Es deseable que hoy haya concluido la huelga iniciada la noche del viernes pasado en la Universidad Autónoma Metropolitana, aunque no hay signos de que eso pueda ocurrir. Si la suspensión de labores se prolonga, no sólo se afectarán las labores de las cuatro unidades de esa institución pública, donde hay cuarenta y cinco mil estudiantes, sino que se obstruirá el acceso de una nueva generación a sus cursos. Anteayer domingo debió publicarse la convocatoria para el nuevo ciclo escolar, lo que no fue posible porque fueron cerrados los establecimientos universitarios.
La huelga fue decidida por un comité de huelga en que se emitieron 187 votos a favor, 83 en contra y dos abstenciones. El principal diferendo entre autoridades y trabajadores consiste en el incremento salarial demandado, pues el pedido sindical llega a 35 por ciento mientras que la rectoría de la universidad ofrece, dentro de los estándares vigentes, generalmente aceptados, 4.2 por ciento de incremento salarial y 1.2 por ciento en las prestaciones. El mismo viernes se resolvieron las negociaciones en la Universidad autónoma de Chapingo y en el Colegio de México con alzas en el salario de 4.25 por ciento. Bien es verdad, sin embargo, que en la antigua Escuela nacional de agricultura se ofreció un bono único de calidad académica por seis mil pesos, mientras que en una prestación en cierto sentido equivalente la UAM ofreció un “vale como apoyo a la economía familiar”, por mil quinientos pesos.
Además del incremento salarial que “nos permita la recuperación de nuestros ingresos”, el comité ejecutivo del Sindicato independiente de trabajadores de la UAM (Situam) explica la posición de sus agremiados por las siguientes causas: “El abandono y violación a la bilateralidad establecida en nuestro contrato colectivo de trabajo por parte de las autoridades de la UAM fue factor determinante para que la gran mayoría de las asambleas departamentales decidieran el estallido de la huelga. Otro elemento clave en la decisión tomada por los trabajadores fue la contratación irregular de personal administrativo y académico en la unidad Cuajimalpa y la inestabilidad de los académicos temporales en todas las unidades académicas”.
Cuajimalpa es la cuarta unidad de la UAM, que comenzó sus labores en 1974 con tres establecimientos en Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco. Creada en abril de 2005, inició sus funciones en septiembre siguiente y ha podido desarrollarlas desde entonces, bajo el rectorado de la doctora Magdalena Fresán, no obstante dificultades de gran magnitud, como la falta de instalaciones propias, debido a vicisitudes de diversa naturaleza, que implican problemas todavía no resueltos en la gestión del patrimonio de esa universidad.
Por su parte, la administración universitaria hace notar que ofreció al sindicato, al margen del monto salarial, reabrir de inmediato el Centro de desarrollo infantil No 3 “lo que implicaba la contratación de al menos 40 plazas de nueva creación, amén de otras 75 en áreas diferentes”. El cierre de esa guardería, en agosto de 2004, generó una grave tensión en las relaciones laborales de esa Universidad. La rectoría ofreció además “la contratación adicional de personal para la unidad Cuajimalpa con el compromiso de seguir atendiendo este tema en forma bilateral”; así como 154 plazas “para cubrir espacios de trabajo”, dos programas de capacitación e incremento no precisado en el monto de los viáticos.
Mientras que el sindicato juzga que “la administración universitaria fue incapaz de atender los reclamos de los trabajadores a lo largo de varios años” e imputa al “autoritarismo de los administradores”, apoyados “en un verdadero ejército de trabajadores de confianza” el fracaso de las negociaciones, la autoridad universitaria reclama haber presentado “un conjunto de propuestas sin precedente” que “dan cuenta del máximo esfuerzo de la institución”, por lo que niega ser “responsable de esta huelga, puesto que en la mesa de negociaciones hubo condiciones suficientes para llegar a acuerdos benéficos para ambas partes”.
Ésta es la decimosexta huelga en los treinta y tres años de vida de la UAM, que se cumplen el próximo mes. Apenas al año siguiente de su fundación, y precisamente con motivo del reconocimiento de su sindicato, la universidad fue parada durante 33 días, a partir del 16 de julio. En 1977 una nueva huelga paralizó sus labores por once días. En 1978 la huelga duró 10 días, 6 en 1980 y 10 al año siguiente. En 1983 hubo dos suspensiones de labores, una en febrero por 22 días y otra en junio por 28. En la década siguiente la duración de las huelgas tendió a a aumentar: la de 1994 se prolongó 45 días; la de 1996, 43, y la más reciente, de 2002, llegó a 45 días.
La tirantez en las relaciones laborales que esa constante de suspensión de labores refleja ha sido a menudo alimentada por factores externos, que cada parte atribuye a la otra con ánimo de denuncia. El secretario general de la Metropolitana, Javier Melgoza Valdivia asegura que la huelga que hoy llega a su cuarto día “no responde a asuntos laborales, sino a intereses que la universidad no alcanza a comprender”. Por la parte laboral, se atribuye a las autoridades sometimiento a la política neoliberal así como conductas dolosas. En la unidad Xochimilco, por ejemplo, habrían cerrado el bioterio, una de las más preciadas instalaciones de la universidad y no permitieron la entrada de personal que atendiera los laboratorios y los animales.