El boxeador se acercó a la maestra Elba Esther Gordillo y al abrazarla, lloró pidiéndole que le diera un espacio en la dirigencia del Partido Nueva Alianza.
Lo nombró secretario general, debajo de Tomás Ruiz, quien aguantó estoicamente durante nueve meses como “número dos” a la estrella de las revistas del corazón, a quien incluso el Niño Verde consideraba desafortunado tener entre sus filas (y eso ya es decir un tramo).
Para la lideresa de los maestros y por razones muy íntimas, Jorge Kawaghi Macari es como un hijo. Su debilidad -inusual en una mujer de acero que con un dedo inclina elecciones y cimbra Gabinetes- quedó exhibida cuando al hartazgo de Tomás Ruiz heredó a Kawaghi la dirigencia nacional del Panal, enfrentando asombro e indignación de la cúpula del sindicato de maestros y los legisladores beneficiarios del “uno de tres” en 2006.
A Gordillo le salió caro el desdén por sus cuadros políticos. Enfrentó a partir de ahí varias rebeliones: Miguel Ángel Jiménez, coordinador de su bancada (la del Panal, pues) en la Cámara de Diputados, se entendía directamente con el Gobierno Federal; Rafael Ochoa comenzó a buscar vida propia en la Secretaría General del SNTE; y la estructura del Panal perdió cohesión en mucho también por las ausencias de Elba Esther atribuibles a un grave problema de salud.
Tras ganarle una batalla ruda, rudísima, a la hepatitis, la maestra está de vuelta y quiere poner orden. De entrada, destituyó hace un par de meses a Jiménez de la coordinación parlamentaria, porque declaró el apoyo de su bancada a la iniciativa de reforma a Pemex sin consultar con ella ni pedir nada a cambio al calderonismo.
A Kawaghi ya tomó la decisión de correrlo de la dirigencia nacional del Panal. De consolación le tocará una diputación plurinominal en 2009.
Y de paso, quiere deshollinar su imagen a través de la Alianza por la Educación de Calderón y Vázquez Mota, cediendo sorpresivamente ciertos cotos de poder sindical que parecían impenetrables.
En síntesis, el sueño de Carlos Salinas en mujer: dejar de ser considerada un símbolo de corrupción y pasar a la historia como la gran reformadora. Y entonces, sí, el retiro.
En el camino, Elba Esther teje una alianza con el líder petrolero Carlos Romero Deschamps para presentar una postura conjunta a las iniciativas Calderón y Beltrones. Ninguna satisface a estos dos líderes sindicales.
A ver quién gana la partida. Porque en la ruta, la maestra mantiene bien parados a los suyos: a Campa nada menos que en el Sistema Nacional de Seguridad Pública, Yunes en el ISSSTE, Yáñez en la Lotería y el yerno de subsecretario.
Y Vázquez Mota -a quien Gordillo en entrevista con Raymundo Rivapalacio llamó ignorante- como los alcohólicos, sabe que es “sólo por hoy” y vive al día su Alianza.