Hay una calma chicha que augura, a la vuelta de la esquina, una conflagración entre naciones con fronteras colindantes. De pronto, sin decir agua va, se escuchan los tambores que llaman a tomar las armas. Se habla de que a alguien se le ocurrió la brillante idea de bombardear un país vecino alegando su derecho a hacerlo por que, según eso, servía de refugio a grupos rebeldes. Es la Colombia de Álvaro Uribe quien acusa al Gobierno de Ecuador de dar refugio en su territorio a la guerrilla de las FARC, por lo cual decidió, una vez localizado el campamento, donde se encontraban los alzados, proceder a acabarlos sembrando terror y muerte. Lo llamativo es que se llevó entre las patas el orden internacional, abriendo fuego contra un territorio que hasta ese momento no había pruebas que acreditaran que estaba protegiendo a los alzados. Aquí se presenta el caso típico que se atribuye a los generales revolucionarios de por acá quienes ordenaban fuera fusilado el detenido mientras con cruel socarronería, para acreditar que su actuación era la correcta, abrían una averiguación que, ya muerto el indiciado, no lograba resucitarlo.
El “fusílalo y después averiguas”, parece haber sido tomado en serio por el Ejército que comanda el presidente Álvaro Uribe. El viejo proverbio aconseja: “el que pega primero, pega dos veces”, fue tomado al pie de la letra por el Gobierno colombiano, quien convirtió literalmente en un infierno el campamento enemigo, ya posteriormente encontrarían argumentos para justificar la violación a la soberanía de un país con el que se tenían relaciones amistosas o en su caso, sería lo de menos, sus aliados se encargarían de buscar una salida diplomática con la presión que puede ejercer a través de organismos internacionales, -como al efecto lo está haciendo en este momento-. Muy a propósito las tropas colombianas encontraron archivos en que se desprende, dicen, una alianza entre la FARC, el Gobierno de Ecuador y el de Venezuela, probándose que Colombia es víctima del terrorismo y de una confabulación para derrocar al presidente colombiano. Lo que llama la atención es que los ingenuos insurrectos guardaban documentos secretos que fueron encontrados por los colombianos con datos, pelos y señales de lo urdido por Ecuador y Venezuela junto a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, dizque para tumbar a Álvaro Uribe.
Los Estados Unidos de América acercan su trucha al fuego apoyando al Gobierno de Álvaro Uribe. Lo anuncian con fanfarrias. ¿Es el preludio de la caída del régimen que preside Hugo Chávez? ¿Se atreverá este folklórico personaje a ponerse, como vulgarmente se dice, a las patadas con Sansón? ¿Se arriesgará a subirse al cuadrilátero, cuando George W, Bush funge de second con Uribe? ¿Les está dando el pretexto para que una vez por todas “lo pongan en su lugar”? Lo que ha permitido a Hugo Chávez hacer y deshacer, es contar con el aval legitimador de unos comicios que no han dejado, hasta ahora, que W. Bush meta las manos, sin embargo, una escalada bélica es otra cosa. Eso no puede durar si se encuentra un resquicio y todo indica que ya lo encontró, no le hace que ese terrorismo a que hacen alusión los colombianos sea verdad o mentira. Este miércoles la OEA aprobó una resolución en que se afirma que Colombia violó la soberanía de Ecuador, no obstante no condena la forma explícita la acción de Bogotá.
Ecuador rescata su soberanía territorial.
El venezolano, sin más ni más, desplaza tropas a la frontera, ante una eventual violación de la soberanía por parte del Ejército Colombiano. Es la excusa más jalada de los cabellos que se le haya antojado, dando la impresión de que está esperando el ruido que hace el vuelo de una mosca para meterse de lleno en el pleito que están protagonizando Ecuador y Colombia. -Me recuerda a “La Doña”, María Félix, cuya belleza es la antípoda de la que pudiera tener el venezolano, que con sólo llegar a Madrid armaba la tremolina-. El presidente colombiano anuncia que demandará ante la Corte Penal Internacional de La Haya al mandatario de Venezuela por patrocinio y financiamiento de grupos terroristas. El presidente W. Bush criticó las maniobras provocadoras de Chávez y aseguró que Washington respaldará a Colombia. Venezuela denunció ante la OEA la acción colombiana como guerrerista y genocida anunciando el cierre de su frontera con Colombia. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo que su homólogo en Colombia, no quiere la paz, quiere la guerra, indicando que allá él con su conciencia. Hay quienes comentan que la grosera invasión se debió a que Washington decidió reventar la liberación de los rehenes en manos de la guerrilla, lo que estaba creando una corriente de simpatía a sus captores y al presidente de Venezuela. En fin, todo un embrollo resultan las declaraciones de un bando y otro. Los que podían imponer orden en el asunto han perdido credibilidad al estar involucrados de una manera u otra en el conflicto. Alguien ajeno a esta región podría decir que si las cosas siguen igual se corre el peligro de incendiar la región. No es de creerse que eso acontezca. Todos los que participan tienen intereses que cuidar. Tarde o temprano se arreglarán. Por lo pronto han designado una comisión que se encargará de encontrarle la punta a la enredada madeja.