Marina Gutiérrez, emprendedora lagunera.
Martha Meza, Sylvia Robles y Marina Gutiérrez no son sólo mujeres profesionistas o empresarias que han logrado desarrollarse en una actividad distinta en la Comarca Lagunera, sino que también han sabido combinar su trabajo diario con ser madres. En 2008, se unieron para trabajar sobre un mismo objetivo: la exportación de productos laguneros dentro del Programa Adopta una Empresa.
Martha tiene 12 años de experiencia en promover las exportaciones de productos de empresas de la región, ya que laboró en Bancomext y recientemente en ProMéxico. Ella tiene a Megan, su hija de 12 años y es para ella su motor para seguir adelante e impulsar proyectos de los pequeños empresarios en el exterior.
Sylvia tiene experiencia en trabajo corporativo, pero vio en ser maestra la oportunidad de pasar un tiempo de calidad con Andrew, su niño de 8 años, por lo que labora en una universidad de la localidad como coordinadora de comercio exterior y aduanas y del Programa Adopta una Empresa.
Por su parte, Marina estudio contaduría, sin embargo, su vocación siempre ha sido diseñar ropa y accesorios, por lo que con el apoyo de su esposo y de Rafael y Constanza, sus dos niños, ha puesto en marcha un taller de bisutería desde hace años y medio, pero ahora desea rebasar fronteras y comercializar sus artículos en el Viejo Continente.
Ambas tenían caminos distintos hace un año, sin embargo el programa de adopción las unión a principios del año para trabajar de manera conjunta, y lograr que los pequeños empresarios avanzaran algunos pasos hacia la exportación.
Con horarios muy apretados para ser eficientes en sus área de trabajo, amas de casa, maestras y madres de familia, cada una relata su experiencia de ser madres, pero también el cómo le han hecho para combinar este rol con su tarea de impulsar las exportaciones, de diseñar bisutería y de conjuntar esfuerzos para convencer a microempresarios que se puede exportar.
De empleada a empresaria
Marina relató que tiene dos niños: Rafael de 9 años y Constanza de 5 años. Su esposo Raúl es ingeniero en producción y es quien le ha ayudado a poner en marcha su taller para elaborar bisutería artesanal mexicana. Relató que tiene experiencia en trabajar con grandes corporativos, sin embargo, tuvo la oportunidad de dar clases en algunas universidades de la localidad, tareas que supo combinar con las labores de la casa y de ser mamá.
Al ver a los muchachos de la universidad comprendió que era más importante para ella dedicarle mayor tiempo a sus pequeños, por lo que optó en dejar el empleo en la empresa y enfocarse a ser maestra. Confesó que desde chica siempre quiso ser una mujer de empresa, por lo que al darse la oportunidad de diseñar su joyería artesanal lo vio como una oportunidad, tanto para desarrollarse profesionalmente y pasar mayor tiempo en casa, al cuidad de sus hijos.
Aunque no sabe cómo le hizo para combinar los roles de ser madre, esposa, empresaria y estudiante, dijo sentirse feliz por tener una familia y a sus dos hijos. Consideró que el hecho de ser catedrática le permite aportar un granito de arena a esos jóvenes que buscan alguien que los oriente por el camino correcto para un crecimiento.
Sin dudarlo reconoció el apoyo que su esposo le ha dado para tener una familia y un negocio, sobre todo que se ha adaptado al ritmo de trabajo que lleva para impulsar su bisutería a nivel nacional y en el extranjero.
“Pienso que cuando estás haciendo lo que te gusta no batallas, no es un trabajo”. Gracias a que cuenta con personas que la apoyan en el proyecto de exportar a Europa, Marina dice convencida que “el éxito es de mis hijos y de mi esposo por el tiempo que les he quitado al trabajar”.
Madre de calidad
Sylvia tiene fotos de Andrew en su oficina, por lo que dice al verlo que es algo complicado el apoyar a los alumnos y empresarios, promover sus exportaciones, y además ser mamá. Por ello, a Sylvia le ha funcionado el involucrar a su pequeño en sus citas con microempresarios, buscando que su hijo entienda lo que esta haciendo, a quienes visita y porqué es importante apoyar este programa.
