Ha quedado definida la calendarización de la liguilla de la Primera División así como la gran final en la división de ascenso y las próximas semanas no se hablará de otra cosa que de futbol, si es que nuestros ínclitos políticos lo permiten.
Los juegos parecen atractivos y pese a que la lógica no es amiga del balompié, parece que los cuadros mejor colocados en la tabla tienen mejor chance de avanzar, sin embargo, hay temas que deben preocupar sobre todo en estas fases del campeonato.
El primero de ellos es el pobre accionar de los silbantes durante el torneo, cometiendo errores tan groseros, que mueven a pensar que jamás platican con ellos de cuestiones reglamentarias, y el segundo, la patética muestra de incapacidad de la Comisión Disciplinaria en el manejo de las sanciones a los jugadores, donde van dejando la impresión de sucumbir a presiones externas.
Las comisiones dentro de la Femexfut juegan un papel importante, pero la de Árbitros y la Disciplinaria son los pilares de credibilidad de la institución, y el torpe desempeño de ambas minan el respeto de los aficionados al “juego del hombre” e incluso a los interesados directos en la competencia.
A lo largo del torneo la incongruencia ha sido la divisa dentro de esos dos órganos colegiados pues en el caso del arbitraje hay designaciones irresponsables a encuentros fundamentales, y la Disciplinaria sanciona a sabiendas de que, cuando venga la protesta, reducirá en automático el castigo, y a eso, aquí y en China, se le llama ser “agachón”.
Los errores técnicos cometidos por los jueces en el Clausura 2008 inscriben al torneo en el evento peor arbitrado en muchos años, y negarlo es aplicar la “ley del avestruz”, es decir, enterrar la cabeza y dejar la cola de fuera, haciendo imposible defender lo indefendible.
Pero si a ello le sumamos cambios en designaciones por presión de los equipos, caso Durango-León, otorgamiento de partidos con criterios amiguistas o para que los silbantes ganen dinero buscando dejar a todos contentos, estaremos presenciando una liguilla acorde al desempeño de todo el semestre.
La anulación del castigo a Christian “Chaco” Jiménez por su expulsión ante San Luis puede considerarse justa, ya que el jugador tuzo jamás malogró, jugando el balón con la mano, una oportunidad manifiesta de gol, pero la explicación para así obrar es simplemente increíble.
Resulta que las huestes de Alfonso Sabater argumentan que la mano que da origen a la marcación del penal no fue deliberada, invadiendo con ello las funciones y jurisdicción del juez y de la Comisión de Árbitros, y lo peor de todo es que no haya un alto funcionario en la Federación que les calle la boca.
En fin, esperamos que las designaciones arbitrales y las sanciones en esta liguilla tengan, por lo menos, congruencia.