Los poliquetos, gusanos anillados, viven ocultos en los fondos arenosos y actúan como indicadores de contaminación marina.
Hace más de 25 años, Vivianne Solís-Weiss fundó, en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML), la Colección Nacional de Poliquetos (CNP), la más grande del país y la más representativa del mundo en cuanto a especies mexicanas se refiere.
Los poliquetos (del griego poli “muchos”, y kaite, “pelo largo”) integran la clase más grande del filo Annelida (gusanos anillados); son principalmente marinos; viven ocultos en los fondos arenosos o lodos, así como dentro de piedras o corales; pueden ser desde microscópicos hasta de 3 metros de longitud, y actúan como indicadores de contaminación marina. Hay 12 mil especies descritas hasta la fecha.
“Hemos donado colecciones a instituciones extranjeras y nacionales, y también hemos hecho intercambios de material con instituciones de EU, Francia, Inglaterra, Australia. Tenemos un programa de donación de especímenes con Universum para que los niños que visiten dicho museo conozcan esos organismos marinos, los manipulen y se interesen en conocerlos a fondo”, dice Solís-Weiss.
Alimento básico
Los poliquetos constituyen, a menudo, el alimento básico de peces de importancia comercial. Se ha registrado la presencia abundante de poliquetos del holoplancton en el estómago de salmones.
“Están en todas las áreas geográficas del mundo y en todas las profundidades marinas —explica Solís-Weiss—. Muestran una enorme diversidad de estrategias reproductivas y ciclos de vida que les da una inmejorable capacidad de adaptación. La mayoría de las especies de poliquetos permanece oculta en los sedimentos del fondo marino, tanto duros como blandos”.
Debido a su abundancia, y a sus patrones de vida y formas de alimentación, los poliquetos pueden reciclar gran parte de la materia orgánica de la zona litoral, así como modificar el fondo marino, la concentración de gases disueltos, la mezcla del agua intersticial, la consistencia de los sedimentos y la dinámica de los contaminantes.
Los organismos con poca movilidad que viven en la arena o lodo son excelentes indicadores de contaminación orgánica, en especial los poliquetos, que representan por lo menos 40% del total de aquéllos (llegan a representar 90% en zonas muy contaminadas).
Ya que no pueden escapar, como los peces, de los contaminantes, reaccionan ante ellos directamente; es decir, mueren o sobreviven. En este último caso llegan a proliferar en esos medios, según las especies y su capacidad de adaptación o de resistencia.
Los poliquetos que mejor reflejan los diferentes grados de contaminación orgánica son los capitélidos y algunos espiónidos. En nuestro país se han registrado 31 especies de los capitélidos en la costa del Pacífico y 33 en las costas del golfo de México y el Caribe. No tienen antenas u otros apéndices, por lo que parecen lombrices de tierra. Generalmente viven enterrados en la arena o lodo, de los que extraen las partículas orgánicas con que se alimentan. De esta manera contribuyen al reciclaje de la materia orgánica de los sedimentos y a la eliminación de sustancias tóxicas de los fondos marinos.
“En ocasiones, la contaminación ni siquiera es detectable por medios químicos convencionales. En esos casos, los poliquetos son muy útiles, ya que al recibir constantemente cantidades muy pequeñas de contaminantes como cianuro y de metales pesados como zinc, aluminio vanadio y plomo, los asimilan en forma acumulativa y pueden morir. Ahora bien, si estos elementos contaminantes no los matan, las especies resistentes pueden ocupar el lugar dejado por las especies eliminadas, y entonces proliferan más en esos sitios”.
Visitas programadas
La CNP puede ser visitada por alumnos de instituciones educativas (sobre todo de nivel secundaria) y público en general, previa cita. También se imparten allí talleres que abordan desde las fases prácticas de separación hasta la de identificación de estos organismos, así como aspectos teóricos de su ecología, biodiversidad y biogeografía.
Realizan estudio-piloto
La Laguna de Términos –la más grande de México– se localiza entre Tabasco y Campeche, frente a los pozos petroleros de la sonda de Campeche, donde están los bancos de camarón más grandes del país.
Los camarones tienen sus larvas en el mar, las cuales migran hacia esa laguna hasta alcanzar su madurez y posteriormente vuelven al mar para reproducirse. Durante su ciclo de vida se alimentan, entre otros organismos, de poliquetos. Si la Laguna de Términos llegara a contaminarse, habría un desastre ecológico...
“Con un equipo de investigadores de Francia vamos a empezar pronto un estudio-piloto de esta laguna, en el que participarán también la UAM y el CINVESTAV.
Los franceses, incluso, llevarán a ella un barco de investigación.
La firma del convenio está prevista para julio de este año y puede aportar recursos valiosos de la Unión Europea”, anuncia Solís-Weiss.