El involucrar indirectamente al pequeño en el Programa de Adopta una Empresa los ha unido más, ya que Andrew no duda en hacer sugerencias en el logotipo de una empresa o cómo se produce un producto. Sylvia siente que gracias a que lo llevó a la oficina por las tardes para que el pequeño no resintiera su ausencia, ha rendido frutos y se ha reflejado en una mejor comunicación y comprensión, sobre todo el valorar la labor que realiza su mamá en esa universidad y con los pequeños empresarios.
Sylvia tiene la fortuna de contar con el apoyo de su mamá, por lo que ha sido un apoyo importante para ella al llevarlo a sus actividades extracurriculares. “Mi hijo se siente orgulloso por los logros que alcanza a ver, tanto como maestra y como mamá”.
Dijo que gracias a que el pequeño la acompaña a visitas a empresas o a reuniones de trabajo en fines de semana, Sylvia dice orgullosa que “yo veo en mi hijo esa habilidad de negociar”, por lo que no duda que él pueda dedicarse en un futuro a una actividad relacionada con el sector empresarial.
Confesó que a los empresarios les gusta que acuda acompañada con su hijo, lo cual les ha dado mayor confianza y le abren las puertas del negocio y a platicar abiertamente con ella sobre sus propuestas. Comentó que el horario que tiene le permite disfrutar los fines de semana con su pequeño, por lo que ya es una guía scouts y comparte el ir de campamento no sólo con su hijo, sino con más pequeñitos.
Pese a los logros obtenidos como profesionista y maestra, ya que ha logrado vincular a estudiantes con empresarios en el camino de la exportación, para Sylvia la gratificación más grande en su vida es ser mamá. “Lo más maravilloso es ser mamá” y que gracias a esta motivación ha logrado llevar a cabo proyectos que ayuden a que micronegocios salgan a exportar sus productos.
Aunque en la segunda etapa del programa de adopción logró que 15 empresas dieran esos pasos a exportar, manifestó que “mi principal proyecto en la vida es haber sido madre”.
Experiencia exportadora
Martha es una apasionada de hablar de proyectos para impulsar las exportaciones de empresarios laguneros. Relató el cómo para ella es frustrante ver en el mercado un producto con potencial de exportación, pero que el empresario no logra los apoyos para comercializar sus productos en el exterior.
Sin embargo, su mirada cambia cuando habla de su hija Megan. Sin hablar al detalle de lo difícil que es criar a una pequeña que esta creciendo. Después de concluir su trabajo en ProMéxico, recordó que sus 12 años de experiencia han sido de una intensa actividad para promover las exportaciones, tanto en atender a compradores internacionales, hacer invitaciones para participar en ferias internacionales o mejoras en catálogos, mejores empaques o el cumplir con normas sanitarias internacionales.
Dijo que debido a ello, su hija la ha tenido que acompañar a estas citas de negocio, por lo que los visitantes ya conocen muy bien a Megan, inclusive muchos correos electrónicos siempre llevan unas líneas para saludar a su hija.
Debido a que ha tenido que convivir con personas adultas le ha dado una madurez a su hija, lo cual le ha facilitado el poder atender la fuerte carga laboral que siempre había tenido. Contando con el apoyo de su mamá para que su hija realice sus actividades deportivas, Martha reconoció que su hija ha sido su motor para superarse profesionalmente, ya que a ella la ha motivado para que estudie una maestría y actualmente un doctorado.
Para ella los roles de mamá y de profesionista que promueve las exportaciones son muy importantes, y que ha sabido combinar para que pequeños empresarios avancen en el camino de la exportación.
“Sin el apoyo de mi mamá no me habría entregado tanto a mi trabajo”. Dijo que muchos emprendedores que ha apoyado son mujeres, las cuales también han sabido combinar la labor de ser empresarias y madres.
