¡Bienvenidos! Te doy esta bienvenida a ti como lector, a los niños, niñas y jóvenes que están regresando a las aulas para completar su formación y también se la doy a todos aquéllos que le sonríen a la vida y saludan cada día que entra.
En Ver Contigo estamos contentos porque estos días inicia un nuevo ciclo en la vida de muchos de nuestros niños y niñas ciegos y de visión baja. Especialmente para todos aquéllos que se encuentran emocionados porque ya entrarán a clases, a primero de primaria, y sobretodo en una escuela regular. Son ocho niñas y niños que entrarán por primera vez a una escuela, donde se encuentran deseosos de aprender, especialmente ya que están preparados con las herramientas adecuadas para hacerlo, las cuales a través de sus terapias aquí en Ver Contigo han adquirido; además que ya cuentan con sus libros de texto gratuitos de macrotipo o braille, según sea el caso. Además de ellos, 24 niños y niñas más vuelven a sus escuelas para continuar con su educación y prepararse cada día más para la vida futura. Todo esto rodeados de un ambiente de convivencia, en donde se encuentran integrados con el resto de sus compañeros de escuela.
Con el regreso a clases surgen nuevos gastos, nuevas preocupaciones y nuevas expectativas. El niño necesita educarse: saber sus sumas, restas, quebrados, la historia nacional, los ecosistemas del mundo, y demás, pero también necesita convivir con otros niños de su edad en un ambiente de equidad y desenvolvimiento.
El convivir con otros que comparten sus ideas y conocimientos sobre el mundo les ayuda a desarrollar habilidades sociales de suma importancia para cuando sean más grandes.
Pero al igual que el aprender y convivir en la escuela es importante, también la educación que recibe en casa es substancial, ya que es ahí donde comienza todo. Los padres de familia, y otros familiares, vecinos o amigos de la familia con los que conviva el niño o niña constantemente, son los formadores de su carácter e integración psíquica.
Es en casa donde se aprende a comer, a vestirse, a bañarse y muchas de las habilidades primordiales para sobrevivir en sociedad, además que se aprenden conductas, gestos y actitudes ante la vida y el resto del mundo.
Desde el hogar debemos empezar a enseñar a nuestras hijas e hijos los valores universales de respeto y tolerancia, especialmente a aquellas personas que son diferentes a nosotros. Aquéllos que tienen una forma de pensar diferente (como por sus creencias), quienes tienen una forma distinta de llevar su vida (como con su religión), o aquellas personas que son físicamente diferentes (como por su raza, o por alguna discapacidad).
Recordemos que la niña y el niño son como pequeñas esponjas, absorbiendo la información que les rodea de todos los lugares que pueden, así que con ellos hay que tener especial cuidado con lo que queremos que aprendan.
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