Por lo general se habla maravillas del aperturismo económico que se ha operado en China en las últimas décadas, que ha convertido al país más poblado del mundo, en un gigante perfilado como primerísima potencia mundial dentro de muy pocos años y por supuesto sede de los inminentes Juegos Olímpicos.
Los economistas de importantes instituciones financieras mundiales y universidades, no paran en elogios a la capacidad que ha tenido el Gobierno comunista chino para transformar la retórica ideológica tradicional del marxismo en una actitud pragmática de apertura de los mercados hacia la libre competencia y la apertura ilimitada al capital extranjero que ha visto en las reformas fiscal y laboral, el medio idóneo para ubicar a las más grandes empresas de manufactura en el enorme país asiático, con la consiguiente generación de puestos de trabajo, aunque sean de ínfima calidad remunerativa.
Pero temas que se omiten tramposamente en esas loas al aperturismo chino, es el relativo a la conculcación del derecho a la autonomía de países sometidos por el régimen comunista, tal como es el caso del Tibet que tiene mucho que ver con el tema relativo a la limitación de la libertad religiosa.
Los medios informativos internacionales han informado acerca de los actos de represión de las fuerzas del orden público chinas en contra de los manifestantes a favor de la soberanía del pueblo tibetano. Según la prensa oficial china han muerto 16 manifestantes en enfrentamientos con la Policía, en tanto que versiones de tibetanos en el exilio afirman que los muertos ascienden a 80.
Por otra parte, la agencia informativa Europa Press denunciaba el arresto de los sacerdotes Lu Genjun, de 44 años, y Guo Yanli, de 39, de la diócesis de Baoding en Hebei (Noreste de China), por las Fuerzas de Seguridad chinas, según información de la Fundación Cardenal Kung que defiende a la Iglesia Católica, declarada clandestina en el país comunista.
Asimismo la referida Fundación Cardenal Kung recordó que el obispo Jia Zhiguo, arrestado por octava vez el 8 de noviembre de 2005, aún sigue detenido y en paradero desconocido. El sacerdote, que cuidaba de casi un centenar de niños discapacitados, ya había pasado 20 años encarcelado anteriormente.
En China sigue siendo delito proclamar a Cristo. La Iglesia Católica Romana está absolutamente restringida por parte del Gobierno chino pragmático en lo económico, pero controlista de la vida social, al caso está la severa declaración del ministro de Asuntos Exteriores chino Li Zhaoxing exigiendo al Vaticano que “no se relacione con provincias o localidades de China”, en respuesta al nombramiento como cardenal del obispo de Hong Kong, Joseph Zen.
El diario deportivo italiano “La Gazzetta dello Sport” publicaba recientemente que los responsables de la organización de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 prohibirán la entrada de la Biblia en las villas de deportistas donde se alojarán los atletas, alegando “razones de seguridad” y que los atletas no podrán llevar consigo ningún otro símbolo religioso dentro de estos recintos olímpicos.
