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Justo medio

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“La política es, quizá, la única profesión para la que no se considera necesaria una preparación”.

Robert Louis Stevenson

El PRI ha tratado de presentarse como el “justo medio” entre un PAN “privatizador” y “un PRD “inmovilista” en la discusión sobre la reforma energética. Sin embargo, por lo menos en el tema de la refinación, el supuesto justo medio es todo menos la solución a un problema real y urgente.

Atendiendo a la petición de los priistas, que dejaron en claro desde el primer momento que no aceptarían ningún cambio a la Constitución en la reforma energética, el presidente Felipe Calderón presentó una iniciativa que permitiría la inversión privada en refinación, pero con un esquema de maquila en que se conservaría la propiedad del Estado mexicano sobre el petróleo a todo lo largo del proceso y hasta su conversión en gasolina. El mecanismo era complejo aunque ingenioso, pero lo importante es que abriría las puertas a una muy necesaria inversión privada en nuevas refinerías.

Sin embargo, los priistas decidieron rechazar esta parte de la propuesta presidencial. En la contrapropuesta presentada hace algunas semanas por el senador Manlio Fabio Beltrones, optaron por proponer la creación de nuevos organismos descentralizados que se encargarían de realizar la refinación de petróleo y la producción de gasolina.

El problema es que la creación de una nueva burocracia no resolverá el problema generado por la falta de inversión en refinerías y que nos ha llevado a importar más del 40 por ciento de la gasolina que consumimos. La verdad es que si no permitimos la inversión privada en refinación, simplemente tendremos que consumir cada vez más productos de refinerías privadas…. sólo que extranjeras.

El petróleo crudo es un negocio de dólares, pero la gasolina lo es de centavos. Una empresa ineficiente como Pemex puede operar sin problemas en la producción de petróleo crudo ya que su margen de utilidad es enorme. En 2007 el costo promedio de producción de un barril de petróleo de Pemex fue de 4.37 dólares. Con un precio esta semana superior a los 115 dólares por barril, la rentabilidad del petróleo crudo está asegurada. Poco daño le hace a la empresa tener tres veces más personal que otras petroleras de las mismas o incluso mayores dimensiones.

Los productores de gasolina, sin embargo, deben pagar estos altos costos de petróleo crudo para ofrecer su producto en un mercado extraordinariamente competido (por lo menos fuera de México, ya que en nuestro país existe un monopolio oficial). Los márgenes del negocio son muy precarios y se consiguen a base de eficiencia en la producción y el transporte. En este campo de actividad sí pesa la ineficiencia de Pemex, que gana dinero en petróleo crudo, pero lo pierde en refinación.

El poco o mucho dinero con el que cuente Pemex debe utilizarse para la exploración y desarrollo de yacimientos de petróleo crudo. Es ahí donde está la verdadera rentabilidad de las inversiones que pueda hacer la empresa y donde radica el riesgo más fuerte para nuestro país.

Si nos acabamos el petróleo crudo, como bien puede ocurrir en los próximos años, nos habremos quedado sin la gallina de los huevos de oro. En el caso de la gasolina, sin embargo, la situación es por completo diferente. Utilizar los escasos recursos de Pemex para invertir en refinerías de escasa o nula rentabilidad es un desperdicio inaceptable.

El que se creen organismos descentralizados del Gobierno para manejar la refinación no ayuda absolutamente en nada mientras no se encuentre un mecanismo que permita la inversión privada en el sector. El esquema que propone el presidente Calderón no es el mejor –lo ideal sería simplemente abrir la actividad a la inversión privada—pero cuando menos permite inversión fresca sin tener que cambiar la Constitución. La propuesta del PRI no hace más que crear un nuevo nivel de burocracia sin avanzar un solo paso en la solución del problema.

El asunto es muy sencillo. Si no permitimos la inversión privada en refinación, México tendrá que aumentar cada vez más la importación de gasolina. De hecho, Pemex está ya preparando la construcción de una nueva refinería para procesar crudo pesado mexicano, sólo que en Centroamérica y no en territorio nacional. La razón es que sólo fuera de México puede Pemex tener los socios privados que requiere en este negocio. Por eso una de las más importantes refinerías de la empresa, y la única rentable, es la que tiene en coinversión con Shell en Texas y que en México sería ilegal.

Quizá haya aspectos positivos en la propuesta de reforma energética del PRI; pero en la refinación, la iniciativa no resuelve nada. Simplemente retoma el mito del viejo priismo, el de los tiempos de Luis Echeverría y de José López Portillo, de que para resolver problemas económicos basta con crear nuevas dependencias de Gobierno.

EXPROPIACIONES

El Gobierno del Distrito Federal continúa su guerra contra la propiedad privada. Ayer anunció la expropiación de 143 predios en Álvaro Obregón, Azcapotzalco y Xochimilco. En esta ocasión se está despojando a los dueños para entregar, “fuera de subasta”, los terrenos a los paracaidistas que los habían invadido. Seremos los contribuyentes, como siempre, los que paguemos por estas expropiaciones, mientras que los paracaidistas premiados por sus invasiones se convertirán en soldados incondicionales del PRD.

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