Los datos recientemente publicados acerca de los pozos del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (Simas) de Torreón que rebasan el límite máximo de concentración de arsénico de la Norma Oficial Mexicana (NOM), confirman lo que desde hace tiempo han advertido los ambientalistas: la sobreexplotación del acuífero ha ido mermando la disponibilidad y calidad del agua para consumo humano, lo cual pone en riesgo la salud de los habitantes, además de ensombrecer el futuro de la región.
Según los resultados del último estudio elaborado por el Simas, de las 77 norias habilitadas para extracción de agua destinada al consumo humano, 13, es decir, el 16 por ciento, presentan una concentración de arsénico superior a la permitida por la NOM 127-SSA1 de la Secretaría de Salud, que es de 0.025 miligramos por litro.
No es un misterio la toxicidad del arsénico, pero vale la pena recordar que la intoxicación aguda de este elemento ocasiona en los seres humanos diarrea, vómito, convulsiones y hasta la muerte por colapso circulatorio, y que la intoxicación crónica —que es a la que estaría expuesta la gente que ingiera frecuentemente el agua de las norias con alta concentración del elemento— provoca debilidad general, anemia e incluso parálisis.
Comúnmente se dice que mientras más explotado esté o profundo sea un pozo, más arsénico tendrá el agua que de él se saque. Por eso llama la atención que la noria con mayor contaminación en Torreón sea una que acaba de perforarse hace no más de un año y medio, la que surte de agua a la colonia de reciente creación Residencial Senderos.
Pero el hidroarsenicismo parece preocupar a todos menos a las autoridades. La muestra la dio Alberto Díaz de León, gerente general del Simas, cuando al cuestionamiento de qué estaba haciendo para enfrentar la situación que evidenciaron los resultados del estudio que el propio organismo a su cargo realizó, respondió que tenía que revisar el documento.
Mucho se ha hablado ya del problema en la región, pero la realidad es que muy poco se ha hecho para solucionarlo. Y por lo visto, al menos en lo que respecta a Torreón, no hay que esperar que esta situación cambie durante la actual Administración. Mientras las autoridades se deciden a actuar, miles de personas continúan bebiendo agua envenenada con arsénico.