En los últimos meses, varios acontecimientos han distraído parcial y momentáneamente la atención de los varios asuntos pendientes que tiene la administración municipal de José Ángel Pérez en Torreón. Por una parte, la crisis económica mundial ha hecho voltear las miradas a los indicadores financieros como nunca. Los altibajos de la Bolsa Mexicana de Valores y del tipo de cambio del peso respecto al dólar, además del incremento de precios de productos de la canasta básica, han puesto en vilo el ánimo de los ciudadanos, quienes en medio de la incertidumbre y la contradicción de los pronósticos oficiales, sólo alcanzan a ver bruma y oscuridad en su futuro.
Por otro lado, está el problema de la inseguridad pública que azota a prácticamente todo el territorio nacional y que, contrario a lo anunciado por el presidente Felipe Calderón, lejos de disminuir se ha recrudecido. Ejecuciones, balaceras, atentados y un clima de violencia generalizado en muchas de las principales ciudades del país tienen en la zozobra a un amplio sector de la población que no logra observar la luz al final de este oscuro y ya largo túnel.
A lo anterior hay que agregar que aquí en Coahuila hace apenas una semana se llevaron a cabo las elecciones para renovar el Congreso del Estado, en donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) arrasó llevándose las diputaciones de los 20 distritos electorales de la entidad. Todos estos temas han acaparado las portadas de los periódicos y los titulares en los medios electrónicos de comunicación en estos días.
Sin embargo, sería un grave error mirar a los asuntos citados como parte de una realidad ajena a La Laguna y al municipio de Torreón y que no atañe en buena parte a las autoridades locales. Los efectos de la crisis ya comienzan a reflejarse en la dinámica económica regional y en el bolsillo de los ciudadanos. La inseguridad también ha tocado a las puertas de las familias torreonenses que cada vez conocen a más personas que han sido víctimas de algún delito, sea secuestro, robo o asalto, si no es que ellas mismas ya han sufrido uno. Recientemente, Torreón vivió la peor crisis policiaca de su historia, cuando medio centenar de policías preventivos municipales fueron detenidos por elementos federales por sospecha de nexos con el crimen organizado.
En lo que respecta al tema de las elecciones, el hecho de que el PRI recuperara el control en los 5 distritos radicados en Torreón quizás fue igual de impactante que el triunfo avasallador del tricolor en todo el estado, toda vez que este partido ganó sectores otrora considerados bastiones del Partido Acción Nacional (PAN) en esta ciudad. No son pocos los que ven en las fallas de la Administración del alcalde José Ángel Pérez una de las causas de la debacle del panismo local, y en el resultado de la elección, una calificación a su gestión.
Y es que no debemos dejar de lado que el Gobierno de la ciudad es una actor importante sobre el escenario de toda esta problemática, a fin de cuentas es la autoridad más cercana a la gente y de la que ésta espera un mayor compromiso y resultado.
A un año y dos meses de que concluya el cuatrienio de José Ángel Pérez se aprecian asignaturas pendientes no sólo en los temas mencionados arriba, crisis económica e inseguridad, sino también en otros que precisamente son los que han quedado relegados a un segundo plano por los primeros. En la cuestión económica, es evidente el rezago en el área de fomento de la inversión y la creación de empleos. Se cuentan con los dedos de la mano las empresas nuevas que han abierto en Torreón y muy pocas se han aventurado a ampliar sus capacidades actuales, por el contrario algunas han empezado ya a recortar personal.
En lo referente a la seguridad, se está aún muy lejos de alcanzar la meta que el alcalde planteó al inicio de su administración de hacer de la Policía de Torreón “la mejor del norte del país”. Con nuevo director de Seguridad Pública, recién llegado el viernes 24 de octubre, este es uno de los retos más grandes que se le presentan a José Ángel Pérez en la recta final de su mandato.
Pero, como decía, no sólo en lo económico y policiaco hay mucho camino por andar. También están los problemas generados por el lento avance de la obra pública, que han sido comunes desde que empezó la administración, y en los que el Gobierno del Estado, encabezado por Humberto Moreira, ha contribuido enormemente. Los torreonenses hemos tenido que ingeniárnoslas para trasladarnos con la mayor rapidez y el menor riesgo posibles en una ciudad que parece “zona de guerra”. Claro ejemplo de esto es el bulevar Torreón-Matamoros.
Con relación a los servicios públicos, dos problemas en particular afectan hoy en día a los ciudadanos: las constantes fallas del alumbrado público y el marcado desgaste del pavimento en vialidades importantes. En otro servicio, el de transporte, en el cual hay que reconocer que ha habido avance, recientemente se han acumulado quejas motivadas por la implementación de la nueva modalidad de cobro de pasaje con tarjeta prepagada.
También se perciben áreas de oportunidad en lo que corresponde al mantenimiento de los espacios públicos, en la sincronía de los semáforos en rúas transitadas y en la aplicación del reglamento de Vialidad, que con bombo y platillo se aprobó el año pasado y hoy parece haber quedado en el olvido.
Por último, en cuanto a los proyectos que están en marcha, pero que aún no se consolidan, destaca el del rescate del Centro Histórico, en el que si bien se avanza actualmente en la construcción de los paseos peatonales, falta ver cómo queda en su desarrollo integral.
Como puede uno percatarse, mucha tarea tiene todavía el alcalde de Torreón en esta recta final de su Gobierno. Como autoridad más próxima a la ciudadanía, debe responder a las crecientes demandas de la misma. Como político que aspira a algún futuro, debe considerar que el año entrante enfrentará otros dos procesos de calificación: la elección de diputados federales y la renovación de ayuntamientos. A José Ángel Pérez no le queda de otra, pues, que ponerse a trabajar más duro.
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