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La cuenta regresiva de Fidel

El comentario de hoy

Francisco Amparán

Para algunos, fue un anuncio esperado: luego de más de año y medio sin aparecer en público, enfrentándose a una grave enfermedad gástrica de la que no se ha recuperado en ese lapso, el anuncio que hiciera Fidel Castro que renuncia a reelegirse como presidente de Cuba y jefe de las Fuerzas Armadas de la isla bella, no resultó muy sorpresivo que digamos. A los 81 años y en esas condiciones de salud, lo más sensato es ponerse a chipilear nietos y escoger mobiliario en Serna (o su equivalente insular); y no andar navegando con las intrigas y pesares que implica el ejercicio del poder. Especialmente de un poder tan absoluto como el que ha detentado Fidel durante la mayor parte de su égida de 49 años sobre la sufrida isla.

Por supuesto, se espera que su hermanito Raúl, un pimpollo de 76 años, vea ahora sí confirmado como permanente el estatus de que gozó como presidente provisional desde que en el verano de 2006 Fidel anunciara que estaba malón. Lo cual no parece que ayudará mucho que digamos a cambiar las cosas.

Y es que en este año y medio que ha tomado el timón de uno de los últimos regímenes socialistas (de a de veras) del mundo, Raúl ha dicho mucho, pero ha hecho poco. Aunque ha insinuado en varias ocasiones que es necesario hacer reformas profundas, especialmente en la economía, no ha movido un dedo para cambiar sustancialmente nada. Algunos dicen que en su carácter de provisional no era mucho lo que podía lograr en realidad. Y que ahora que ya tiene oficialmente la sartén por el mango, podrá emprender las transformaciones que le urgen a Cuba. Será el sereno. Estando las cosas como están, todo ello suena a buenos deseos y sueños guajiros, más que a expectativas concretas. Aunque hay grandes reformistas que en su momento portaron credencial del INSEN (Deng Xiaoping se nos viene a la mente), dudamos que Raúl tenga las vitaminas y la voluntad para emprender una Raulistroika. Por no decir nada de que tendrá que navegar en aguas muy procelosas, plagadas de tiburones jóvenes que están esperando su oportunidad desde hace mucho, mucho rato.

Y es que la renuncia de Fidel sin duda desatará las típicas zancadillas, patadas debajo de la mesa y puñaladas traperas tan usuales en ese tipo de circunstancias. Si antes se habían guardado las apariencias, era por que Fidel no daba color, no era melón ni era sandía, no se sabía si volvería y nadie le levantaba la voz a Raúl. Pero ahora que oficialmente el verborreico barbón está fuera de la jugada, a su hermano no le será tan fácil conjugar esfuerzos y lograr consensos en una estructura partidista y de Gobierno que sólo obedeció la voz de su hirsuto amo durante casi medio siglo.

Y si Raúl tiene que buscar apoyos de la vieja guardia, de la nueva guardia, del Ejército… entonces esperen sentados a que las cosas cambien para bien en Cuba. Pobres isleños.

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