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La basura en Gómez

No hagas cosas buenas...

Enrique Irazoqui

Esta semana la nota es el paro de labores de más de cien trabajadores de la empresa concesionaria de limpieza de Gómez Palacio.

Proterra, nombre de la compañía sanitaria, amaneció con la novedad que gran parte de su personal rehusaba realizar sus tareas, argumentando violaciones a sus condiciones laborales. Así, el servicio de limpieza que reciben los gomezpalatinos se vio afectado sensiblemente debido al problema interno de Proterra.

El tema podría ser simple episodio pasajero de una compañía que le tocó sufrir un asunto laboral de parte de su personal, como le podría pasar a cualquiera que trabaja y tiene un grupo humano laborando para sí; el problema es que se trata de una organización que se dedica a la operación de una concesión tan importante como lo es el servicio de limpia, y que haya sucedido en Gómez, con los antecedentes de cómo fue entregada la concesión a la empresa ganadora, genera cada vez más molestias y suspicacias sobre el origen del problema del paro.

Recapitulando un poco, el Ayuntamiento de Gómez Palacio, cuando era presidido por Octaviano Rendón, quien acaba de concluir su gestión apenas hace cuatro meses, decidió mediante licitación, contratar a la empresa regiomontana Proterra para que se encargara de las tareas de limpieza. La idea cada vez más común y de probada eficacia en los ayuntamientos es la de permitir que terceros realicen acciones que la ley le imputa a los municipios, pero que en casos como la limpieza, existe la figura de la concesión para que privados puedan llevar a cabo esas funciones. Así han crecido casos alrededor de la República y ha florecido la industria de la basura, que es propiamente el aprovechamiento de los residuos para su reciclaje, así como ofrecer los servicios a las ciudades con operaciones eficientes que les permita conseguir utilidades atractivas.

El pecado, sin embargo, es desde el origen de la asignación del ganador del concurso por la basura. Una lucha descarnada por obtener el contrato de limpia, confrontó más allá de lo meramente profesional a la propia Proterra y a su competidor PASA, lo que originó que saliera a la luz pública hechos de corrupción, como el del regidor panista que aceptó haber recibido burda gratificación por el otorgamiento de la chamba, lo que confirmó el secreto a voces: la concesión que ganó Proterra, estaba embarrada de estiércol.

Al asumir Ricardo Rebollo la alcaldía el primero de septiembre del año pasado, el nuevo edil sabía que uno de los temas que tendría que enfrentar apenas se sentara en la silla, era precisamente el asunto de la limpieza, incluso declaró que era factible la revocación del servicio y emplazó al concesionario en los primeros días de su mandato a mejorar, so pena de la rescisión. Rebollo a los pocos días se dio cuenta que hablar del tema era más fácil que resolverlo en la práctica, porque retomar la responsabilidad del Municipio de llevar a cabo la recolección y barrido de la ciudad, no era ni sencillo y lo suficientemente oneroso como para hacer que el presidente municipal moderara un poco sus advertencias.

Inició entonces el nuevo año y ahora en la semana Proterra vuelve a fallar. Ellos dicen que es un plan de terceros para dañarlos; probablemente sea verdad, el encono que tuvieron con su rival y los intereses afectados hacen posible la tesis, sin embargo, los ciudadanos no tienen la culpa de ello y sí sufren la carencia en la calidad del servicio.

Tal vez Rebollo tendrá que repensar si está dispuesto a soportarlos sus tres años como alcalde o decide cortar por lo sano.

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