Indígenas nunca tienen el poder
Durango. Bajo condiciones de insalubridad y poco espacio para niños y mujeres, indígenas permanecen en las casas comunales en donde pueden vivir hasta más de un año. Varios de ellos se trasladan a la ciudad para la realización de trámites, atención médica, o compra de artículos para su labor en el campo.
Los niños en ocasiones permanecen por horas o incluso días sin comer, ya que los padres son contratados para trabajar en la cosecha de hortalizas. No permanecen junto a su familia, como el caso de la señora Felipa Rodríguez, de sesenta años, quien ha vivido por más de un año a la intemperie sólo con algunas lonas que la cubren a ella y a su familia, quien tiene bajo su responsabilidad el cuidado de dos niños de dos y tres años de edad.
Desatención. Ella asegura que no se les brinda algún tipo de atención, sobre todo a los niños, quienes frecuentemente presentan problemas de salud como infecciones, diarreas, dolores estomacales, vómitos, entre otros.
“Nosotros no contamos con asistencia médica; cuando uno está enfermo muy poco lo atienden, podemos ir con doctor particular pero ahí hay que pagar; el indígena no tiene el poder de los servidores públicos, nuestras necesidades no son escuchadas, nosotros luchamos por una mejor vida para nuestras familias, llegamos aquí para trabajar con dignidad y sostener a la familia”, comenta José María de la Rosa, de 40 años, quien es originario de Llano Grande.