La elegancia y experiencia de “la Rioja” quedó de manifiesto en el escenario. (Fotografías de Sergio Reyes)
Ante un eufórico público, la bailarina lagunera se despidió anoche de su gente y del TIM.
Vibrante, moderada, pero inolvidable, así fue la presentación de Pilar Rioja en el Teatro Isauro Martínez dentro de su gira de despedida.
Seduce, golpea, susurra, acaricia y de pronto para en seco, su taconeo es indescriptible, como tocado por el agua, otras veces por el viento y otras tantas cae como una piedra.
Bastó un sólo movimiento de su mano para que el público se rindiera a su “duende”, que como se le dice a la gracia y magia que provoca una bailarina en la danza española.
Y la Rioja tiene un “duende” inextinguible, inagotable y cada vez más luminoso, al cual el público se entregó y se mostró generoso en aplausos y ovaciones para la lagunera que tan femenina, aparecía de pronto como un ángel bravo en un vestido blanco con vuelo bailando Las Alegrías, que como una verdadera torera con pantalón, camisa blanca y el cabello impecable; con fuerza, determinación un gesto imponente que arrancó de nuevo la ovación del público pues en esta Farruca la Rioja demostró su entereza física y la precisión de sus movimientos logrando en cada momento un diálogo perfecto entre sus tacones y el sonido de las guitarras.
El tercer número fue Taranta un solo de guitarras que envolvió el teatro de un ambiente muy festivo y español, a cargo de Alfonso Cid, Lolo Jiménez, José Luis Negrete, Antonio Muñoz, Arturo Martínez y Marco Núñez.
Pero fue en el cuarto número cuando el rojo invadió el recinto, el escenario se encendió no solamente por la iluminación, sino porque la Rioja entró pisando suave y profundo, con un exquisito vestuario de Guillermo Barclay quien desde sus inicios ha vestido a esta reina de la danza.
Sus movimientos lograban destacar el vestido a manera que parecía que la bailarina emergía de en medio de un ramo de gigantescos claveles rojos.
El quinto número de la noche fue un solo de canto denominado Bulerías, iluminado en azules, melacólico como si fuera una noche de luna en la que suena el eco de una canto adolorido y hondo.
Finalmente la Rioja bailó Tientos y Tangos, un número especial en el que destacó su increíble vitalidad pues en las tablas se vuelve como una escultura flexible y estilizada un final impactante que por supuesto mereció una ovación por el público que no dejó de aplaudir a la artista, quien además mostró una riqueza interior capaz de transmitirse a través de sus movimientos, de su danza, dejando muy claro que cuando alguien nace destinado a hacer algo, lo va a hacer durante toda su vida.
La magia del ‘duende’
Horas antes de su presentación, Pilar Rioja ofreció una conferencia de prensa en la Sala Elías Murra del TIM, en donde platicó de su vida y de lo mucho que ama la danza.
Aseguró que aunque ya está en plena gira de despedida, ella seguirá ligada a la danza durante toda su existencia.
“Aunque ya no hago todos los bailes que hacía antes, yo me he ido acomodando a como va mi cuerpo”, y confesó que siempre antes de salir a escena siente los mismos nervios, además de que lleva una preparación antes de subir y bailar.
“Hay que hacer mucho calentamiento, prepararse psicológicamente, a mí me gusta ir con bastante tiempo al escenario, pasear por él, yo creo mucho en las vibras, eso se siente, no se puede explicar”.
Además, la maestra Rioja informó que como parte de esta gira se está itinerando una serie fotográfica de su trayectoria bajo el título La Magia del Duende, de la creación de su hermano Eduardo Rioja, con los mejores momentos.
