NUEVA YORK.- Los hispanos están cambiando la forma de hacer política en Estados Unidos. Su presencia crece cada año y hoy están en casi todos los ámbitos de la vida estadounidense. Desde los medios de comunicación, con conductores de noticieros como Soledad O’ Brien, en CNN, o Jorge Ramos, en Univisión, hasta la política, como el gobernador Bill Richardson o el alcalde Antonio Villaraigosa.
En el Congreso hay hoy 27 legisladores hispanos (24 en la Cámara de Representantes y 3 en el Senado) y se agregará uno más, Ben Luján, como representante por el estado de Nuevo México.
Casi 50 de un total de 305 millones de habitantes de Estados Unidos hablan español o tienen ascendencia hispana-latina. Los hispanos representan hoy el 15% del total de la población y son el grupo de más rápido crecimiento poblacional en este país. De acuerdo con una proyección de la Oficina del Censo de Estados Unidos, para el año 2050, la población hispana sobrepasará los 102 millones de habitantes, con lo que este grupo representará casi el 25% del total de la población en ese momento.
En la más reciente elección presidencial, el voto hispano representó el 9% del total, un punto porcentual más con respecto a la elección de 2004. De acuerdo con el Pew Hispanic Center, 67% de los latinos votó por Obama, mientras que sólo un 31% por McCain. Visto a nivel nacional, el voto latino podría no parecer tan fundamental, pero en Nuevo México, Colorado, Florida y Nevada el voto hispano fue decisivo para que el candidato demócrata moviera a esos estados del lado de su partido y se adjudicara una amplia victoria en la contienda presidencial.
Por ello, Obama llega a la Casa Blanca con una deuda hispana. El fuerte respaldo que le dieron los votantes hispanos a un candidato negro, grupos entre los que había una vieja tensión, así como los buenos resultados del Partido Demócrata entre los hispanos a nivel nacional, significan una oportunidad para avanzar los intereses hispanos frente al nuevo presidente y al Congreso de mayoría demócrata. Así lo han visto varios líderes hispanos, quienes organizan una marcha masiva para el 21 de enero próximo en Washington D.C., un día después de la ceremonia de traspaso del poder, en la que le exigirán al nuevo presidente y al nuevo Congreso la aprobación de una reforma migratoria integral.
Si las tendencias de crecimiento poblacional para los hispanos se confirman en los próximos años, y si se logra la aprobación de la reforma migratoria prometida, los hispanos continuarán transformando el mapa político de Estados Unidos y su voto será cada vez más indispensable para definir al ganador o ganadora de las próximas contiendas presidenciales.
Los demócratas hoy tienen el voto de confianza de los hispanos, pero este grupo ha sido un votante-columpio en las últimas elecciones presidenciales y legislativas, así que la cómoda ventaja que tienen los demócratas hoy no está escrita en piedra.
Como demostró la aprobación de la propuesta 8 en California, que prohíbe los matrimonios entre parejas del mismo sexo, un 55% del votante hispano votó a favor de esta prohibición. Los estrategas republicanos que hoy buscan la manera de volver a atraer el apoyo de los hispanos en el futuro verán en esta cifra un fuerte indicador de cómo diseñar sus próximas estrategias electorales, creando mensajes dirigidos a lo que parece ser una mayoría conservadora en temas sociales del votante hispano.
Para los gobiernos latinoamericanos, especialmente para el mexicano, el apoyo hispano a Obama representa una buena oportunidad para romper el desinterés por América Latina del presidente electo y para convertir esa negligencia en un gusto adquirido. Obama es sin duda el hombre más global que llega a la Casa Blanca, pero la oportunidad para desviar su atención de África, Irak, el Oriente Medio y Europa, no empieza por invitarlo a visitar México, sino por capitalizar la deuda que tiene el demócrata con los hispanos en Estados Unidos.
Politólogo e Internacionalista
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