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Alonso Fernández

Centro de Desarrollo para Personas Ciegas y de Visión Baja

Esperando que estén disfrutando de un buen domingo, esta semana les empezaremos a hablar sobre un tema de suma importancia y lo es la discapacidad o, mejor dicho, la incapacidad.

No hablo de aquélla que es física, visual, motora, cognitiva o auditiva o ninguna de ellas sino de la discapacidad impuesta.

Con este término me refiero al tipo de incapacidad e inhabilidad de poder realizar algún tipo de acción o actividad debido a una imposición de un tercero, ya sea el padre, la madre, el jefe, el amigo o alguien más.

Es así que muchas personas sufren de discapacidad impuesta. Y éste es un problema sumamente grave, tanto para las personas de la sociedad en general y, con mayor gravidez, en los casos con personas que sí sufren de alguna limitación física o intelectual.

Al imponer límites —agregados a los ya presentes— a las personas con discapacidad estamos coercionando su libre desarrollo y potencial. Todos tienen las habilidades necesarias para poder lograr ser autónomos e independientes en varios de los aspectos que rigen su vida.

Hablemos concretamente de los niños que sufren de esta discapacidad impuesta mediante sus padres. Los pequeños están en una etapa de desarrollo en donde todo lo que les dicen, especialmente de sus padres, se convierte en una ley. Por lo tanto, al imponerles ciertas limitantes, el niño se verá imposibilitado, aunque tan sólo inconscientemente, por esta sugestión puesta como carga ante la mente del pequeño.

Es así, entonces, que muchas personas, discapacitadas o no, sufren de pequeñas limitaciones en su quehacer diario. Un cosquilleo cuando van a intentar algo nuevo, o que les proponen realizar algo, un susurro tan sólo que nos dice, “No vas a poder”, “Ni para qué lo intentas”, “Tú no puedes hacer eso”. Inclusive el pensamiento de “Esto es cosa de hombres”, o “Esto nomás lo hacen las mujeres”, es un condicionamiento que se nos ha venido imponiendo desde la infancia.

La meta, o por lo menos lo que nos debemos proponer, es romper con estas barreras, tanto nosotros como personas ya predisupuestas y con discapacidad impuesta, tanto como los actuales y futuros padres que deben ser más considerados y pertinentes a la hora de dirigirse a sus hijos, para tratar de hacerlos más independientes y de hacerles ver que son capaces de todo aquello que se propongan; como bien nos enseñó el pequeño pececito Nemo con su padre, que a pesar de todas las adversidades, uno es capaz de realizar lo que menos se imagina.

Un saludo y hasta la semana que viene.

Punto de contacto:

alonso.fernandez@vercontigo.org.mx

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