Centro de Desarrollo para Personas Ciegas y de Visión Baja
(SEGUNDA PARTE)
“¡Hola por la mañana. Soy Manolo el mismo de ayer!”, así saluda Manolo, mi hijo de ocho años, cuando amanece. Es de él de quien continuaré platicándote, de la experiencia en nuestra familia sobre el proceso en que él empieza a conocer su realidad, pues a esta edad ya es consciente y se da cuenta de que no “ve” de manera normalizada como la mayoría de la gente. Después de comentarte el domingo pasado que era importante decirle desde bebé frases como: “mira con las manos”, “acércate más para ver” o “bajarás cinco escalones”, hay una parte importante que se da como acompañamiento en este proceso: elevar su autoestima. Entonces, siempre hemos resaltado sus cualidades, como por ejemplo: “no sé a qué huele ¿me puedes decir tú?”, “¡recuerdas la melodía que le gusta a tu papá? Cántala, o ¿qué tipo de transporte está pasando por la calle, camión, tractor, moto o auto? Esto por el sonido del motor y llegará el momento que hasta la marca de los autos podrá decir. También por sí solo ya imita las voces de algunos locutores o personajes de caricaturas. Así es como adquiere sentido del humor y la habilidad de diferenciar sonidos, entonces hemos aprovechado y desde pequeño escucha diferentes tipos de melodías, lo hemos motivado a que juegue con diferentes instrumentos musicales, incluso que él cree su propia música. Hoy ya le damos una educación formal de música; y es capaz de sacar melodías en el teclado con sólo escucharlas. Esto ha servido para que él tome algunos comentarios, aunque sin mala intención, como espontáneos y naturales. Logramos que estas actitudes y cualidades sean parte de su personalidad, y que otros compañeros se rían de sus chistes, sepan que toca música o que vean como lee en otro código, como el braille. Entonces estas habilidades hacen que la discapacidad simplemente se haga a un lado y toman de él el valor de lograr algo que se ha propuesto, como lo hacen otros compañeros al aprender pintura, inglés, etc.
Manolo sólo es un ejemplo. Muchos papás de niños de Ver Contigo, también podrían contar un sinfín de anécdotas que están haciendo de sus hijos un caso exitoso. Recuerdo a Sugey de siete años, también de visión baja, quien el pasado día del niño, en la convivencia con los alumnos del Colegio Español, estiraba de la mano a su madrina (alumna de servicio social) para que la llevara casi corriendo a los juegos mecánicos para aprovechar y subirse a todos. Ella en ese momento no sentía ninguna limitación. Distingo: una persona sensibilizada le acompañaba; una escuela preocupada propició el espacio y se preparó; empresas socialmente responsables y particulares donaron juguetes, refrigerios, etc.; Ver Contigo, capacitó a maestros y alumnos para un mejor acercamiento, papás permitieron que su hijo se despegara de ellos (principio de la autonomía) y Sugey, como otros niños, hizo lo mejor: disfrutar y ser ¡FELIZ!
Está en nosotros, las personas que estamos alrededor de cualquier niño con visón baja o ceguera, quienes podemos hacer florecer las capacidades que tienen y los talentos que cualquier niño guarda. Muchas personas como tú, incluso sin conocer a algún niño en especial, puedes ser el instrumento, la guía, para que más niños logren gozar tener una vida feliz a lado de quienes les forman y enseñan. Siempre hace falta tu aportación de manera humana o económica. Te esperamos en Julio Luján número 101 Col. Amp. Los Ángeles, Torreón, teléfono 711-10-99 ó 712-98-94. Continuaré con la tercera parte de este bloque el próximo domingo.
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