Hijos únicos, tendencia poblacional en aumento
En México, desde 2006 se perfila un grupo de mujeres que viven en pareja y que no desean descendencia
Los hijos únicos nunca han tenido buena fama. Se les tacha de egoístas, envidiosos, caprichosos y sobreprotegidos. Psicólogos del siglo pasado como Alfred Adler decían que los hijos únicos tenían serias dificultades con cada actividad independiente y que tarde o temprano se convertirían en unos inútiles en la vida.
Esas definiciones para los psicoterapeutas de esta época son injustas, pues tener o no hermanos, no define a una persona.
No hay cifras oficiales de cuántos mexicanos pueden ser hijos únicos, pero los demógrafos aseguran que las parejas que desean tener sólo un hijo van en aumento.
En 2006, el Consejo Nacional de Población (Conapo) registraba una tendencia a tener sólo un hijo. Catherine Menkes, investigadora, dice que en el estudio Situación Demográfica del Consejo, “en México, de las mujeres con cero hijos, únicamente 87% desea tenerlos, y de las que tienen un hijo, 72.5% desea más, por lo que está perfilándose un grupo cada vez más importante de mujeres que viven en pareja y que no desean descendencia o que se sienten satisfechas con un solo hijo”.
En China existen 80 millones de hijos únicos; expertos de ese país han realizado diferentes pruebas psicológicas y empíricas para demostrar que son iguales que los que tienen hermanos.
Para Liz Basáñez, psicóloga del Centro Especializado en Depresión y Ansiedad (Integra), es verdad que siguen ciertas tendencias, pero “es muy delicado generalizar que todos cuentan con características negativas, porque todo dependerá de los padres que les toquen”.
La convivencia con hermanos enseña al individuo aprender a negociar, a tolerar la frustración y le aclara que el mundo no gira alrededor de él. “Con los hermanos se aprende a manejar la envidia y los celos, características emocionales que experimentan todos los seres humanos, pero cuando no se tiene hermanos también existe la posibilidad de aprender a manejarlas de una manera adecuada”, dice la psicoterapeuta.
La envidia es una falsa creencia de que el individuo piensa que todo lo merece y con los celos cree que las personas le pertenecen. Por eso, con la ausencia de hermanos se tiende a crecer egoístas y no saben compartir con alguien que “les haga sombra”.
Para contrarrestar esto no es suficiente que el niño conviva con otros pequeños en la escuela. Es necesario que se desarrolle en un ambiente de niños, no sólo de adultos, que conviva con primos, que tenga una familia extensa con la que aprenda a compartir y competir, dice Liz Basáñez.
En la Red se defienden
Los han marcado tanto que tienen blogs en Internet donde se defienden y le gritan al mundo que no son inútiles ni caprichosos. Aquí unos ejemplos. Él se hace llamar Martarías y dice: “Siempre que me veo expuesto a la pregunta de si tengo hermanos y digo que soy hijo único, me dicen: ‘Ah, entonces no sabes hacer nada’. Ahí me pregunto, ¿acaso ser hijo único es ser un inútil? Un día empecé a ver a mi alrededor a los hijos únicos: un drogadicto, un arribista, uno que nunca hizo nada de su vida; encontré la diferencia donde los padres tienen mucho qué ver, creo que soy una buena persona, con buenos valores y a lo mejor un poco pesado, pero agradezco lo que me dieron y supieron diferenciar entre criar y malcriar”.
Ella es Andre@ y en otro blog establece: “La gente dice: ‘¿Cómo, hija única?, ¡ay!, qué consentida debes de estar’, y efectivamente se recibió más amor, pero también más regaños y responsabilidades”.