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La creación de estrategias docentes

Rolando Cruz García

Cuando nos referimos al profesor que constantemente busca estrategias más acordes a los contenidos por abordar, y sobre todo, que busca que sus alumnos realmente aprehendan (la h intermedia implica apropiación), estamos hablando de profesores estratégicos, en tanto valiosos tomadores de decisiones acerca de su importantísima labor.

El crear nuevas estrategias requiere de fases diagnósticas para determinar problemas y luego buscar soluciones alternativas a los problemas encontrados, esto contribuye a su vez a profesionalizar al maestro.

La creatividad hay que verla como habilidad de pensamiento y por lo tanto puede desarrollarse, ya que involucra aspectos importantes a considerar desde su propia conceptualización; el término creatividad ha sido definido y dimensionado por diversas ciencias e investigadores y cada vez más se ensancha la multiaspectualidad de dicho término; por ello, más que entrar en disquisiciones sobre el mismo, resulta más operativo que nos detengamos en cuatro componentes de la creatividad expuestos por Nikerson (1987) los cuales desde su esencia condicionan modos de actuación para adiestrar a los alumnos en la solución de problemas.

Esos cuatro componentes son: las capacidades, el estilo, las actitudes y las estrategias creativas.

El profesor contribuye a fortalecer las capacidades creativas de sus estudiantes, cuando propicia que los alumnos generen una gran cantidad de ideas que previamente fueron apropiadas por ellos mismos, y que las discutan con rapidez y soltura; esta fluidez ideacional es lo que debe complementarse con el establecimiento de asociaciones que recuperen lo que ha quedado registrado en la memoria a largo plazo y se complementa además, con la ejercitación de la intuición, o sea la capacidad de conseguir conclusiones sólidas a partir de evidencias mínimas.

El estilo creativo se refiere a los hábitos que tiene el alumno para procesar la información. Ese estilo se constata cuando apreciamos los niveles de atención que muestra ante los problemas que debe resolver; si apreciamos que muestran un adecuado grado de exploración antes de lanzarse a la solución del problema, si es capaz de plantear varias alternativas, si es capaz de ser estratégico, de redirigir conscientemente las acciones y cambiar la dirección cuando el caso lo requiera.

Si es capaz de aplicar los métodos de “juicio suspendido”, que consiste en dirigir su juicio hasta haber comprendido y valorado el de los demás; y por último, si es capaz de mostrar una visión poli-ocular que le permita pensar en términos contrapuestos y no sólo en “blanco y negro”.

Las actitudes creativas son las más asociadas tradicionalmente al término creatividad pues abarca la originalidad, la firmeza en las valoraciones autónomas, el ejercicio de la crítica y sobre todo, la capacidad de usar productivamente la crítica que le hacen otros.

Las estrategias encaminadas a fomentar la creatividad son: las comparaciones cercanas y remotas, las actividades generadas a partir de lluvia de ideas, el fortalecimiento de la imaginación, el análisis de supuestos, la delimitación de problemas y la búsqueda de nuevos puntos de entrada para resolver problemas.

Por último, uno de los elementos que determinan la competencia pedagógico–didáctica de los profesores en la actualidad, es la introducción de las Nuevas Tecnologías de la Información y la comunicación (NTIC) no de manera artificial ni modal, como frecuentemente se hace, sino como un medio de preparación de los alumnos para insertarse en los inminentes y trascendentales campos de la sociedad y el trabajo.

Si bien las nuevas tecnologías se han instalado para señorear en el mundo laboral, debido a la propia formación de los maestros, aún se aprecia reticencia ante su introducción generalizada en el ámbito educativo.

La resistencia al cambio es lógica si aceptamos que los sujetos cuestionamos si dichos cambios son estrictamente necesarios; sin embargo, desde la formación hay que trazar acciones para contrarrestar esa resistencia, pues la realidad y el avance se imponen y todos sabemos que nuestros alumnos por moldeabilidad de sus mentes llegan a nuestras aulas con amplios conocimientos telemáticos, que para ellos constituyen también fuente de motivación para el aprendizaje.

Por tanto, sin artificialidad, sino con funcionalidad, la competencia pedagógico–didáctica del maestro también está en el uso que pueda hacer de esas nuevas tecnologías y en su inclusión como elementos integrados de las estrategias didácticas.

Finalmente, crear nuevas estrategias didácticas requiere de un elemento fundamental en todos los profesores, el deseo intrínseco de ser mejores y hacer lo que nos compete de mejor manera y para ello sólo nos hace falta lo volitivo, es decir, una total y absoluta voluntad para el cambio y la mejora continua.

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