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Juan Camilo Mouriño

Gilberto Serna

En horas tempranas, ahí estaban los tres políticos, pese a lo gélido del país. Dos de ellos se veían relajados seguros de sí mismos, el tercero estaba que no le cabía el alma en el cuerpo. Éste, que ocupaba una esquina en el pequeño grupo, se veía desconcertado. Apenas duró un poco más de un año en la nómina. Está por demás decirlo, en aquella ocasión, su propia toma de posesión se veía radiante, su carrera política había tomado un giro inesperado gracias su previsión de haber destapado al que iba a ser elegido Presidente, en los siguientes comicios para ocupar la silla en que se sentaba Vicente Fox, quien al enterarse de la comida que le ofreció el gobernador de Jalisco, se sintió ofendido y despidió a Felipe Calderón que se desempeñaba como Secretario de Energía. El rumor que se hizo patente entonces, es que la artífice del guillotinazo había sido la cónyuge del presidente Fox que tenía sus ojos puestos en otro Secretario de Estado considerando, como en los viejos tiempos priistas, que con la aparición de un candidato que no era el suyo, le estaban brincando las trancas a su media naranja, igual que si se tratara de una monarquía en que el poder es absoluto. Así eran ellos.

Los tres, de traje oscuro con corbata. Al que se iba se le concedió el uso de la palabra que aprovechó para echarle un “cebollazo” es decir, elogiar la labor del Presidente, que sonó soflamero dadas las circunstancias. Pasaron por turno los otros dos, en tanto el primero, ya no se movió de su lugar, permaneciendo de pie, con los brazos descansando a sus costados, al parecer, sumido en profundas reflexiones, lo que hizo no advirtiera que el último de los oradores, el Presidente, acabada su perorata, se disponía a ocupar el centro, teniendo que desplazarse por atrás de él, señal de distracción del secretario saliente, comprensible dados los nebulosos pensamientos que bullían en su cerebro. Y no era para menos, había estado en la antesala de donde en otros tiempos, se decía que se empollaban los Presidentes.

Lo único que se sabe hasta ahora, del porqué abandona el puesto Ramírez Acuña, que fue gobernador del estado de Jalisco, es que había perdido efectividad como jefe político del Gabinete y de enlace con la Oposición. No obstante, cabe decir, que desde un principio se vio que lo dejaron en la cancha sin balón. Puede ser el caso, aunque es costumbre se mantenga en reserva el motivo real. Lo único claro es que su nombramiento tuvo como único mérito el compromiso moral que adquirió el Presidente Calderón cuando le organizara aquél una comida en un rancho cercano a Guadalajara. Poco se sabía de sus aptitudes para participar en las grandes ligas, no es lo mismo figurar como mandatario en una entidad federativa que dirigir la política interior del país. Lo que podía decirse, usando un léxico popular, es que todo indica no dio el ancho. En la ceremonia, que en vivo pasó por los aparatos televisivos, el ahora ex secretario no se mostró humilde al manifestar que los problemas que se le presentaron en el desempeño de sus obligaciones tuvieron rápida solución. La realidad es que su paso por las oficinas del antiguo Palacio de Cobián, en las calles de Bucareli, frente al reloj chino, puede calificarse de gris. Ahora, su futuro en la política, es incierto.

Por otro lado, a sus fulgurantes 36 años se formalizan las funciones que de tiempo atrás venía desarrollando el nuevo secretario de Gobernación. Habrá de dedicar sus afanes a restaurar el entramado que le da solidez a las relaciones con los partidos políticos existentes en el país, cuyo contacto se había deteriorado a partir de que su antecesor tomó el cargo. Leí, si entendí bien, que Juan Camilo Mouriño, nacido en Madrid, España, ocupa un cargo de manera ilegal, fundando ese aserto en que no está dentro de alguna de las hipótesis previstas para considerarlo mexicano por nacimiento. Estimándose que quienes nacieron con anterioridad al 20 de marzo de 1997, teniendo padres naturalizados, uno o ambos, no alcanzan el beneficio que les otorga la calidad de mexicanos por nacimiento, requisito requerido para figurar como secretario en cuestión. Discrepo de ese criterio en atención que de conformidad con la Constitución es cierto que a ninguna ley se le dará efectos retroactivos, pero sólo que lo sea en perjuicio de una persona ya que a contrariu sensu, (en sentido contrario) cuando surte sus efectos sobre actos jurídicos anteriores a la vigencia de la ley, en beneficio de esa persona, que es el caso, está validando su status jurídico. Diremos entones que Juan Camilo, que de acuerdo con la legislación actual, es un compatriota que ocupa la Secretaría de Gobernación, sin duda, perfectamente legitimado.

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