de agua regional y la oferta de los servicios ambientales que, en el marco del fenómeno de calentamiento global y otros agentes de cambio climático, hoy más que nunca debemos conservar por tratarse de un asunto de seguridad nacional”.
Desatenta a esa argumentación, y como si ignorara la Ley General De Equilibrio Ecológico y de Protección Al Ambiente, e ignorara también que conforme a esa norma son áreas naturales protegidas las que cruza la autopista autorizada, la Semarnat más que adoptar criterios científicos y técnicos como es su obligación, oyó la voz del desarrollismo a ultranza, promovido por Hank Rohn.
Éste heredó el vasto caudal formado por su padre, y lo ha acrecentado, valido de la influencia política que el profesor Hank González pudo todavía ejercer en su provecho. La fortuna de esa familia se concentra hoy en el grupo financiero Interacciones y en el Grupo Hermes, que incluye la constructora Alcance total, que a través de sus filiales La nacional y La peninsular construye las presas de El cajón y La yesca. Ello, sin contar su empresa transportista, base desde hace 55 años de esa riqueza legendaria.