Cada vez que alguna enfermedad, o algún procedimiento, se sale de control o no evoluciona de la manera que debería ser, o que yo no espero, como médico, no dejo de sentir en mayor o menor grado ese sentimiento que se llama frustración. Aun así tenemos que sobreponernos día a día, tratando para ello, de superarlo con el mayor y mejor de los esfuerzos diarios.
Aunque esto por fortuna no ocurre muy a menudo, yo lo tomo como natural, pues nuestra profesión no es sólo un trabajo, sino una forma de vida, en la cual se lidia con ambos extremos de la existencia como son los nacimientos y las muertes.
Yo me siento muy orgulloso de lo que soy, y estoy seguro que todas las personas, que se dedican a cualquiera de las ramas de medicina se sienten también sumamente orgullosos.
En la vida podrás tal vez nunca necesitar de los servicios de un arquitecto por ejemplo, o de algún paleontólogo, o de algún ingeniero, y si tienes mucha suerte podrás también no necesitar de algún licenciado, y aunque estas anteriores profesiones como las que me faltaron de mencionar, son sumamente, preponderantes en nuestra sociedad, podrás con suerte prescindir de ellas durante toda tu vida.
Pero por muy humilde o muy encumbrado que puedas ser, por muy joven o viejo, que seas con mucho, poco o nada de poder que puedas llegar a tener, habrá muchas etapas en tu vida en la que no podrás prescindir de los servicios de algún médico cirujano, algún cirujano dentista, algún profesional de enfermería, algún químico, algún paramédico, o algún médico veterinario.
Por eso yo sin falsa modestia pienso que somos un grupo de personas escogido por Dios, para llevar salud a los pacientes, cuando esto es posible, para tratar de aliviar su dolor, controlar sus enfermedades y para acompañarlos, y ser solidarios con ellos al final del viaje por esta vida.
Aun con todo esto, nosotros los médicos, no estamos exentos como cualesquiera persona de cometer errores, errores que se pagan muy caros, que nos dejan recuerdos que nunca se logran superar del todo, y que bueno que sea así, pues éstas son creo yo enormes lecciones, de humildad que nos da la vida, que si las tomamos como son, nos ayudarán a superarnos y a tratar para los siguientes casos tener mayor cuidado. Comprende médico que tu quehacer, algunas veces te pondrá en lugares de excelencia, para algunas serás una eminencia un semidiós, mientras que para otros serás un tonto del que no quieren volver a saber nada y habrás comprado por ellos una publicidad negativa de manera gratuita y no deseada que te acompañará toda la vida, y cuando esto te suceda a ti, recuerda estas palabras que me dijeron hace tiempo y que de cuando en cuando se me vienen a la mente.
Pero querías ser médico.
Y ahora para terminar una gota de filosofía.
Los perros abren los ojos a los quince días, los pendejos nunca. (Miguel Dávila Dávila).
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Dulce: Hembra, dos meses (derecha), vacunada, obediente, noble, cariñosa, muy tierna, excelente compañía.
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