“Es la economía, estúpido”.
Bill Clinton
OXFORD, INGLATERRA.- A lo largo de los años el Foro Económico Mundial de Davos dejó de un lado lo que en un momento fue su especialidad: meditar acerca de la economía y la globalización. Hoy las circunstancias están obligando a esta reunión cumbre anual a concentrarse nuevamente en el tema.
El problema es que hace muchos años no se registraba un Foro en medio de una crisis. Incluso el de 2002, que se llevó a cabo después de los ataques a las Torres Gemelas y tuvo lugar en la propia ciudad de Nueva York, permitió un lapso de cinco meses entre los ataques y la reunión. Y ya para ese entonces quedaba claro que las consecuencias económicas iban a ser mucho menores de lo que se había pensado en un principio. En esta ocasión la tormenta está en pleno apogeo. Y muchos de los participantes, especialmente los presidentes de consejo y altos ejecutivos de bancos, no saben si sobrevivirán.
Las bolsas de valores del mundo han tenido su peor inicio de año en mucho tiempo. El gran temor de los inversionistas es que llegue una recesión a los Estados Unidos y que ésta afecte a la mayoría de las economías del mundo.
Estamos viviendo, de hecho, uno de esos periodos en que toda la información disponible sigue mostrando cifras razonables de crecimiento, pero en que la economía puede ya haber entrado a una recesión, esto es, una contracción económica en lugar de una simple desaceleración.
En 2006 el FMI registró la tasa más alta de crecimiento en la economía del mundo desde 1973: 5.6 por ciento. En 2007 tuvo lugar una desaceleración, pero la expansión que se estaba registrando todavía era calificada en septiembre de “vigorosa” por el FMI, que la calculaba en 4.9 por ciento para todo el año. Para 2008 la institución calculaba originalmente una expansión de 4.9 por ciento, pero en las últimas semanas todos los economistas del mundo han estado concentrados en reducir sus estimaciones. Aún así, virtualmente todos siguen esperando un crecimiento superior al 4 por ciento para la economía mundial que, de mantenerse, sigue siendo bastante saludable.
El problema es que la economía estadounidense, que ha sido el motor del mundo en los últimos años, se está enfriando de una manera precipitada. Todavía en septiembre de 2007 el FMI calculaba que la mayor economía del mundo tendría un crecimiento de 2.8 por ciento. En las últimas semanas los pronósticos están convergiendo en 1.9 por ciento. El ajuste es brutal.
Los inversionistas han reaccionado con pánico ante un deterioro tan rápido en la economía estadounidense y por eso han vendido con tanto desorden sus acciones. Pero las economías libres tienen formas de ir ajustando sus problemas. La caída de las bolsas, por ejemplo, ha eliminado el sobreprecio que muchos mercados habían acumulado después de crecer de manera desaforada durante cinco años. Esto ha hecho que se creen gangas importantes en los mercados. Si consideramos que la Reserva Federal de los Estados Unidos seguramente seguirá bajando tasas de interés, esto hará todavía más atractivos los nuevos precios de las acciones.
El temor a la recesión, por otra parte, ha hecho que caigan también los precios del petróleo crudo en los mercados internacionales. Apenas el 2 de enero las cotizaciones del crudo ligero rebasaron los 100 dólares por barril, mientras que esta semana han caído por primera vez en el año por debajo de los 90 dólares. Esto le quita una pesada losa a la economía internacional.
Los inversionistas reaccionaron con más temores ante un plan de rescate económico del presidente estadounidense George W. Bush que tenía más de político que de económico. Recortar impuestos 150 mil millones de dólares a las grandes empresas y multimillonarios estadounidenses no ayudará a evitar una recesión y en cambio sí aumentará el déficit de presupuesto de la Unión Americana. Las posibilidades de que ese plan se haga realidad, sin embargo, son muy escasas. En este año político ningún partido quiere darle a su rival una ventaja especial. Y el recorte de impuestos que propone Bush sería espaldarazo abierto.
Lo interesante es que, conforme confluyen en Davos los 2 mil 500 participantes del Foro Económico Mundial, la discusión sobre todas las causas políticamente correctas -como el calentamiento global- que han dominado el escenario en los últimos años se desvanece. Hoy los grandes jugadores de la economía mundial quieren saber cómo les afectará la actual tormenta. Una de las consecuencias está siendo la de obligar al Foro a concentrarse una vez más en esos temas económicos fundamentales que en un principio le dieron fama.
DESPLOME BURSÁTIL
Ayer no hubo operaciones en los mercados estadounidenses, por el feriado de Martin Luther King, pero el resto de las bolsas del mundo se desplomó. La Bolsa Mexicana de Valores perdió 5.35 por ciento, la baja más fuerte en más de un año. Ayer simplemente no hubo compradores en principales mercados del mundo. Es difícil saber si ésta es una situación temporal o el inicio de un ciclo de baja y estancamiento de los mercados del mundo como no hemos tenido desde el año 2000. En mucho dependerá si realmente la economía de Estados Unidos entra en una recesión o si la advertencia resulta una simple falsa alarma. Y no pasarán muchas semanas para que sepamos si realmente la mayor economía del mundo ha ingresado ya en una recesión.