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Juegos de Gabinete

Plaza pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Escribo estas líneas temprano el miércoles seis, antes de saber si los secretarios de Agricultura, Economía y Trabajo fueron desairados por los representantes de organizaciones campesinas y sindicales que se mostraban reticentes ante el encuentro a que fueron convocados para hoy jueves. Pero no debe extrañar a nadie si la cita fue desatendida, especialmente después de que el jefe de los tres miembros del Gabinete ofreció a la Confederación Nacional Campesina (uno de los convidados a la reunión de ayer) diálogo directo y permanente. Si es posible hablar con el Presidente, se fortalecería la descalificación asestada a sus representantes, a los que no se atribuye capacidad de interlocución.

También es temprano, en la mañana de este miércoles, para saber si el ingeniero Alberto Cárdenas continúa en su cargo como titular de la Sagarpa. Si nos atenemos a las versiones de priistas participantes en la reunión del martes en Los Pinos, el ex secretario del Medio Ambiente y ex gobernador de Jalisco habría quedado en entredicho, exhibido en su ineficacia delante del Ejecutivo. Aunque sus visitantes acordaron no insistir en su pedido de que Cárdenas renuncie, fue claro conforme a lo sabido, que no hizo falta hablar de su despido, pues habría quedado clara la necesidad de separarlo de las funciones que le asignó su antiguo rival en la contienda por la candidatura presidencial panista.

Calderón recibió en Los Pinos a una delegación priista, encabezada por Beatriz Paredes, en la que participaron Emilio Gamboa, líder de la fracción tricolor en San Lázaro, otros miembros de la misma y Cruz López, presidente de la Confederación Nacional Campesina. Los presentes deben haber quedado perplejos ante la confesión presidencial que lo denuncia como ausente de su trabajo, confiado en exceso en la actividad de sus colaboradores. “Créanme, no es pose, porque esto realmente me sorprende”, dijo Calderón al oír las quejas y las recriminaciones a Cárdenas. “Yo pensé que al final del periodo de sesiones, en diciembre pasado, con la aprobación del Presupuesto todo había quedado realmente planchado, pero veo que no es así”. Calderón “se dijo sorprendido de la falta de negociaciones y consensos” en torno de “temas como las reglas de operación para el ejercicio de recursos de los programas del campo para 2008”.

A nuestra vez, nos sorprende comprobar que, acaso siguiendo la recomendación de Vicente Fox de no leer la prensa, Calderón practica esa forma de analfabetismo funcional. Si sólo hubiera seguido con detenimiento la información sobre la multitudinaria manifestación campesina que el 31 de enero desembocó en el Zócalo habría quedado al tanto de la fría, tensa, interrumpida relación de los marchistas con el secretario de Agricultura. Pero dijo a los priistas “desconocer las causas, inconformidades y hasta la ruptura del diálogo con el Gobierno Federal” (Reforma, 6 de febrero).

“Según los presentes, las expresiones del presidente generaron nerviosismo en…Cárdenas”. No era para menos. Estaba siendo exhibido como un desleal o ineficaz colaborador que no mantiene informado a su jefe de los problemas políticos. La secuela obligada de ese mal momento era presentar su renuncia, pues había sido pillado en falta. O también debió presentarla si Calderón lo empleó como chivo expiatorio a fin de ganar capacidad de diálogo con los diputados priistas, que la necesita para otros temas, como la reforma energética. Es decir, para estar en condiciones de ofrecer contacto directo consigo, el Ejecutivo habría desautorizado sin razón a su secretario que, si ése fue el caso, no debería admitir ser de ese modo puesto en vergüenza frente a un sector con el que institucionalmente tiene trato frecuente, y con algunos de cuyos representantes esperaba encontrarse horas después.

Por tratarse de una reunión pactada con la dirección del PRI, es decir por caer en el ámbito de su relación con los partidos políticos, en la reunión donde Cárdenas quedó descobijado estaba presente Juan Camilo Mouriño, el secretario de Gobernación que antes de cumplir un mes en su cargo es ya dueño de la escena gubernamental, en agudo contraste con su antecesor, a quien se le había requerido ostentar un bajo perfil, lo que en su turno fue argumentado como causa de su baja.

El lunes, Mouriño había encabezado una reunión de Gabinete sobre seguridad pública, materia que fue sustraída del ámbito de competencia de Gobernación en diciembre de 2000 y llevada a la dependencia que lleva ese nombre. Se dio a aquel encuentro un tono referido a la seguridad nacional, en la que Bucareli sí tiene responsabilidades, con tal de que la encabezara Mouriño. Se avisó a los medios informativos, para suscitar su interés en la reunión, que a las siete de la noche se produciría un importante anuncio en Gobernación. No hubo tal, aunque sí un balance de las actividades gubernamentales en el combate a la delincuencia organizada, no muy diferente del que los secretarios de la Defensa y de Marina y el procurador general de la República ofrecieron a finales de noviembre, hace apenas dos meses, en vísperas del primer aniversario del Gobierno del que forman parte.

Amén de refrendar el protagonismo de Mouriño, aquel encuentro en su oficina tuvo tal vez el propósito de actualizar la posición gubernamental en el combate a la inseguridad, porque al día siguiente Calderón daría cuenta de ella al presidente Bush, en una conversación telefónica en que el mexicano fue felicitado por su homólogo norteamericano.

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