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La debilidad del dólar

salvador kalifa

La apreciación del peso frente al dólar en fechas recientes ha llamado la atención porque, entre otras razones, lo ubica en niveles no vistos desde hace dos años. Esto, que para nosotros es una novedad, ha sido el pan nuestro de cada día para otras monedas, tanto de países en desarrollo como emergentes.

En efecto, la debilidad del dólar frente a las monedas de varios países se ha acentuado durante el presente año, en gran parte por las dificultades que enfrenta la economía de Estados Unidos de América (EU) y la decisión de la Reserva Federal (Fed) de acelerar la reducción en las tasas de interés en ese país.

Los problemas que propiciaron esta evolución, sin embargo, no son recientes. De hecho, esta ola de depreciación de la divisa estadounidense arrancó a principios de la década, después de que estalló la burbuja bursátil y EU cayó en recesión, ya que la reacción inmediata de la Fed fue una disminución pronunciada de las tasas de interés, que las llevó a niveles del uno por ciento anual.

En un principio la depreciación del dólar no fue muy significativa, ya que otros bancos centrales, notablemente el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, redujeron también sus tasas de interés.

Sin embargo, una vez superada la recesión en 2002, poco a poco se hizo evidente que la política monetaria laxa no sólo había profundizando los desequilibrios de la economía estadounidense, sino que también había creado otros, como fue la especulación inmobiliaria y la proliferación de instrumentos novedosos de inversión, amparados en la creencia ingenua de que los precios de las viviendas aumentarían indefinidamente.

Estos problemas, sin embargo, pasaron desapercibidos por varios años. Lo que vimos por un buen tiempo fue un auge financiero y bursátil no sólo en EU, sino en la gran mayoría de los países del orbe. Pero como toda fiesta, esta también llegó a su fin.

El reencuentro de los inversionistas y los mercados con la realidad tomó algún tiempo, ya que en un principio la gran mayoría consideró que los problemas del sector de vivienda en EU no afectarían al resto de su economía.

No fue sino hasta entrado el 2007 cuando se comienza a percibir la dimensión del problema, que afectó no sólo a la industria de la construcción sino más importante aún, a los sectores financieros de EU y otros países.

Ello propició una respuesta agresiva de la Fed, que nuevamente redujo las tasas de interés. Este descenso de tasas, que fue todavía más abrupto durante el primer trimestre de este año, sólo exacerbó los problemas del dólar.

La divisa estadounidense ha registrado una depreciación pronunciada respecto a monedas de países desarrollados como el euro, el yen, la libra esterlina, el dólar canadiense y el franco suizo; así como en relación con divisas de países emergentes como Brasil y Chile.

Podemos constatar, sin embargo, que la pérdida de terreno del dólar frente a estas monedas no es reciente, como la que vive actualmente en relación con el peso mexicano, sino que ha sido una constante en lo que va de esta década.

Por ejemplo, desde el 31 de diciembre de 2001 hasta el 21 de abril de este año la divisa estadounidense se ha depreciado un 78.4 por ciento respecto al euro, un 26.8 por ciento en relación con el yen, un 36.2 por ciento frente a la libra esterlina, un 58.2 por ciento frente al dólar canadiense, un 64 por ciento frente al franco suizo, un 39.3 por ciento frente al real de Brasil y un 43.9 por ciento frente al peso chileno.

Llama la atención, sin embargo, que mientras la gran mayoría de las monedas de países con regímenes cambiarios de flotación se han revaluado en relación con el dólar desde finales de 2001, el peso mexicano se haya depreciado un 15.1 por ciento respecto a la moneda de EU en ese lapso.

Uno pudiera aducir que ello se debe a que somos una economía en la esfera de influencia del dólar, pero lo mismo se puede decir de Canadá, que a pesar de ser un socio comercial de EU más importante que nosotros, ha visto una apreciación de su divisa.

El peso, de hecho, se logró mantener relativamente estable en años recientes, oscilando alrededor de los once pesos por dólar, y sólo ahora experimenta una apreciación leve frente al dólar. Me parece que esto, más que representar un cambio permanente de tendencia, es una fortaleza temporal de nuestra moneda.

La debilidad actual del dólar se mantendrá en el futuro inmediato. Mientras subsistan las dificultades en los mercados crediticios de EU y la Fed reduzca aún más las tasas de interés puede haber nuevos episodios de debilidad de la moneda estadounidense.

En este sentido, será importante lo que resuelva el Comité de Mercado Abierto de la Fed este 30 de abril. Una reducción adicional en las tasas de interés de los fondos federales tendería a reforzar la depreciación del dólar, que se espera continúe siendo de manera ordenada.

Sin embargo, existe el riesgo de que aumente la presión sobre el dólar si la situación económica estadounidense sufre un deterioro más significativo, lo que obligaría indudablemente a la intervención de los bancos centrales de los principales países para evitar un colapso financiero global.

El peso gozará, en este contexto, de una renovada fortaleza mientras persista la diferencial de tasas de interés con EU y se mantenga alto el precio del petróleo. Considero, sin embargo, que esto será una situación transitoria, que tenderá a revertirse una vez que EU supere sus dificultades actuales y la Fed vuelva a elevar las tasas de interés.

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