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Inseguridad

PERIFÉRICO

Arturo González González

La zona conurbada de la Comarca Lagunera enfrenta desde hace meses serios problemas de seguridad pública, los cuales plantean grandes retos para las autoridades locales, las instituciones estatales y las corporaciones federales desplegadas en la región. Coordinación, capacitación, profesionalización y equipamiento son palabras que se usan repetidamente en los discursos oficiales, pero lo cierto es que la delincuencia ha ido hasta ahora un paso adelante de las policías, quienes han reaccionado tardía y desarticuladamente ante la criminalidad creciente, a la cual se ha sumado en este año el fenómeno de las falsas alarmas.

Los hechos que más han acaparado la atención desde hace poco más de un año y medio son los relacionados con grupos de la delincuencia organizada. El número de ejecuciones, secuestros y balaceras se incrementó considerablemente durante 2006 y 2007. En Torreón, el promedio anual de homicidios de 2000 a 2005 oscilaba entre 20 y 30 crímenes. Desde el año antepasado se ha venido dando un aumento: en 2006 se registraron 33 asesinatos y en 2007 la cifra alcanzó los 37. Pero esta ola delictiva ha seguido en 2008. Sólo en febrero se contabilizaron en Torreón 13 homicidios, la cantidad mensual más alta de la que se tiene registro en la historia reciente de la ciudad. Según las propias autoridades, más de la mitad de esos asesinatos están relacionados con el crimen organizado.

Lo anterior, aunado a la ineficiente actuación de los cuerpos policíacos, ha traído como consecuencia un aumento en la sensación de inseguridad entre la ciudadanía y en la percepción de que las autoridades están dejando de hacer su trabajo, lo cual además ha abierto la puerta a la actuación de delincuentes comunes. Los datos de la Dirección General de Seguridad Pública Municipal (DGSPM) referentes a los robos y asaltos en Torreón no dejan lugar a dudas. En enero de 2007 se registraron 262 casos de este tipo de ilícitos, casi el doble de los ocurridos en el mismo mes, pero de 2006 en que se reportaron 133. Este incremento se observa también en el número de denuncias por robo a casas-habitación presentadas ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila (PGJEC), en donde de 64 querellas recibidas en enero de 2007 se pasó a 135 en el mismo mes del año en curso.

Para la Policía Municipal, el incremento en los índices delictivos se debe en parte a la falta de patrullas para vigilar la ciudad. Según informes del comité del Fideicomiso para la Seguridad Pública, en Torreón se requieren más de 150 unidades nuevas. Pero la solución no está sólo en contar con más parque vehicular. La ineficiencia de las llamadas fuerzas del orden está vinculada a carencias de todo tipo: capacitación, equipo, disciplina, ética, remuneración y hasta preparación física. En este último aspecto un dato elocuente es el que proporcionó recientemente la Dirección de Salud Municipal luego de revisar a más de 600 elementos policíacos: el 80 por ciento de ellos tiene sobrepeso u obesidad, muchos de los cuales padecen males crónico-degenerativos. Y las carencias en la DGSPM de Torreón no sólo se presentan también en las corporaciones de Gómez Palacio y Lerdo, sino que se agudizan.

Pero la ineficiencia no es exclusiva de las instituciones locales. En el ámbito estatal hay carencias y fallas en la procuración de justicia. De ello habla el hecho de que en la Delegación Laguna I de la PGJEC, de las 135 investigaciones de robos a viviendas denunciados en enero de 2008, solamente una ha derivado en la captura de un presunto responsable. Lo mismo ocurre con las averiguaciones de robos de vehículos: pese a las 65 querellas presentadas ese mes, sólo se ha logrado la detención de tres personas.

Y por si esta realidad no fuera suficiente para tener en la intranquilidad a la ciudadanía debido a la creciente ola delictiva y a la ausencia de una estrategia sólida por parte de los cuerpos policíacos, en las últimas semanas se ha desatado una verdadera fiebre de amenazas de bomba por parte de personas irresponsables y sin escrúpulos que generan falsas alarmas con el único afán de divertirse. En enero de este año se registraron 12 llamadas de alerta en el servicio de emergencias 066, cifra que se disparó en febrero hasta alcanzar el número de 42. El efecto de estas “bromas”, en medio de una inseguridad evidente, ha sido una verdadera psicosis colectiva, a causa de la cual muchos ciudadanos transitan con desconfianza por la vía pública o tienen miedo de ir a lugares que antes visitaban normalmente.

Para fortalecer a las corporaciones y hacer frente a la inseguridad, los ayuntamientos de Torreón y Gómez Palacio han anunciado en los últimos días inversiones “históricas” con la mezcla de recursos federales, estatales y municipales. Así, la Administración de José Ángel Pérez pretende ejercer este año alrededor de 93 millones de pesos para mejorar a la Policía; por su parte, Ricardo Rebollo presume la aplicación de más de 50 millones de pesos en materia de seguridad pública. Muy lejos de alcanzar estos montos está el alcalde de Lerdo, Carlos Aguilera, quien actualmente gestiona un crédito de 4 millones de pesos para la compra de patrullas y equipo. Cabe recordar que Lerdo quedó fuera del convenio para entrar al programa federal de Subsidio para la Seguridad Pública Municipal (Subsemun).

Pero el asunto va más allá de los recursos y la gravedad de la situación exige una mayor coordinación entre autoridades y policías. Cualquier esfuerzo, por grande o modesto que sea, que hagan los ayuntamientos de las llamadas tres ciudades hermanas, va a rendir pocos frutos si no se trabaja con una visión más regional, de zona metropolitana, en donde no sólo los objetivos sean comunes, sino también las estrategias, de tal forma que pueda establecerse un frente sólido contra la delincuencia en cada rincón del área conurbada. Las corporaciones de los municipios de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo y de los estados de Coahuila y Durango tienen que estar forzosamente a un mismo nivel y deben superar, por necesidad geográfica y social, cualquier rivalidad o celo si quieren en verdad dejar de dar palos de ciego al hampa y regresar la tranquilidad a La Laguna.

argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx

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