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Inmolación

Arturo Brizio Carter

Ana Gabriela Guevara se retira del atletismo. Así de simple, crudo y brutal. La imagen de la corredora mexicana, que volaba en el óvalo de 400 metros y besaba el bíceps una vez que había arrasado a sus rivales, quedará para la historia.

Lo inconmensurable de Ana radicó en una fuerza interior que le permitía entrenar hasta la perfección todos los días, sin quejas, en silencio, esperando ese momento sublime de estar en el arrancadero y salir cual saeta en pos del triunfo.

Desgraciadamente existe un enemigo cruel, burlón e invencible y ése se llama tiempo. La edad se le vino encima a la sonorense y sus registros subieron, al grado de no poder bajar la barrera de los 50 segundos, la cual es barrunto de medallas en su especialidad.

Ana denunció una serie de irregularidades por parte del presidente de la Federación Mexicana de Atletismo, Mariano Lara, y aseguró que, en caso de que el tamaulipeco continuara al frente del organismo, ella se abstendría de asistir a los Juegos Olímpicos de Beijing, a celebrarse este verano.

Carísima apuesta la de Guevara pues la destitución de un federativo, por incapaz o corrupto que pueda ser, no se equipara a la imagen de una estrella de clase mundial y deja el fétido tufillo del pretexto al saber que ocho atletas tuvieron mejores registros que ella en el recién terminado 2007.

Por supuesto que hay que respetar la decisión de la mujer que soporta a la atleta y rendir pleitesía a una deportista que contra todo y contra todos logró metas que parecían inalcanzables, pero también es sano analizar el entorno en que se da la renuncia y el contexto del retiro a escasos meses de la justa deportiva en China.

El deporte mexicano es un espejismo; organismos creados para engordar el aparato burocrático y dar prebendas de orden político. Resulta increíble que en forma tripartita se repartan cuantiosos recursos públicos para la obtención de paupérrimos resultados pero, en el caso que nos ocupa, esas oxidadas estructuras ya existían cuando Ana Gabriela llegó y seguramente continuarán si no se presenta un frente común ante este viciado sistema.

Siempre he creído en la cultura de la denuncia y aplaudo a quien la practica, pero la inmolación que hace Ana de su persona, afirmando que “va por México”, me parece un exceso teatral que poco o nada ayudará a demoler ese elefante blanco mal llamado deporte mexicano.

El blanco original de las críticas vertidas por la sonorense fue Mariano Lara pero luego subió el tono del discurso y llamó “agachones” a sus compañeros del atletismo y de otras especialidades en diversas entrevistas hace apenas un par de meses.

El pasado miércoles, en una multitudinaria conferencia de prensa y con un discurso en el que no privó, digamos, el buen gusto, Ana arremetió contra todos y anunció el multicitado retiro de las pistas.

Le deseo a Ana Gabriela Guevara lo mejor en su andar por la vida y me quedo con su ejemplo de tesón y pundonor. En cuanto a su retiro, cito textual un comentario de mi querido Germán Dehesa que, creo, queda al pelo: “Se fue cuando ya se había ido”.

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