El recientemente elegido presidente ruso Dimitri Medvedev prestó ayer juramento durante la ceremonia de su investidura, en el gran palacio del Kremlin en Moscú, Rusia. (EFE)
Propone el nuevo mandatario a Vladimir Putin como primer ministro ruso.
Rusia, el país más grande del planeta, quizá uno de los más ricos en materias primas y dueño del segundo arsenal nuclear más importante del mundo, vivió ayer dos acontecimientos históricos en su breve historia democrática. Por primera vez en casi 90 años, un burócrata de 42 años y sin pasado comunista juró como presidente.
En el marco imponente de la suntuosa sala de San Andrés, del palacio del Kremlin, y durante una ceremonia que duró sólo seis minutos. Dimitri Medvedev se convirtió en el tercer jefe de Estado ruso después de la desaparición del imperio soviético, un acontecimiento que dejó al país confrontado a un periodo sin precedentes de Gobierno dual con su predecesor, Vladimir Putin.
El joven mandatario ruso juró como presidente con su mano derecha apoyada sobre una copia de la Constitución rusa forrada en cuero de color marrón.
La coreografía oficial de la ceremonia que tuvo lugar ayer en Moscú ante 2,500 invitados y sin la presencia de prensa extranjera, mostró al mundo que Vladimir Putin hizo entrega del cargo a su joven sucesor y discípulo aplicado durante los últimos ocho años. Pero nadie sabe si el ex agente de la KGB de 55 años renunció voluntariamente al enorme poder que acumuló durante los ocho años de su mandato.
Es cierto, nadie lo sabe, pero Medvedev, después de jurar en el cargo y recibir la cadena de oro de águilas bicéfelas que simboliza la Presidencia, dijo que defendería la libertad y el Estado de Derecho, dos aspectos que no fueron respetados por su antecesor en el cargo.
“Creo que mi objetivo más importante será proteger las libertades civiles y económicas”, dijo el líder más joven que haya tenido el país desde el zar Nicolás II. ”Debemos luchar por un verdadero respeto a la Ley y superar el nihilismo legal, que daña seriamente el desarrollo moderno”, añadió.
El nuevo presidente, que llegó al palacio del Kremlin a bordo de una lujosa limosina Mercedes, escoltada por 11 motociclistas, heredó ayer de su padrino político una economía floreciente, alimentada por los altos precios del petróleo y del gas, que han llenado las arcas del Estado con varios miles de millones de dólares.
Pero Dimitri Medvedev, también estará confrontado a una serie de retos importantes. Uno de los más importantes es la corrupción, pero también la inflación y el escaso poder de compra de sus compatriotas obligarán al joven presidente a dar pasos más atrevidos de los que dio Putin.
Antes de que Medvedev jurara el cargo, un Putin de rostro sombrío y preocupado, ingresó solo al palacio, dijo adiós a la guardia presidencial y agradeció al pueblo ruso su confianza y apoyo. ”Es muy importante que todos continuemos el curso que hemos comenzado ya y que ha demostrado ser el correcto”, dijo.
El presidente de Rusia, Dmitri Medvedev, propuso ayer formalmente a la Duma del Estado o Cámara de Diputados la candidatura de Vladimir Putin al cargo de primer ministro.
El anuncio fue hecho por el servicio de prensa del Kremlin y se espera que la Duma se pronuncie en su sesión de hoy sobre la candidatura de Putin a la jefatura del Gobierno.
Apenas dos horas y media después de ser investido como presidente de Rusia, Medvedev formalizó la promesa de encargarle a Putin la formación del Gabinete que hizo nada más ser proclamado candidato a la Presidencia, el 11 de diciembre del año pasado.