En los últimos aciagos días, en los que hemos atestiguado de manera contundente la bajísima calidad moral e intelectual de nuestra clase política, y el por qué este país nunca saldrá del subdesarrollo, algunos de los gatos del Peje se sacaron de la chistera algunas frases dignas de ser grabadas en longevo mármol o bronce duradero, como diría el colega Catón. Y es que, la verdad, para justificar lo injustificable, para inyectarle algo de racionalidad a sus actos cavernarios, algunos diputados se pulieron dándole vuelo a la retórica y torciéndole el cuello al cisne del significado de numerosos vocablos en castellano.
Una de las frases más memorables de estos tiempos la profirió un diputado perredista, cuando justificó la toma de las tribunas del Congreso y las subsecuentes payasadas de esos bufones: dijo que habían que tenido que tomar tan drástica medida para impedir que se impusiera la dictadura de la mayoría.
Lo cuál pone en evidencia lo mucho que conocen o toman en cuenta los principios básicos de la democracia aquéllos que dicen ser representantes de la nación.
Y es que cuando la mayoría manda no se trata de una dictadura: es la base fundamental del proceso democrático. Claro que las minorías deben tener voz y voto; pero no pueden decidir en nombre de una mayoría que no votó por ellos. Ése es uno de los problemas de que nuestra inepta clase política haya desgastado tanto el lenguaje: las palabras pierden su significado, de manera tal que ya no sabemos qué es privatización, ni qué es dictadura, ni qué rayos quiere decir eso de “mayoritear”.
Que es un preclaro verbo acuñado por los orangutanes que se dicen políticos en este país. Lo que ellos llaman “mayoritear” (o sea, que la mayoría vote por tal o cuál decisión para que algo tenga lugar) es algo obsceno, una maniobra de oscuros orígenes. Lo raro es que en el resto del mundo a eso se le llama, sencillamente, democracia. Los ciudadanos votamos para escoger a nuestros representantes. Tres de cada cuatro mexicanos no lo hicimos por los gatos del Peje. ¿Y se supone que somos una dictadura porque no cumplimos sus caprichos? Lo peor es que sí se les cumplen. Y nunca están conformes. Y nunca tienen llene. Ni lo tendrán, porque el Mesías Tropical sigue peleando la elección de 2006, y está dispuesto a hundir al Gobierno de Calderón a como dé lugar, así se lleve al país entre las patas.
El PRD ha dejado pasar una oportunidad histórica de convertirse en un partido moderno. En vez de eso, ha reciclado las peores lacras del PRI (de donde provienen casi todos sus líderes) y se ha supeditado a un caudillo cada vez más delirante. Y mientras tanto, el tiempo transcurre, el mundo nos pasa por encima, y los mexicanos seguimos discutiendo estupideces. Como, por ejemplo, si ha de permitirse la dictadura de la mayoría.