No tardaremos mucho en saber quién ocupará la silla que deja vacante George W. Bush. Los momios en las últimas semanas favorecen, por mucho, al senador Barack Hussein Obama, originario de Honolulu. Es del partido Demócrata, como los interesados en el tema deben saber. En la actualidad se le considera “amarrado” para ganar la elección. Ha estado rodeado de la protección que a los elegidos otorgan los manes del destino, que en la antigua Roma, eran las almas de los muertos convertidos en genios tutelares de la familia y de la casa.
Sus éxitos en la política se inician temprano. Acaba de cumplir 47 años de edad el pasado 4 de agosto. Ha logrado lo que a él mismo quizá no le pasó por su magín cuando era un estudiante de Derecho en la prestigiada Universidad de Harvard, donde se graduó magna cum laude. Ya apuntaba el chamaco. Luego siguió su brillante carrera obteniendo un sitial en el Senado.
Pero ¿qué secreto esconde quien contra todos los pronósticos tempranos parecía se quedaría en la orilla?, ¿es un encanto personal?, ¿es el cansancio de los electores de estar votando siempre por lo mismo?, ¿su principal aliado fue George W. Bush, cuya codicia lo llevó a desatar un infierno para millones de seres humanos?, ¿o será verdad que los dioses a los que se refirió el inmortal Homero, en la Ilíada y la Odisea, que participaron el la guerra de Troya están presentes para decidir quién llegará al poder, con el culto al dios Zeus a la vanguardia? ¿Será verdad que protege a los justos y piadosos y castiga todas las formas de la injusticia, el perjurio y las ofensas inferidas a los pobres? Sea como sea se ha llevado las palmas de oro y las guirnaldas que llevan orgullosos los que obtuvieron la victoria en las justas que impone la vida. ¿Será una contienda en que estará en juego la musculatura física o se pondrá a prueba el antiguo dicho de que más sabe el diablo por viejo que por diablo?
En 1993 le detectaron, hablo ahora de John McCain, un cáncer en la piel. Siete años después le extraerían un melanoma maligno en el lado izquierdo de su cara, del que se dice, está totalmente recuperado. Al presidente Bill Clinton, lo operaron estando en la Casa Blanca de un pólipo en la nariz y aun camina al lado de Hillary, con todo y el apéndice nasal. No obstante eso ha servido para que los contrarios de McCain, “preocupados” por su salud, aduzcan que de ganar la Presidencia pudiera ser llamado a cuentas por el Creador con lo cual Sarah Palin subiría en su lugar, la cual ha sido cuestionada por un supuesto tráfico de influencias cuando ejercía su cargo de gobernadora en el estado de Alaska, a la que se considera ignorante en política exterior y sumamente derrochadora, atribuyéndole gastos superfluos para surtir su guardarropa, habiendo recibido en un mes, se le acusa, más recursos que el que un hogar estadounidense promedio gasta en ropa en 80 años. McCain refuta diciendo que hay cuestiones más importantes de qué hablar que de faldas y blusas, indicando que después de la campaña la ropa será destinada a fines caritativos. -Esto recuerda a Marta Sahagún primera dama con Vicente Fox-.
Total, en estos días todo parece apuntar a que Obama le ganará de calle al héroe de la guerra de Vietnam, su tenaz y porfiado rival el senador John McCain. Llamó la atención que en el último debate que sostuvieron los candidatos haya saltado a la palestra pública un ilustre desconocido, que acusó a Barack de tener un proyecto socialista en materia de política fiscal, al que la prensa denominó como Joe “el Plomero”. El que en realidad se llama Samuel J. Wurzelbacher. Dijo ser independiente, pero está inscrito como votante republicano en las listas electorales. Ante cientos de simpatizantes John criticó a Obama, convirtiendo a ese Joe en símbolo de la clase media, quien planteó que el proyecto impositivo demócrata perjudicaría, de llegar a aplicarse, a quienes en Estados Unidos obtienen pequeños ingresos. Los medios de comunicación la tomaron contra el alienígeno artesano diciendo que carece de licencia para prestar servicios como fontanero, tachándole de evadir el pago de impuestos. En fin, sólo me resta decir, como el tío Pilo argüía: que del plato a la boca suele caerse la sopa.