PURAS
VERGÜENZAS
Caray, se ha ido la primera mitad de los Juegos Olímpicos y la cosecha de nuestros esforzados atletas sigue siendo una miserable medalla de bronce. Medalla de igual metal que un judoka sueco despreció en protesta por el arbitraje.
Uno entiende, pero no justifica que las grandes cadenas televisivas sigan intentando hacer creer al público mexicano que los atletas aztecas están dejando en alto el nombre del deporte de nuestro país. ¿En alto? Con la sola excepción de las clavadistas sincronizadas, se la han pasado sucumbiendo a la hora buena o de plano haciendo el ridículo más espantoso.
Uno tras otro (parece que tienen prisa) son eliminados, prueba tras prueba, es impresionante y francamente ya de risa loca la sección de “Siguiendo a los mexicanos”, de los programas olímpicos de las cadenas mexicanas. “Fulanito terminó en 34, pero mejoró su marca nacional”, “zutanito a pesar de su gran esfuerzo no pudo meterse a la ronda de los 16”, “menganito corrió con molestias estomacales y aún así terminó entre los veinte mejores”.
Es un disco más que rayado, pero es la verdad, mientras la corrupción y el tráfico de influencias siga tan campante entre nuestros directivos, seguirán dando pena en donde se paren nuestros representantes. Y digo representantes porque hace tiempo dejaron de ser competidores.
Las cosas parece que no van a cambiar, al contrario, van a empeorar, de ser así, México ocupará el peor lugar en su historia dentro del medallero olímpico. ¿Cuál progreso? Con las autoridades deportivas designadas las cosas cada vez están peores, y es que en realidad los que mueven el tepache siguen siendo Mario Vázquez Raña y su seguro achichincle, Felipe “Tibio” Muñoz. Dos personajes, sobre todo el Don, ya deberían dejar de sacrificarse por nuestro deporte y permitir que se dé una reestructuración total.
Hagan de cuenta que el deporte mexicano es el Distribuidor Vial Revolución, así de mal planeado está, donde los atletas mexicanos derrapan y se van al vacío. Hay que dinamitarlo y volverlo a construir desde sus cimientos.
Basta de consentir atletas que van por tercera y hasta cuarta vez a unos Juegos Olímpicos con el solo afán de dar la vuelta y de paso hundir aún más en el descrédito el ya de por sí vapuleado deporte mexicano.
Me da curiosidad qué comentarán cubanos, brasileños, argentinos, colombianos, panameños y todos nuestros hermanos latinoamericanos que ya han ganado medallas de plata o de oro con el escándalo que hemos hecho por una méndiga medalla de bronce, seguramente sonreirán, moverán la cabeza como diciendo “hay mexicanos nunca cambiarán”.