La cantante sonrío en todo momento y repartió autógrafos. (EFE)
Madonna causó revueló durante su presentación de su pera prima Filth and Wisdom en la Berlinale
La cantante, actriz y ahora también directora Madonna protagonizó ayer en exclusiva la jornada de la Berlinale con el estreno de su ópera prima Filth and Wisdom, una ácida comedia de bajo presupuesto en que tres amigos con poca suerte luchan por cumplir sus sueños.
La diva acaparó todos los flashes del día, a pesar de que su debut tras las cámaras se exhibió en la sección de Panorama, fuera de competición, y dejó sin el menor eco mediático las tres películas de la sección oficial, la japonesa Kabei, la italiana Caos Calmo y la francesa Lady Jane.
“Hoy sólo soy directora”, afirmó Madonna, recatada y con un vestido negro semitransparente en una abarrotada sala de prensa.
La cantante compareció flanqueada por sus protagonistas, Vicky McClure, Holly Weston y el singular Eugene Hutz, con diadema en la cabeza, colgante de madera al cuello y guitarra española al hombro. Los suburbios londinenses son el escenario de Filth and Wisdom, algo así como “mugre y sabiduría”, protagonizada por Andrej, un inmigrante ucraniano, filósofo y macarra, que se afana por sacar adelante a su grupo de “gipsy punk” mientras trabaja satisfaciendo las retorcidas fantasías sado-masoquistas de hombres casados.
Fumador, borracho y malhablado, este antihéroe contemporáneo sirve de nexo de conexión al resto de los protagonistas, tan perdidos como él.
“La película trata de la dualidad de la vida y de los extremos del espectro que no están tan separados el uno del otro como parece” afirmó, reflexiva, Madonna.
Explicó que se ha enfrentado a esta nueva aventura como un “viaje propio” y recalcó que en la próxima década espera dedicarse a hacer “más música y más películas”.
La cinta reúne a una bailarina de ballet que decide hacer fortuna sobre el escenario de un club nocturno y a una filántropa que trabaja en una farmacia y sueña con ahorrar para viajar a África.
Madonna desveló los “celos” que sintió al ver a Weston bailar sobre el escenario, ya que echó de menos la “liberación visceral” que eso supone y admitió que necesitó un proceso de adaptación para aprender a trabajar “sólo del cuello para arriba”.
El desgarbado Andrej, amante de la estética comunista, las camisas abiertas y los collares de oro, abandera este grupo de perdedores, que sortean los obstáculos que les salen al paso, bordeando el filo de la desesperanza.
Madonna, a punto de cumplir los 50, aseguró que ella sigue sintiendo esa “lucha interior” que la inclina “tanto a la luz como a la oscuridad” mientras aspira a “seguir buscando” su camino y vislumbrar las diferencias “entre el bien y el mal”.
La directora hace un guiño en su película a su amiga, la también cantante Britney Spears, con quien compartió un sonado beso ante las cámaras, y cuyo Baby One More Time acompaña a una de las protagonistas mientras se desviste sobre el escenario.
“Elegí canciones por las que no fueran a cobrarme mucho dinero. Algunas son de Eugene (Hutz), otras de su tío, hay alguna mía y también de Britney (Spears), que es una persona muy generosa”, agregó.
Preguntada por su labor humanitaria en Malawi, país de origen de su tercer hijo, aseguró que acaba de terminar la producción de un documental sobre este país, que se exhibirá en los próximos festivales de Cannes y de Tribeca. Madonna barrió, en cuanto a atención mediática, mientras la sección a competición siguió su curso, sin contratiempos. Italia, que en los últimos años no ha presentado en Berlinale ningún film destacable, compitió ahora con Caos Calmo, una película discreta, con el imán de Nanni Moretti como actor y dirigida por Antonio Luigi Grimaldi.
Del japonés Yoji Yamada se proyectó un film llamado Kabei -Our Mother-, exponente del cine pulcro y bello nipón, dotado de personajes muy bien delimitados, pese al corsé impuesto por el tradicional sometimiento japonés a la disciplina y la contención.
Francia, finalmente, compitió con Lady Jane, de Robert Guédiguian, una película con un buen arranque a cargo de Ariane Ascaride, la esposa del director, metida a ex miembro de banda gansteril a quien la vida le pasa una cruel factura, ya retirada y convertida en ciudadana de pro.
Entregan el primer oso de oro
El Festival de Cine de Berlín concedió ayer el primer Oso de Oro de esta 58 edición al cortometraje rumano O Zi Buna de Plaja (Un Buen Día para Nadar), de Bogdan Mustata.
Los tres miembros del jurado de la sección de cortometrajes, entre ellos el actor y director francés Marc Barbé, destacaron del trabajo de Mustata la originalidad, emoción y suspense con los que el joven realizador rumano comprime en unos minutos la historia de tres jóvenes delincuentes que se fugan de prisión.
El Oso de Plata en esa misma categoría de cortometraje fue para el indio Siddharta Sinha por su obra Udeh Bun, que muestra “con una narración moderna” la evolución de un joven a la edad madura.
El jurado destacó así mismo el erotismo que Sihna impregna a la figura de una mujer que para el protagonista no pasa de ser un objeto de deseo.
El Servicio Alemán de Intercambio Académico, por su parte, premió con una mención especial a la joven realizadora rusa Olga Popova por su cortometraje B Tema, un día en la intimidad de una pareja de recién casados que la autora desvela con gran sensualidad aunque sin violar el secreto de la intimidad.