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La chaveta

Gilberto Serna

No, no le encuentro ni pies ni cabeza a las declaraciones del director del Centro de Seguridad Nacional, Guillermo Valdés. Un día afirma que mantiene una relación muy cordial y positiva con el Congreso de la Unión y al otro día dice que el Congreso no está exento de que el dinero de las drogas haya infiltrado las campañas de “algunos” legisladores, en una entrevista publicada en días pasados por el Financial Times.

El líder del Senado de la República y el presidente de la Comisión de Justicia de ese organismo, exigieron pruebas de lo que asevera el director del Cisen, en torno a la penetración del narcotráfico en el Poder Legislativo. -Que esperen esos elementos probatorios cómodamente sentados, dice Juan Pueblo, por que parados se van a cansar-. No se necesita tener cualidades de nigromante para darnos cuenta que esa dependencia federal no va a hacer cosa alguna.

Los que ingenuamente piensan que Guillermo Valdés va a caer, es decir, va a renunciar o le van a pedir que se vaya, no saben lo que dicen. Justo acaba de expresar que los legisladores están malinformados pues las actividades del Cisen tienen como fin principal que trabaja en bien de la seguridad nacional y por el bien de las instituciones democráticas.

Lo paradójico es que dada la jerarquía de su función pública, antes de abrir la boca para denostar a los congresistas, debió de tomar acuerdo con su jefe inmediato para seguir adelante con sus disquisiciones. De ser así, que recibió el visto bueno de sus superiores, sin duda que tiene en su poder las pruebas de lo que soltó a los cuatro vientos. De otra forma estaría difamando a los miembros de otro poder gubernamental que pueden, como al efecto lo están haciendo, pedir que le corten la cabeza.

Quizá, el director cuente con el apoyo de sus patrones que se han venido acostumbrando a no remover a sus funcionarios, como un malentendido principio de autoridad. El Ejecutivo siente que de consentirlo sería tanto como demostrar debilidad. Lo malo, en esta ocasión, es que el agraviado es un peso completo al que no se le puede ningunear exhibiendo sus trapos sucios, falsos o verdaderos. Sus golpes, si decide no negociar, pueden ser demoledores. Es posible que en el berenjenal de acusaciones se dé cuenta que no se trata de un entretenimiento sino de quienes quieren verlo fuera de la pelea por la grande, desde ahora. Porque, ese adelantar las cosas, sea consecuencia de que estén enterados de que la piñata se va a romper antes de tiempo, lo cual sería una conspiración de grandes dimensiones.

Una trifulca como la que se está dando ahora no se había visto ha mucho tiempo. Agréguele usted los demás problemas, la carestía que está golpeando el bolsillo de los más pobres, la recesión económica en la que están cayendo los países del mundo, el narcotráfico, la falta de empleos, la emigración de nuestros jóvenes en busca de lo que aquí nos falta. El contrabando de armas, la fuga de capitales, la corrupción, la inseguridad, el crimen organizado, etcétera.

Todo un coctel capaz de ponernos a temblar de sólo imaginar sus consecuencias. La actitud del director de vapulear nada menos que al factótum del Poder Legislativo, no se explica, a menos que al acusador se le haya botado la chaveta.

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