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Indigna maltrato policial a migrante embarazada en EU

El universal

“Te doy dos segundos para que le des un beso a tus hijos, porque te voy a llevar”. La mañana que Juana Villegas escuchó estas palabras marcaría el inicio de un calvario de seis días por la cárcel y el hospital de Nashville, Tennessee. Fue ahí donde terminaría esposada de pies y manos, mientras se le rompía la fuente y su pequeño Gael pugnaba por salir para irrumpir en un mundo donde su madre era tratada como una criminal.

La historia de Juana Villegas, inmigrante indocumentada de 33 años, es el recuento de un pecado colectivo incrustado en el seno de una sociedad que hoy intenta mirar hacia otra parte, mientras una familia lucha por evitar su ruptura, un sheriff se defiende de las acusaciones por trato racista e inhumano en los suburbios de Nashville y el poder político en Washington revisa la normativa de una “política de seguridad” que ha hecho de los inmigrantes chivos expiatorios de un sistema migratorio que hace aguas por todos lados.

“A nadie, en las condiciones de salud que presentaba Juana cuando fue detenida, se le puede tratar de forma tan inhumana, tuviera o no papeles para estar legalmente en el país”, dice su abogado Elliot Ozment. El caso ha causado el estupor e indignación del Gobierno de México y la protesta de organizaciones defensoras de los derechos humanos, mientras el sheriff de la ciudad de Berry Hil, Darron Hall, asegura que su departamento actuó “según lo dicta el procedimiento”.

Juana Villegas fue detenida el pasado 3 de julio mientras conducía la camioneta propiedad de su esposo. Juana acababa de visitar a su médico y viajaba en compañía de sus tres hijos que se convertirían en testigos de un proceso de detención que los mantuvo bajo los rayos del Sol durante más de una hora.

El arresto, realizado por el sargento, Timothy Ray Coleman, se basó en la “conducción descuidada” de la conductora. Aunque, según sospecha la familia de Villegas, el oficial la detuvo basándose en su aspecto racial.

A pesar de estar en el noveno mes del embarazo y de advertir que se encontraba a punto de dar a luz, el oficial decidió arrestarla por no tener licencia de conducir, una infracción que suele resolverse con una citación. El oficial nunca informó a Villegas de su derecho a realizar una llamada a su Consulado.

Juana fue recluida en la cárcel durante casi 48 horas hasta que se le rompió la fuente y se le trasladó en una ambulancia al hospital. “En su traslado, Juana fue esposada de manos y pies y al llegar se le ató de una mano y un pie a la cama”, aseguró Ozment.

A Villegas, quien permaneció en todo momento custodiada por dos agentes, sólo se le liberó de pies y manos en el momento del alumbramiento. A las pocas horas, madre e hijo serían separados. Ella, esposada de nueva cuenta, regresaría a la cárcel. Gael, el pequeño, sería entregado a su padre por un grupo de enfermeras; a la madre se le impidió incluso dar el pecho a su hijo.

‘Deportan hospitales a migrantes enfermos’

Hospitales estadounidenses repatrian por su cuenta a inmigrantes gravemente heridos o enfermos que no pueden hallar centros de rehabilitación dispuestos a aceptar pacientes sin seguro, publicó ayer el diario estadounidense The New York Times.

Medicaid, el programa médico estadounidense para personas de bajos ingresos, no cubre el cuidado a largo plazo para inmigrantes indocumentados, ni para inmigrantes legales recién llegados, señaló el rotativo en su nota principal.

Las autoridades de inmigración no desempeñan papel alguno en estas repatriaciones privadas, llevadas a cabo mediante ambulancias, ambulancias aéreas y aviones comerciales.

La mayoría de los hospitales dice que no realizan estas transferencias transfronterizas sino hasta que los pacientes están médicamente estables, y que se aseguran de dejarlos bajo cuidado de un médico en sus países de origen.

“La repatriación es prácticamente una sentencia de muerte en algunos de estos casos”, dijo el doctor Steven Larson, experto en salud de inmigrantes y médico de emergencias del Hospital de la Universidad de Pennsylvania.

“He visto pacientes ser introducidos a empujones en un avión para ser sacados del país, y una vez que están fuera de vista, son olvidados”, añadió.

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