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Infantil oposición

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“La oposición es amistad real”.

William Blake

Qué pérdida de tiempo. La razón por la que tenemos comparecencias de funcionarios ante el Congreso es para que los legisladores puedan hacer preguntas y resolver dudas y así proceder, con la mejor información posible, a su labor legislativa. Por eso se ha establecido la obligación de que los secretarios de Estado comparezcan ante el Congreso después del informe presidencial. De hecho, para asegurar que la información que proporcionan sea correcta, hemos llegado al extremo de obligar a los funcionarios a comparecer bajo protesta de decir verdad.

Pero las comparecencias sólo sirven para evidenciar que los diputados no se toman siquiera la molestia de leer el informe presidencial o cualquier otro documento que pueda estar bajo discusión. No tienen preguntas ni aclaraciones qué hacer. Se limitan a ofrecer descalificaciones.

Este 23 de septiembre vimos esta situación nuevamente en la comparecencia del secretario de Gobernación, el secretario de Seguridad Pública y el procurador de la República ante la Cámara de Diputados. En esa sesión, los panistas aplaudieron y los priistas y perredistas descalificaron a los miembros del Gabinete, todo de conformidad con un guión aburrido ya por su previsibilidad. Luego algunos medios se regodearon en decirnos que los secretarios habían sido “severamente cuestionados”.

Valentina Batres, la diputada del PRD, exigió la renuncia de los dos secretarios y del procurador. Un grupo de diputados perredistas presentó cartelones con los que también se pedían estas renuncias. El priista César Camacho cuestionó a los responsables de la seguridad pública por su supuesta falta de agallas. Si estas actitudes las hubieran tenido los diputados de Oposición en el informe del perredista Marcelo Ebrard del Distrito Federal o del priista Enrique Peña Nieto del Estado de México, los perredistas y los priistas habrían protestado con justa razón por la cerrazón de la Oposición. Pero en nuestro país cualquier circo es válido siempre y cuando lo protagonice un diputado.

La verdad es que los legisladores sólo utilizan las comparecencias como plataforma política y una vez que ofrecen su teatrito se desvanecen misteriosamente. La información disponible señala que este martes, al final de las comparecencias, ya sólo quedaban uno 80 diputados en el salón de plenos. Los otros 420, al parecer, tenían mejores cosas que hacer.

No hay duda de que uno de los problemas más serios de nuestro país es el infantilismo de nuestra clase política. Una de las claves para construir un país próspero y democrático es contar con una buena Oposición, la cual debe ser crítica, por supuesto, pero constructiva.

Una de las grandes ventajas que tuvieron los gobiernos españoles de los años ochenta y noventa, precisamente cuando hicieron las reformas que le permitieron al país pasar del subdesarrollo a un nivel superior a la media europea, fue haber contado con excelentes líderes de Oposición. El presidente socialista Felipe González tuvo durante años a un Manuel Fraga que, a pesar de una fuerte personalidad, nunca perdió de vista que la función de la Oposición era colaborar para construir un país más próspero. José María Aznar, del Partido Popular, contó con José Luis Rodríguez Zapatero, quien colaboró en aquellas medidas que permitieran fortalecer a España.

Nuestras oposiciones son mucho más miopes y mucho más destructivas. Quizá el problema sea simplemente de falta de cultura democrática. Pero existe la posibilidad de que nuestros legisladores estén haciendo gala de su propia estupidez. Destruyen porque no tienen la capacidad de construir.

Qué diferentes son las comparecencias ante el Congreso de los políticos en países con mayor cultura democrática. Ayer veía yo la comparecencia de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, ante una comisión de la Cámara de Representantes. Las posiciones de los legisladores eran muchas veces críticas y en ocasiones duras, pero estaban bien fundamentadas y se resolvían en preguntas concretas. No había meros discursos políticos o exigencias de renuncias.

Quizá algún día nuestros políticos aprendan a ser más responsables, especialmente cuando se encuentren en la Oposición. De momento, la falta de una Oposición que sepa cumplir con su responsabilidad es uno de los lastres más importantes en el desarrollo del país.

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Hay dos formas de combatir la pobreza: regalar pescado o entregar una caña y enseñar a pescar. Mohammad Yunus, creador del Banco Grameen de Bangladesh y ganador del Premio Nobel de la Paz de 2006, claramente prefiere la primera opción. Durante años Yunus ha ofrecido críticas severas a bancos como el mexicano Compartamos, que cobra un interés realista en microcréditos para los pobres. Un crédito de 2,000 o 3,000 pesos sin garantía no puede tener una tasa de interés similar a la que paga una empresa por un préstamo de dos o tres millones de pesos. Compartamos ha creado un modelo de negocio rentable que ha permitido aumentar la cartera de crédito para los pobres; por eso hoy tiene más de un millón de clientes, que no podrían obtener crédito de nadie más. El esquema de Grameen, con tasas de interés que no recuperan los costos reales, obliga a mantener siempre un subsidio. Pero lo que muchos pobres necesitan para salir adelante no es caridad sino una oportunidad de recibir los créditos que el mercado no les otorga.

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