En mi casa tengo dos perros, y según yo los quiero a los dos. Pero sin duda quiero más a mi perrita “Fey” que nos ha acompañado a mi familia y a mí en los últimos quince años de nuestra vida.
Yo estoy seguro que el Xolo y la Fey, mis perros, sí me quieren, porque así me lo demuestran a diario, ladrando y moviendo la cola y saltando de alegría cada vez que me ven, con un entusiasmo tal, como si hubieran pasado mucho tiempo sin verme.
La que se me hace que no me quiere es la tortuga que tenemos de ocho años de edad, llamada “Ruperta” pues cada vez que me acerco a ella me huye, sin yo saber el porqué, aunque tengo sospechas de por qué corre de mí, tal vez porque casi no la toco, y yo nunca la alimento.
Será que el cariño que les tengo yo, es un cariño limitado, es un cariño de conveniencia y sólo a ratos.
Yo creo, no haber hecho nunca nada, para que mis perros me quieran, pues casi, no tengo tiempo de convivir con ellos, ya que muy de vez en cuando los saco a pasear, y sólo de cuando en cuando los acaricio, más halla de un saludo rutinario de bienvenida o de despedida.
A pesar de ese poco trato de “novios de antes” ellos, y sobre todo la perrita “Fey” me demuestra un cariño que ya por tanto tiempo y no haber variado, en todos estos años se me antoja, que es a ultranza.
Y pensar que cuando llegó la Fey a la casa, yo no quería que se quedara, pues siendo una perrita de raza chihuahua, y habiendo tenido siempre en mi casa, sólo perros de talla grande, pues como que no me agradaba tenerla, pero la presión de mis hijos Miguel y Manuel ganó sobre mi opinión, ya que esta perrita, junto con otra cachorra de raza basset, se las habían ganado, Miguel a la Fey y Manuel a la basset, en un concurso de destreza en una fiesta agropecuaria.
Y así fue como llegó la Fey a nuestra casa y nos adoptó a todos, incluyéndome a mí, que fui el único que voté en contra de que se quedara, dándome con su manera de ser, una muestra de que el cariño lo supera todo.
El próximo mes de octubre cumple sus 15 años y aunque su salud ya no la tiene completa, su devoción hacia mi familia y hacia a mí, que soy el que menos la atiende, es incondicional.
Ahora que mi perrita es anciana, veo en ella el ciclo tan maravilloso y cruel de la vida, que va dejando en cada cuerpo las huellas de lo vivido.
La gran diferencia de los perros y el hombre, es que ellos no sólo se concretan a lamerse las heridas, sino que lo hacen y siguen adelante con su vida, dando aun así amistad y compañía a quien lo rodea, expresando con sus ladridos y el movimiento lento de su cuerpo su sentir. Pero para mí, la mejor de sus expresiones, es ese movimiento, que yo considero como un bálsamo para el alma y es ese movimiento tan alegre de sus colas, y lo hacen tan pronto me ven, creo yo en señal de saludo, de un saludo muy suyo, con el cual quisieran decirme yo sólo vine a esta vida, con el fin de alegrarte, y hacerte compañía, de darte mi amistad, hasta el último de mis suspiros.
Y ahora para terminar una gota de filosofía:
Baila, como si nadie te estuviera viendo.
ADÓPTANOS
Somos “Alvin y La Pelona” buscamos un hogar donde nos quieran y nos protejan.
Alvin: Macho, ocho meses, (izquierda), todas sus vacunas, esterilizado, excelente guardián, buen compañero, inquieto, travieso, juguetón, noble y leal, muy obediente, busca casa.
La Pelona: Hembra, un año, (derecha), vacunada y esterilizada, muy noble, tierna y agradecida, tamaño pequeño, excelente compañera, busca hogar.
Anímate no lo pienses más, adopta un amigo leal e incondicional sin costo alguno, sólo envíanos un correo a: miguel_daviladavila@hotmail.com, o comunícate al 871-1201787. El correo y teléfono anterior es para personas interesadas en adoptar una mascota, no contamos con instalaciones físicas para dar albergue a animalitos (no hay refugio). Esteriliza a tu mascota, no olvides llevar al día el esquema de vacunación de tu mascota. Identifícala con una placa que contenga información básica en caso de extravío, no permitas que se convierta en una estadística más de muerte en la calle. Si por alguna razón tienes una mascota no deseada no la abandones en la calle, no la condenes a muerte si ésta no logra encontrar un lugar seguro donde no la agredan, donde pueda protegerse del calor, y donde pueda encontrar agua y alimento. Demos el ejemplo a nuestros hijos, tomemos decisiones responsables.
